Contextualicemos
"El estrés se empieza a sentir cuando una persona se da cuenta de que sus habilidades o recursos propios no son suficientes para enfrentar cierto desafío", explica la sicóloga de la Clínica Las Condes, Ignacia Burr. Cuando esto sucede, el organismo comienza a liberar una hormona llamada cortisol, que se encarga de prepararnos para momentos de mayor activación en los que es necesario mantenerse alerta. "El daño que provoca el estrés no es por el exceso de esta hormona, sino que se debe a que el cuerpo, al someterse a mayor tensión, se compromete en su totalidad y funciona de manera distinta. La energía se enfoca en ordenarlo y, como consecuencia, el sistema inmune se altera, provocando un desbalance".
¿Existe una dosis sana?
La respuesta de la sicóloga es un rotundo no. "El estrés jamás va a ser saludable, sin embargo, la ansiedad sí. Ambos suelen ser dos términos que la gente confunde. El estrés se entiende como una desventaja que nos bloquea frente a problemas o situaciones agobiantes y la ansiedad, en cambio, es una emoción que, si se presenta en bajos niveles, podría ser buena", dice. Un buen ejemplo es el caso de una trabajadora que tiene que preparar una presentación en poco tiempo. Si se estresa, es probable que no lo pueda hacer o que se sienta angustiada durante todo el tiempo, pero si se trata de una ansiedad moderada, esta funcionará como motor y la ayudará.
El estrés mata
Los doctores estadounidenses Steven Masley y Jonny Bowden aseguran en su libro Grasas inteligentes que el estrés podría causar la muerte. Para ejemplificarlo, cuentan la historia de Cindy Gore. Ella y su marido, Rusell vivián en Nueva Orleans cuando, en agosto de 2005, el huracán Katrina arrasó la ciudad y su casa se inundó. Ambos subieron al desván y esperaron a los helicópteros de rescate. Mientras tanto, Rusell abrazó a su mujer y trató de tranquilizarla. Sin embargo, según aseguró en CNN, lo siguiente que recuerda es que ella se inclinó hacia él y vio que estaba muerte. Cindy, una mujer sana de cincuenta años había muerto de estrés. "Es posible que esto no pase tan rápidamente, pero mata, despacio e insidiosamente", cuentan en el libro. Estas son otras de sus consecuencias:
- Puede exacerbar e incluso iniciar brotes de dolencias como herpes, asma, alergias y acné.
- Empeora todas las enfermedades degenerativas, desde el cáncer hasta la diabetes.
- Hace más lenta la recuperación de afecciones graves.
- En el cerebro, encoje el hipocampo, zona involucrada con la memoria y el pensamiento.
- Aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
- Disminuye la eficacia del sistema inmunitario.
Técnicas para combatirlo
Ignacia Burr cuenta que existen, principalmente, dos estrategias de enfrentamiento para manejar el estrés: la emoción o la acción. La primera tiene que ver con aquellas personas que buscan apoyo y crean un círculo de contención para pedir ayuda, y la segunda con la capacidad de solucionar un problema a través de la organización y planificación. Sin embargo, también hay algunas prácticas que sirven para disminuirlo:
- Respetar los horarios de comida porque el ser humano necesita condiciones básicas para estar en un estado emocional estable. Lo básico y lo primero, es alimentarse bien.
- Dormir, al menos, entre seis u ocho horas diarias.
- Hacer ejercicio para aumentar las hormonas asociadas a la felicidad y al relajo, como la endorfina y melatonina.
- Organizarse y planificar las actividades.
- Tener metas realistas, ya que cuando empieza el año las personas, después de las vacaciones, se sienten inspiradas y hacen una programación para marzo que muchas veces es difícil de cumplir. Es importante poner expectativas realistas.
- Hacer alguna actividad que produzca placer y des conexión de la rutina, como ver una serie, escuchar música o meditar.
Ejercicio de respiración
Steven Masley y Jonny Bowden recomiendan que, durante diez minutos al día, se realice este ejercicio de respiración profunda:
- Sentarse en silencio en una postura cómoda con las palmas de las manos hacia arriba.
- Cerrar los ojos
- Relajar todos los músculos uno a uno, empezando por los pies y ascendiendo de a poco.
- Inspirar profundamente por la nariz y espirar por la boca.
- Concentrarse solo en la respiración sin preocuparse si la mente divaga (porque lo hará). Sin embargo, cuando esto pasa, hay que volver a prestar atención en el ejercicio.
- Mientras se respira, decirse a uno mismo palabras de calma silenciosamente, como paz, alegría, amor, silencio y gratitud.
80% de los chilenos asegura haber sufrido de estrés alguna vez en su vida, según estudio realizado por el Centro Médico Cetep.