Columna: Nuestras aguas
El río Aconcagua lleno de agua. Eso vi. Eso vimos varios, en un video que un par de días después del estallido en el Metro inundó las redes sociales. "¡Milagro! ¡Soltaron el agua!", grité feliz al principio. "No es sequía, es saqueo", entendí después.
Ahora que estamos despiertos y con ganas de entender las leyes que nos rigen, sabemos que nos norma una Constitución que permite la privatización de todo por sobre los bienes públicos. ¿Todo también es el agua? Lamentablemente, sí. En Chile el agua es de algunos, porque nuestra Constitución autoriza que se otorguen derechos de agua a privados, es decir que se abran o cierren compuertas, que se desvíen causes de ríos y que se extraiga agua para la minería y cultivos agrícolas. Es más: Chile es el único país del mundo que tiene las aguas privatizadas. Es impresionante ¿cierto? Pero esta conversación no es nueva. Se viene dando hace años y cada vez con más fuerza, ya que debido a la progresiva falta de lluvias, al cambio climático y al mal manejo de los derechos de agua, estamos en la lista de los países con más estrés hídrico del mundo.
Los cabildos por el agua son anteriores a los cabildos que se están haciendo por estos días. Llevan años organizándose, protestando y alertando sobre las graves faltas que algunas empresas a las que se les otorgaron derechos de agua están ejecutando, como el paso de enormes camiones los fines de semana por el Cajón del Maipo para continuar sus obras de construcción de la hidroeléctrica Alto Maipo. O el uso agrícola por sobre el humano que se le da al agua en sectores como el de la ya inexistente laguna Aculeo, antes fangosa de aguas subterráneas y ahora absolutamente seca.
Lo peor de todo es que muchas de estas prácticas son legales. Como muchas de las cosas abusivas que vivimos todos los días y que hoy nos tienen con la cacerola ardiente. El milagro del río Aconcagua no fue más que un acuerdo que se firmó por los administradores del río, los que pactaron abrir algunas compuertas por determinadas horas los fines de semana para que el agua llegue a las secciones que están más abajo.
El agua no debería ser compartida por la "buena voluntad" de quién la compró. Porque es reconocida por las Naciones Unidas como un Derecho Humano, y se debe garantizar su uso para el consumo de las personas "reconociendo la importancia de disponer de agua potable y saneamiento en condiciones equitativas como componente esencial del disfrute de todos los derechos humanos". Sin agua no hay vida. Sin agua se secan humedales, se extinguen aves, se mueren animales de sed. Sin agua los pequeños agricultores no pueden trabajar la tierra, se empobrecen los pueblos. Sin agua nos enfermamos todos.
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