“Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, tenía muchas expectativas de tener un parto natural y vivir una experiencia mamífera y cercana. Sin embargo, debido a una negligencia médica, terminé teniendo una cesárea de emergencia. Fue un momento lleno de angustia y tristeza, ya que sólo pude tener a mi bebé recién nacido por unos minutos antes de ser separada de él. En la sala de recuperación, mi incertidumbre crecía. Me preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de poder tenerlo de nuevo, darle su leche y la angustia me invadía.
Una vez en casa, me enfrenté a las dificultades típicas de la maternidad: el llanto constante de mi bebé y los cólicos del lactante. Fue entonces cuando una amiga me habló del porteo ergonómico. Al principio, no sabía nada al respecto y me sorprendió su sugerencia. Pero decidí probarlo. La primera vez que lo porteé con un fular, algo mágico sucedió: mi bebé se calmó, dejó de llorar e incluso se quedó dormido. Pasé de tener un bebé inquieto y angustiado por los cólicos a tener uno tranquilo y sonriente.
A medida que lo porteaba, descubrí que podía realizar mis tareas diarias con mayor comodidad, como comer o lavar los platos, por ejemplo. Cada vez me sorprendía más de lo maravilloso que era el porteo. Pero lo que más marcó mi experiencia y sanó mi maternidad fue el hecho de que, cada vez que tenía a mi bebé cerca de mí, porteado, dormido y seguro, sentía que recuperaba todo el tiempo que nos habían arrebatado al nacer. Y ese miedo y angustia con la que me había impregnado después de la cesárea iban desapareciendo.
Una noche, mientras le daba leche a mi hijo en la oscuridad de su habitación, me di cuenta de algo: ¿cómo es posible que tan pocas personas conozcan el porteo ergonómico? Mi experiencia hubiese sido tan diferente si lo hubiera sabido desde el principio. Sentí un deseo profundo porque todo el mundo conociera los beneficios del porteo. Fue esa emoción la que me llevó a tomar la decisión de convertirme en asesora de porteo, una profesional que difunde información y enseña sobre esta hermosa práctica ancestral. Mi objetivo es acompañar a las madres en su camino de maternidad, ofreciendo conocimiento, explicando cómo utilizar diferentes tipos de portabebés y compartiendo los beneficios de esta práctica. Quiero que todas las mujeres se sientan empoderadas y puedan disfrutar plenamente de la experiencia de ser madres.
Y es que mi historia no es única. En este camino he conocido a muchas madres que se han sentido perdidas y desbordadas en los primeros días de maternidad, sin saber cómo calmar a sus bebés o enfrentar los cólicos. El porteo ergonómico ha sido una revelación para muchas de ellas que me han dicho que les permite, al igual que a mí, tener una conexión profunda con sus hijos, aliviando las dificultades de la crianza.
En agosto de 2021, nació mi segunda hija, cuando el mayor tenía sólo tres años. Allí volví a confirmar lo maravilloso de esta práctica. De hecho, no imagino cómo podría haber sobrevivido a estar para los dos, cada uno en una etapa diferente. Muchas veces tuve que contener a mi hijo mayor, bañarlo o cambiarle los pañales mientras porteaba a mi hija recién nacida. También me ayudó con los celos del mayor, porque me permitió tener las manos libres para mantener los tiempos y espacios que antes eran de los dos, como cuando íbamos al parque y jugábamos o lo columpiaba. Todo esto mientras su hermana estaba en mi fular, como una extensión de mi cuerpo. Sin el porteo eso hubiese sido mucho más difícil.
Cuando he sentido que necesito cuatro manos y solo tengo dos, el porteo me ha acompañado y ha liberado mis manos para satisfacer las necesidades de mis dos hijos
En febrero de este año tuvimos un accidente con mi hija menor, se le quebró un vaso de vidrio en la mano y al caerse, se apoyó sobre el vaso quebrado. Se cortó tres tendones, dos nervios y todos los ligamentos de la mano. Tuvimos que ir rápidamente a urgencias y allí la estuve porteando mientras le cosían su manito y le hacían todos los procedimientos y controles. Todo ocurrió con ella en brazos. Eso permitió que se sintiera contenida ella y yo también, porque a pesar de todo, ella estuvo siempre en calma y eso, a su vez, me calmaba a mi. Poder abrazarla en ese momento tan duro, fue un alivio.
El porteo ha transformado mi maternidad de una manera positiva porque cada momento en el que he querido tirar la esponja, o que he sentido que no soy capaz; cuando he sentido que necesito cuatro manos y solo tengo dos, el porteo me ha acompañado y ha liberado mis manos para satisfacer las necesidades de mis dos hijos”.
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* Natalia Castillo es creadora de Bien Porteado (@bien_porteado), una comunidad donde se encuentra información segura y confiable sobre el porteo ergonómico y respetuoso. Además hace dos años creó el Centro de Investigación y Desarrollo del Porteo Respetuoso y Seguro con el objetivo de seguir explorando y compartiendo conocimientos sobre esta práctica.