Adorno indumentario emplazado en el delantero de algunas prendas de vestir. Cae desde el cuello hasta un poco más arriba de la cintura cubriendo gran parte del pecho. Se compone de uno o más volantes verticales, de tamaño variable, adosados a la abertura central de camisas, blusas o vestidos. Y se confecciona en telas flexibles y livianas: seda, tul, satén, muselina, gasa, encaje.

Origen

Los primeros antecedentes remiten a la corte francesa de la segunda mitad del siglo XVII. La introducción del chaleco y la casaca en el traje masculino modifica los recursos decorativos en la camisa. El empleo de pelucas, cuyos largos sobrepasan los hombros, atenta contra la posibilidad de exhibir ornamentación en esa zona. Esto resulta determinante en la transformación de los antiguos cuellos caídos o valonas, que ahora se recogen en el centro transformándose en un nuevo accesorio; una especie de corbata denominada rabat. Durante el XVIII los hombres usan un pañuelo en el cuello desde donde pende una chorrera, más larga y angosta que el rabat. Para su fabricación se usa encaje de distinta procedencia. Valencienne, Arlès, Bruselas destacan entre las manufacturas favoritas debido a la ligereza y diseños florales de sus productos. Hacia 1770 el adorno se simplifica acorde a la estética inglesa y se elabora en muselina con sutiles puntillas de encaje.

Tendencia

La chorrera se incorpora a la indumentaria femenina en las últimas décadas del XIX, cuando los conjuntos de día comienzan a sumar rasgos de la ropa masculina. Alrededor de 1890 los estrechos corpiños de terciopelo o seda adamascada simulan un gilet. Sobre los mismos se extiende la chorrera de encaje, cuyo propósito es potenciar el pecho como foco de atención. En 1937 Chanel crea para Diana Vreeland un conjunto de pantalón y chaqueta inspirado en el esmoquin que confecciona en lentejuelas negras. Lo complementa con una blusa beige provista de una angosta chorrera de seda plisada y otra más ancha, de encaje.