Toda la vida viví con restricciones alimentarias, desde los ocho años en adelante estuve haciendo dieta. Visité a todas las nutricionistas y desde chica que mi relación con la comida no es sana.
Empecé a comer de noche a los cinco meses de embarazo de mi segundo hijo. Me despertaba en la madrugada y comía lo que hubiese: un pedazo de pan, queque, galletas. Pero el problema no es solamente lo que como, es que por estar dormida se me han caído platos y me he cortado por no darme cuenta de que estoy usando un cuchillo, por ejemplo. Incluso me he quedado dormida sentada.
Me empecé a preocupar y también a entender que era un trastorno cuando a mi familia le empezó a afectar. Estoy separada y vivo con mis papás y mis hijos de 11 y siete años. Ellos se empezaron a despertar cuando yo me levantaba y la situación empezó a ser un problema para toda la casa no solo porque se preocupan porque duermo mal, también por los ruidos, los pasos, el microondas. También les interrumpo el sueño a ellos así es que decidí enfrentar mi trastorno alimentario y del sueño con mi terapeuta. Y es que aunque hace años venía tratando un trastorno alimentario que tenía desde los 17 años más o menos, esto es distinto y aún no he podido salir a flote. Intenté tratarme con diferentes medicamentos, uno para inducir el sueño y otro para mantener el sueño, pero no hubo caso.
A pesar de que no son grandes cantidades las que como en la noche, me afecta en todo. Mi alimentación durante el día es un desastre porque despierto llena, sin ganas de desayunar y luego como un poco en el almuerzo. Estoy prácticamente en ayunas todo el día hasta la noche, donde muchas veces tengo atracones o como más de lo debido. Esto desordena mis horarios y todo se va desprogramando para adelante. Es muy difícil tener una buena alimentación así. Además, por comer tanto de noche he subido mucho de peso y obviamente eso afecta muchísimo en mi autoestima. Me da culpa y angustia el tema porque siento que es una bola de nieve, un círculo vicioso.
Ahora que vienen las fiestas de fin de año sé que serán días difíciles porque hay más cosas ricas en el refrigerador y aunque trato de cuidarme de no comer demasiado, después igual me como a las tres de la mañana de manera inconsciente.
Otro de los problemas de esto es que el sueño nunca es reparador. Me duermo entre las 9:30 y las 10 de la noche pero a las 1 me levanto para ir a la cocina y no alcanzo a tener los ciclos REM completos. Muchas veces no me doy cuenta hasta que llego ahí, voy como en un modo automático. Lo mismo me pasa otra vez a las cuatro de la mañana, entonces mi sueño es súper interrumpido. Ya no me acuerdo la última vez que pasé de largo. Es un reflejo: me despierto y me levanto como si estuviera sonámbula.
Este es un trastorno que afecta a todos, no solo a quienes lo padecen. También afecta a las familias, tu rendimiento y tu rutina diaria. No hay que minimizarlo ni pensar que porque en algunos casos se come poco, no es grave. Está ligado a otros trastornos y hay que tratarlo porque se trata de la salud y la calidad de vida de cada uno.