Es tarde, te da hambre, no tienes comida en tu casa y tampoco ganas de salir. Te conectas a tu celular, abres tu aplicación favorita de reparto de comida a domicilio, eliges una opción y presionas clic. En ese minuto, en una cocina se empieza a preparar tu plato y a un repartidor se le asigna tu pedido. Este 'garzón' motorizado que llevará la orden a tu mesa puede atravesar más de tres comunas de Santiago en bicicleta, moto o auto para recibir, en promedio por entrega, una propina aproximada de $1.500. Si ese repartidor tiene suerte, en una hora puede ganar $5.000 a la semana si hace turnos de ocho horas de lunes a viernes. Esto se puede transformar en $300.000 al mes si se cuentan quince horas a la semana como lo hace el 65% de los repartidores.

Pero los riesgos de su silencioso trabajo son elevados. Los repartidores de comida a domicilio no reciben prestaciones de salud ni de pensiones debido al tipo de contrato que tienen con las empresas. Y, como gremio, no son pocos. Según el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, actualmente en Chile hay cerca de 150.000 trabajadores informales de aplicaciones y se espera que este número crezca en un 30% en los próximos años. Aunque hay un proyecto de ley diseñado entre el Ministerio del Trabajo, Transportes y el Ministerio de Salud y, por su parte, a comienzos de este año Giorgio Jackson y Maite Orsini plantearon una ley a la que llamaron #MiJefeEsUnaApp, los repartidores de comida a domicilio siguen siendo unos de los trabajadores más vulnerables que existen en la era digital.

Por otro lado, la tendencia a pedir comida desde la casa crece y crece. El 2018 Uber Eats transparentó que durante su primer año en Chile entregó más de 200.000 sándwiches y más de 80.000 hamburguesas. Actualmente esos números se han incrementado exponencialmente. Y no solo en cuanto al volumen, sino también al alcance de las empresas de reparto a domicilio. Porque en un principio la gran mayoría de las entregas se realizaba durante los fines de semana en unas cuantas comunas céntricas de Santiago, pero el fenómeno pavimentó rápidamente su camino a los días de la semana. A esto se suma que a mediados de este año Rappi comenzó a operar en Valparaíso y planea empezar a hacerlo en la Región del Biobío.

Y es que el delivery lo está cambiando todo, no solo la industria de la alimentación. Durante el año pasado el mercado de la comida a domicilio facturó en China más de 70 mil millones de dólares, lo que alteró drásticamente los hábitos asociados a salir a comer y también el paisaje urbano. En gran parte del mundo las calles de las ciudades también son el espacio que separa los comedores de las casas de las cocinas donde se preparan los alimentos que comemos puertas adentro. Es por esto que las empresas planean reducir el tiempo de espera entre que pagas lo que vas a comer y lo recibes. La comida está en movimiento, y decidimos detenerla por un momento y mirarla en números.

La otra mirada: los restaurantes

Según cifras de la Cámara de Comercio de Santiago, en 2018 el comercio electrónico de productos alimenticios en Chile creció en un 127% con respecto al año anterior. Esto es lo que ven algunos de los beneficiados.

"Aún hay muchas personas a las que la tecnología no les da confianza; gente que necesita ver un lugar físico y conocer quiénes son las personas que están detrás de él. En un restaurante digital la misión está en entregarlo todo a través de una página web y redes sociales".

Rodrigo Parada, socio y fundador de Masala

"Antes teníamos solo a una persona que nos

llevaba los despachos y con eso bastaba, pero desde 2018 el 35% de nuestras órdenes diarias y a veces el 40% se van con las app de delivery".

Soledad Farías, administradora Danubio Azul

"Una 'dark kitchen' es una cocina oculta al público enfocada exclusivamente en el delivery. Algunos las ocupan para llegar a zonas a las que no pueden llegar, ya que las aplicaciones cubren un radio determinado, y en vez de abrir un nuevo local optan por un espacio solo de producción. Otros decidieron descongestionar su cocina y también están quienes hacen un 'restaurante fantasma' a través de una marca virtual".

José Miguel Noriega, dueño y fundador de Ngcocinas Cook&Work

"Las app de delivery son para los antojos. Después de almuerzo empiezan a caer todos los pedidos y el peak dura hasta la hora de once. ¡Nosotras felices! Porque les da rotación a los productos más baratos, pero tengo que venderlos igual".

María José Marinovic, dueña Pastelería La Celeste

"El cowork es una excelente opción para quienes están empezando y aún no quieren invertir en su propia cocina. Al trabajar en un lugar compartido se genera una instancia para intercambiar datos de proveedores, envases y despachos".

Juan Castañeda, fundador de Cocínalo Aquí

"Nuestro negocio está pensado con un canal digital que es fundamental para la conveniencia de las personas y que funciona de la mano de los repartidores. Eso sí, mantenemos nuestro propio canal, que nos ayuda a conocer mejor al cliente".

Nicolás Vial, gerente de Desarrollo de Fork