Paula 1145. Sábado 12 de abril de 2014.
Según el estudio "La retención de líquido en mujeres", dado a conocer el año pasado por la Organización Mundial de la Salud, 90 por ciento la sufre. Una alimentación con exceso de sodio y pobre en potasio y agua es la principal responsable. Aquí, qué evitar y qué sumar a la dieta.
QUÉ SÍ
1. Potasio: ayuda a controlar la presión sanguínea ayudando a mantener el equilibrio hídrico dentro y fuera de las células. También permite que el sodio se mueva desde dentro de la célula hacia fuera, lo que evita la retención de líquido. Se recomienda, entonces, consumirlo al menos una vez al día en frutas y verduras, como plátano, papaya, ciruela, brócoli y camote; en legumbres, como las lentejas; y en cereales, como el arroz y la avena. 20 gramos (tres cuadrados) de chocolate con 70 por ciento de cacao a la semana también favorecen este proceso.
2. Alimentos diuréticos: activan la función renal, estimulando la eliminación de líquido retenido a través de la orina. Entre ellos están el té verde, el vinagre de manzana, y frutas y verduras como alcachofa, perejil, sandía y arándanos, las que deben consumirse una vez al día como mínimo.
3. Agua: consumir poca agua predispone al cuerpo a retener reservas, como mecanismo de defensa, por lo que es clave consumir al menos dos litros diarios, idealmente fuera de las comidas y no esperar a tener sed para tomarla.
QUÉ NO
1. El sodio: el exceso de sodio obliga al cuerpo a retener agua para diluirlo y aumenta la presión arterial, dificultando la movilidad de los líquidos, que se escapan a través de los vasos sanguíneos y se estancan en los tejidos en lugar de regresar al corazón. 90% del sodio que ingerimos viene de la sal proveniente de minas y salares, que contiene 40% de este elemento. Hay que reemplazarla por sal marina, con solo 10%. También hay que eliminar o moderar todos los alimentos en cuya etiqueta nutricional se lea que aportan más de 20% del valor diario de sodio, como embutidos, quesos, pastas chinas (noodles), conservas, alimentos ahumados y las aguas minerales gasificadas.
2. Alcohol: por el efecto diurético del alcohol, las personas que beben en exceso tienen la necesidad de orinar con más frecuencia o pueden sudar más de lo habitual. Pero, además, se sobrecarga el hígado (porque se irritan sus células), lo que genera un aumento en su requerimiento de agua. Ante la deshidratación el cuerpo retiene agua para compensar la pérdida.
*Para la elaboración de este artículo fue entrevistada Karin Papapietro, nutrióloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.