No nacemos siendo machistas. El sexismo y la violencia de género son conductas que se aprenden de modelos sociales y culturales. Es por eso que los especialistas señalan la importancia de prevenir desde la infancia y la adolescencia. La tarea no es fácil. Tampoco se tienen todas las respuestas. Pero estas son algunas claves para abordar el tema, según expertos de distintas áreas.
–El respeto como base
Es clave que los niños aprendan a respetar a todas las personas, porque ahí estará la base para evitar todo tipo de violencias, incluyendo la de género. “No hay que dar el mensaje tradicional de ‘no se le pega a las mujeres’, sino entregar el mensaje de que ‘no se le pega a nadie”, explica el psicólogo infanto-juvenil de la Red Salud UC, Alfonso Cox.
“Porque pegar es doloroso, humilla al otro, lo degrada. Si queremos que los niños respeten a las niñas y las mujeres, tenemos que partir por un respeto universal hacia las personas”, asegura.
–Los adultos deben revisar sus conductas
“A veces a los padres se nos olvida cómo se aprenden las formas de relacionarse de unos a otros”, dice Kemy Oyarzún, directora del Laboratorio Interseccional de estudios de Género de la Universidad de Chile.
Para la experta, el trato y la forma de dialogar entre las parejas es clave a la hora de dar ejemplo a los niños. “Eso marca muchísimo. La subordinación de uno respecto al otro son mandatos que se van copiando. Los niños van entendiendo de alguna manera que ellos tienen un poder distinto al de las niñas, incluso distinto al de las mamás. Son patrones que se van alimentando a diario”, explica.
“Podemos decir no a la violencia de género, pero al final hacemos otra cosa y a los niños y adolescentes les marca lo que hacemos, no lo que decimos”, agrega.
Para la socióloga y académica de la universidad de Chile Silvia Lamadrid, este aspecto también es fundamental, ya que tiene una influencia directa en la imposición de modelos dañinos. “Los niños van a tender a repetir lo que ven en la familia y en su entorno inmediato, con sus pares. Ahí es donde tenemos que poner ojo, en tratar de revisar cuán equitativas son nuestras relaciones de género”, dice.
–Erradicar el lenguaje sexista
Los hombres no lloran. Pégale como hombre. Esos juegos son de niñita. Muchas veces, incluso de forma inconsciente, se opta por fórmulas que ayudan a perpetuar los estereotipos de género y cultivar la violencia.
“Hay que derribar los dichos del estilo: los niños no lloran, los niños no juegan con muñecas, no hacen esto, no hacen lo otro. Todo eso te va armando un cuerpo contenido, un armazón. Son las formas de vivir a diario las que hay que revisar”, dice Oyarzún.
–Los juguetes, la ropa y los colores importan
Rosado para las niñas, azul para los varones. En el mundo de los juguetes sigue siendo habitual la presencia de productos y publicidades dirigidos de forma diferenciada a niños y niñas. Esto podría consolidar los estereotipos y roles de género desde la infancia. Es recomendable entonces incluir todo tipo de juguetes.
“Los padres deben revisar sus preconceptos en cuanto a los roles que deben tener los niños y niñas. No solo en la casa sino en la vestimenta, en los colores, los juegos y en sus intereses. Hay una tendencia a regalar juguetes masculinos o femeninos, en clasificar los colores de la ropa. Eso ya no tiene ningún sentido, hay que erradicarlo”, explica Cox.
Según el experto, es preferible optar por los juegos integrados y sin género, algo que los niños muchas veces eligen de forma natural. “Si los niños pudieran elegir espontáneamente, sin influencia de los papás, los varones también elegirían jugar con muñecas, con casitas, usar colores rosados. Las niñas también, muchas van a preferir andar con pantalones, jugar fútbol (...) hoy es preferible tener juegos integrados, sin género, para que los mismos niños no hagan diferencia entre hombres y mujeres en ese tipo de cosas”.
–También la narrativa de las historias
Es muy importante rodear a los niños de narrativas más equitativas. Que ellos tengan acceso a libros, películas e historias que traten los valores de la igualdad y el respeto. Donde los protagonistas sean niñas y mujeres valientes y autónomas y también niños que no tengan miedo a expresar sus emociones.
“Las expectativas que se dan a los niños todavía siguen siendo increíblemente diferenciales. Son cosas pequeñas pero que afectan”, asegura Lamadrid. Para la experta, los niños deberían aprender también otro tipo de valores que usualmente no están ligados a la masculinidad, como la generosidad.
“Deberíamos poder enseñarles otras cosas. No solo que sean feroces, competitivos, que siempre tienen que ganar. Si tuviéramos la capacidad de enseñar libremente a los niños y estimular sus mejores características, enseñarles a ser colaborativos, asertivos, activos a todos por igual, veríamos expresiones muy distintas a la condición humana”, añade.
–División de tareas de forma equitativa
No se trata simplemente de repartir las tareas domésticas entre todos los integrantes de la familia, paso en el que se ha avanzado en los últimos años. Sino que también se debe evitar asociar ciertas labores a un género.
“Algunas tareas más pesadas como sacar la basura o limpiar la caca de los perros muchas veces está asignada a los varones y otras cosas como ayudar a poner la mesa, a retirar la mesa o cosas de la cocina está destinado a las mujeres”, dice Cox y agrega que hay que enseñarles a los niños que “pueden hacer las mismas cosas con el mismo éxito, aunque tengan estilos distintos”.
–El diálogo como hábito
Para Cox el diálogo constante entre padres e hijos es fundamental para acompañarlos en su desarrollo y ayudarlos a estar conectados con sus emociones. También porque en ese diálogo con los padres es donde los jóvenes pueden aprender a disentir y defender su punto de vista, lo que luego ponen en práctica con sus pares.
“Una persona que siempre ha tenido una actitud sumisa, luego en el grupo de pares tampoco va a defender su punto de vista y va a terminar haciendo lo que hacen los demás. En los grupos se produce algo terrible que es la pérdida de la responsabilidad individual”, asegura el experto.
Otro de los temas que se debe hablar en las distintas etapas de crecimiento es el consentimiento, muy importante para el establecimiento y respeto de los límites.
“Hablar del consentimiento es clave porque sin consentimiento no somos reconocidas como sujetos. En nuestro país ha sido muy difícil ejercer educación sexual. Esto va a ser clave para generar otros modelos de conductas, de relaciones, otro modo de ejercer ciudadanía”, dice Oyarzún.
Para Cox, lo importante es seguir tomando conciencia del “derecho del propio cuerpo, de lo erróneo e invasivo que puede ser pasar los límites”.