¿Cómo hacer entender a mi familia que terminé con mi ex?

Familia y ex



Si terminar una relación no es fácil para nadie, sin duda se vuelve aún más complejo cuando se trata de vínculos de largo plazo. Y es que, en caso de matrimonios o pololeos largos, romper con la pareja implica, inevitablemente, terminar con los círculos que lo rodean. Puede que sea algo que no se quiera, o incluso que no esté presente en la ecuación, pero es un hecho que ahora no verás a sus parientes en los eventos familiares, no estarás presente en los almuerzos con sus padres y, mucho menos, serás parte de las fiestas con sus amigos. Y viceversa. Porque cuando las cosas llegan a término, los sistemas se alinean y cada integrante de la pareja recibe el apoyo de sus cercanos. O al menos así ocurre en un primer momento cuando se necesita un poco más de espacio.

Sin embargo, ese quiebre de vínculos no siempre sucede de manera tan lineal. Tu mamá puede seguir recordando a esa vez que tu ex cocinó en la fiesta de tu abuela, o tu hermano puede estar comparando a tus nuevos intereses amorosos con tu antigua pareja. Quizás, lo/la siguen invitando a eventos familiares o continúan comunicándose con él/ella para saber sobre su vida, haciendo del quiebre una mochila pesada y difícil de cargar.

El trabajador social y escritor Jay Deitcher cuenta su experiencia familiar en el artículo How to set boundaries when your family sides with your ex, publicado en el medio estadounidense Vox: “En el caso de mi familia, mi cuñado terminó con mi hermana y dividió a nuestra familia en dos: aquellos que empatizaron con mi hermana y aquellos que se unieron a su ex. Esto obviamente se complicó porque llevábamos más de dos décadas enamorándonos de mi ex cuñado, pero (con el término) ya no era la persona que conocíamos hace mucho tiempo”.

Como las parejas están entretejidas en los sistemas familiares, dice Deitcher; dejar una relación genera una especie de shock en ese grupo. Un impacto que es necesario recalibrar a través del tiempo, aun cuando pueda ser confuso para los integrantes de la familia que, en muchos casos, buscan explicaciones para entender qué pasó. “Cuando una pareja se separa y hay un tiempo previo de estabilidad -con vínculos políticos, legales, amorosos-, se afecta toda la red de relación. Se reestructura el sistema, aunque no todos los miembros de la familia lo viven de misma manera. Muchas veces las personas tienen que hablar con sus parientes para pedir que les acompañen en proceso de separación y, en general, ellos se tienden a acoplar en lo que sería un proceso facilitador. Sin embargo, no siempre es así y puede haber situaciones donde se insista en tener vínculos estrechos con el o la ex. Eso dificulta un proceso que ya es doloroso, que tiene que ver con aceptar la pérdida”, analiza Diana Rivera, doctora en Psicología y académica de la Universidad Católica.

Ese interés por seguir incorporando al ex o juntándose con él/ella en algunas instancias, sin embargo, no se funda en malas intenciones, sino que se explica por un principio básico -e incluso biológico, si se quiere- que todos los sistemas aplican para su subsistencia: la homeostasis. “Las familias lo único que quieren, en general, es volver al equilibrio anterior a la separación. Porque hay una afectación grande, entonces se busca mantener las cosas más o menos igual. Si ya no está la ex que me gustaba tanto, quiero a alguien que reemplace sus mismas características, como, por ejemplo, una persona que se preocupe de la suegra o que haga los regalos de navidad. Si ella, no cumple con eso, lo más seguro es que traten de sacarla, con el argumento de no me gusta para ti. Es un interés por conservar un equilibrio, medio precario, del funcionamiento familiar. Pensemos que cuando llega alguien a la familia, también afecta a ese grupo, de momento que su presencia es importante en ciertos eventos o momentos familiares”, reflexiona Dominique Karahanian (@psicologianarrativa), psicoterapeuta y académica de la Universidad Mayor.

Como todas las personas esperamos el apoyo de nuestros cercanos en momentos de separación, el percibir que hay personas de la familia que siguen aferradas a esa persona -ya sea hablando de él/ella, o derechamente comunicándose a nuestras espaldas- puede ser muy conflictivo, ya sea en la interna del grupo, como también a nivel de salud mental. “Puede haber un distanciamiento, asociado con la idea de diferenciarse de la familia de origen. Porque cuando uno se separa, comienza a redescubrir quién es, en su individualidad, sin la pareja al lado. Entonces, si no se acepta, por ejemplo, al nuevo vínculo que tengo o nueva identidad que estoy encontrando; me distancio”, manifiesta Karahanian. Algo similar sostiene Diana Rivera: “Si los suegros invitan a la expareja a un evento, esa acción hace que el hijo o la hija no pueda asistir a la celebración con su nueva relación, o al menos se le dificulte hacerlo. Se genera un conflicto de lealtad muy importante y también se pueden provocar dificultades de salud mental, sobre todo en caso de tener niños en común”.

Entonces, ¿Qué hacer para que las familias logren incorporar la separación y hacer de este proceso un espacio de acompañamiento seguro para todos?

En estos casos, dice Rivera, establecer límites claros, permeables y flexibles con la pareja es clave. Ese es el primer paso. “Cada pareja tiene que conversar respecto a cómo manejar esta nueva situación con las familias extendidas, sobre todo en el caso de tener hijos e hijas. Entender qué se hará en casos de fiestas, aniversarios o celebraciones; y determinar qué se va a contar o no, porque los límites también implican información, no es solo un asunto de contacto. El ideal es llegar a ciertos acuerdos”.

Luego de eso, y ya con las reglas más establecidas, se puede conversar con los familiares, para comunicar qué es lo que más acomoda en este proceso, para poder sentirse acompañado y seguro. Aunque quien rompe el vínculo evidentemente estará más afectado, tampoco hay que olvidar que el sistema familiar también puede sentir esto como una pérdida. Y para eso, se debe practicar la empatía desde ambos lados. “Hay que comunicarse directamente. Decir ‘no quiero que tengas a esta persona en Instagram’ o ‘no quiero que converses con él/ella por teléfono’. Ahí va a depender mucho de la persona, porque hay gente que le da lo mismo que se vinculen, pero otras que no toleran saber del ex. Entonces, hay que ser claro respecto a las nuevas condiciones, entendiendo que uno es el vector que decide cómo deberían relacionarse. Eso es caso a caso”, afirma Dominique Karahanian.

Ahora, si la familia sigue insistiendo y se percibe que no hay apoyo, Jay Deitcher sugiere rodearse de personas que sí entreguen ese soporte, que pueden ir desde amigos hasta compañeros de trabajo o un terapeuta. Distanciarse de padres, hermanos o primos durante un tiempo también puede ser una decisión válida cuando se genera un dolor adicional en el proceso. Quizás, ahora no quieras almorzar con ellos todos los domingos o contar sobre tus nuevas relaciones, y está bien. Así concluye él lo que pasó en el caso de su hermana: “Cuando mi hermana comenzó su nueva vida como madre soltera, expresó claramente sus necesidades a cada miembro de la familia, luego se fue y vivió su vida, embarcándose en una nueva aventura en el otro lado del país, redescubriendo sus pasiones, encontrando la alegría que le faltó durante los últimos años de su matrimonio”.

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