Fotografías en la playa, videos de un atardecer con unas copas o una junta con amigos al aire libre, son algunas de las postales que aparecen constantemente en redes sociales en los días de verano y que, en consecuencia, pueden hacer que la emoción del FOMO (Fear Of Missing Out) esté más presente, un anglicismo que se usa para explicar el temor de perderse cosas o planes.
Socialmente se espera que en la época estival los panoramas abunden o, al menos, estén en nuestros planes las esperadas vacaciones. Pero ¿qué pasa si no tenemos planes o personas con quien hacer planes? La psicóloga Camila García (@psicologamorada.cl) asegura que “la falta de educación emocional genera que siempre sintamos la presión de asistir a eventos porque nos vamos a perder algo. Por ejemplo, en Año Nuevo se piensa que los jóvenes deben salir, carretear, y se genera una presión y una única forma de vivir los eventos sociales. En verano ocurre lo mismo: muchas personas al ver que no están en la misma sintonía, se tienden a cuestionar ‘cómo no estoy en lo mismo’, ‘qué fome por mí’, ¿debería ir a tal cosa?’. Más allá de que haya un proceso de pensar qué es lo que realmente quiero, de base hay una presión preestablecida que genera en ambos casos una ansiedad: por ir y por no ir”.
Según explica Alejandro Fernández, psicólogo y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Valparaíso, el FOMO fue un concepto acuñado inicialmente por el marketing hace más de diez años y que luego paso a estudiarse por la psicología. “Está relativamente validado y hay mucha investigación al respecto, como pasa con otros conceptos que al momento de ponerles nombre podemos hablar de ello. Podemos pensar en el FOMO retroactivamente, antes de las redes sociales, porque siempre han existido momentos en los que uno siente que tiene que estar sí o sí informándose de algo, por ejemplo, cuando hay catástrofes naturales, elecciones, mundiales de fútbol, etc.”, explica el académico.
Pero no son el internet ni las redes sociales lo que generan esta sensación, sino que más bien pueden agravarla o amplificarla en algunas personas. “Hay autores que diferencian el FOMO como un estado, que es algo que puede ocurrir en algunos momentos, y el FOMO como un rasgo de personalidad. Hay gente que por ciertas características de su personalidad son más tendientes a experimentarlo”, explica el académico.
Redes sociales con mesura
La mayoría de los consejos prácticos para lidiar con esta emoción durante la temporada de verano tienen que ver con practicar mindfulness, acomodar nuestras rutinas al clima, fijar planes o metas realistas y realizables y desconectarse de las redes y el celular, de ser necesario, para evitar la comparación con otras personas.
Para la psicóloga Camila García es indispensable entender que “esto viene de otras problemáticas de salud mental en las que es bueno asesorarse con un profesional. Pero, sobre todo, el primer paso es entender que esta emoción existe. Es importante ser compasivo con uno mismo y ponerle un nombre le da una validez. Creo que todos los límites personales son súper válidos. Si para ti una forma segura es salirte de redes por tu bienestar, está bien y también lo está si no es así, porque depende de cada caso. Muchas veces se piensa que poner límites solo significa hacerlo con los otros, pero también podemos ponernos límites a nosotros mismos”.
Estar fuera de las redes sociales no significa que estemos exentos de este fenómeno, porque las preguntas dentro de espacio laborales o familiares sobre los planes para el verano y las vacaciones también reafirman la presión social de tener panoramas en estas fechas. “Somos seres sociales y está bien que otras personas sepan lo que hacemos, dónde fuimos y qué hicimos. No hay problema en compartir lo que uno hace con el resto, pero hay que estar consciente de que toda información es sensible. Mientras más información entrego, más sabe la otra persona sobre mí y más decisiones puede tomar sobre mí. Creo que, además, hay que educar a las personas en el uso de redes sociales, particularmente en el uso de Instagram y TikTok. Lo que aparece ahí es solamente una carátula, un resumen muy sesgado de cómo las personas lo están pasando. Mi recomendación es tomar con mesura todo ello. Todavía no somos completamente conscientes de los efectos”, explica Alejandro Fernández, académico de la Universidad de Valparaíso.