Los cosméticos son parte de los objetos de tocador de muchas personas y la mayoría tiene al menos un producto de este tipo en su baño. Y es que en muchos casos son beneficiosos para la salud de la piel o sirven para cambiar ciertas características con las que algunos podrían no sentirse cómodos. En algunos casos son recomendados o recetados por especialistas, pero hoy en día hay variedad e información suficiente como para que cada uno haga sus elecciones. El tema es saber leer la etiqueta o su listado de ingredientes, para poder decidir si efectivamente son lo que buscamos o no.
La información que viene con los productos cosméticos es compleja de analizar y no es tan evidente como sí lo es muchas veces en los medicamentos, por ejemplo. Así lo explica la vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Químicos Cosméticos, Paulina López: “Primero, hay que reconocer que el cosmético no muestra la concentración a diferencia del medicamento que sí lo detalla”, explica.
¿Hay una especie de guía o manual para leer este etiquetado? Esta es una de las dudas más frecuentes en cuanto a la formulación de cualquier crema. Saber qué producto estamos comprando y cómo podemos leer su composición para orientarnos si es el adecuado. “Todos los ingredientes de un cosmético están listados en el producto y se estructuran en orden decreciente, es decir, van ordenados por concentración y por eso según su ubicación en la lista, podemos saber la proporción que tiene el producto”, dice Isabel Grob, directora de la Sociedad Chilena de Químicos Cosméticos.
Algo de lo que se habla mucho es de los principios activos, aquel componente que supuestamente le da todo el valor y la efectividad al producto. Grob explica que estos son productos asociados a beneficios. Así, pueden tener propiedades calmantes, hidratantes o unificadoras de tono, por mencionar algunas. Pero, si la etiqueta señala que el cosmético contiene un ingrediente activo, no está asegurando que ese extracto es el responsable su eficacia, necesariamente.
Algunas consideraciones a tener en cuenta
Siempre hay que considerar los protocolos de sanidad. En Chile deben cumplir con la normativa de código sanitario de los registros del D.S.239/02 (Reglamento del sistema nacional de control de cosméticos), y esta información se puede encontrar en la parte trasera del envase. Según el ISP, cualquier producto que se aplique externamente en el cuerpo humano con fines estéticos, modificación de su aspecto físico o conservación de las condiciones fisicoquímicas normales de la piel, debe estar bajo esta normativa. Así lo explica Isabel, quien asegura que lo esencial al revisar un producto es que tenga registro sanitario. “Se comercializan muchos productos que no tienen registro y esto permite controlar el tipo de ingrediente o quién lo está fabricando, más bien, quién se hace responsable de la fabricación. En el caso que no lo tenga es ilegal y no tiene ningún respaldo de seguridad” señala la química farmacéutica.
En la actualidad, la elección de un cosmético va más allá de sus propiedades. Muchas personas también buscan un producto que sea consciente y proteja a los animales de prácticas de maltrato. Aquí entra la categoría cruelty free, que Camila Cortinez, directora general de Fundación Te Protejo, identifica como: “Un producto que no ha sido probado en animales para comprobar su seguridad o toxicidad en humanos, tanto en sus ingredientes como su fórmula terminada o su exportación’'.
Pero, ¿qué ingredientes no debe contener un producto sin crueldad animal? Camila menciona que no hay limitación de ingredientes, no obstante, lo importante es que estos no hayan sido testeados en animales. “El concepto cruelty free no incluye que el producto tenga componentes de origen animal, ya que esta denominación se refiere a los productos veganos”, afirma Camila.
Por último, las certificaciones de estos cosméticos se efectúan mediante una revisión para verificar que los ingredientes no incurran en testeo animal. “La certificación se renueva cada año, para asegurar que las materias primas mantengan los protocolos”, menciona la directora. Sin duda, consultar las etiquetas responden a un consumo consciente de los productos y conocer sus componentes pueden orientar la búsqueda, aún así lo fundamental es informarnos para saber qué estamos usando.