Salir del colegio es un hito en la vida de los adolescentes. Se termina un proceso que empezó hace más de una década y en el que se conocieron amigos, amigas, se vivieron los primeros amores y conflictos importantes, y se aprendió de quienes se convirtieron en sus grandes maestros. Cerrar este ciclo es más que pasar de curso o prepararse para lo que viene, es el cierre de una etapa cuyas implicancias emocionales pueden marcarnos para siempre.
Pero, ¿qué pasa en un año como éste, en el que muchos van a terminar el colegio con clases virtuales?
“El colegio constituye para niños, niñas y adolescentes un espacio donde se desarrollan experiencias que involucran el aprendizaje y puesta en marcha de herramientas cognitivas y socio emocionales”, dice la psicóloga infantil de Clínica Alemana, Paula Rothhammer. “Es ahí donde se desarrollan vínculos significativos que en muchos casos perduran toda la vida. Las múltiples experiencias vividas contribuyen al desarrollo de la identidad y una impronta que perdurará en el tiempo y que puede formar parte de lo que seremos en la adultez”.
Se trata, además, del paso hacia la vida adulta, paso que en comunidades ancestrales se celebraba con distintas tradiciones porque es algo que incluso en nuestra cultura está lleno de significados. “En muchos casos es dejar un espacio de certidumbre y seguridad para iniciar una etapa llena de nuevos desafíos y expectativas. En este contexto los rituales son importantes porque facilitan el cierre de etapas y ayudan a abrir la puerta hacia el cambio y el crecimiento”, explica Rothhammer.
Como todo proceso cultural, no es algo que se dé de manera natural y necesita un acompañamiento o una guía que en este caso debería estar a cargo de los adultos. Profesores y apoderados los acogen y entregan seguridad para identificar las herramientas con las que tendrán que enfrentar lo que viene.
“Este año les ha tocado difícil a los jóvenes de cuarto medio, porque no solo han tenido que enfrentar la incertidumbre propia del término del ciclo escolar, sino que se añaden las dificultades asociadas a la pérdida de experiencias producto de la pandemia”, asegura la psicóloga y recomienda: “Una forma de aliviar a nuestros jóvenes es hacerles sentir que a pesar de no haber vivido las experiencias que esperaban, su comunidad los acoge, acompaña y guía. La pandemia no debiera ser un impedimento para que los rituales se lleven a cabo, estos deben permanecer y quizás hoy es más significativo que nunca que sientan que nos importan y que estamos junto a ellos”.
Así, la recomendación es mantener las tradiciones, y en caso de que no sea posible por temas protocolares asociados a la pandemia, adaptarlos al mundo virtual, con creatividad y la tecnología disponible.