Cómo partir un emprendimiento
Generalmente hay dos tipos de personas con ganas de emprender: las que tienen una idea de negocio, pero le dan muchas vueltas y no saben cómo aterrizarla y ponerla en el papel; y las que tienen la idea, en la noche se desvelan inventando el nombre y al otro día ya tienen el Instagram creado y la primera venta hecha. Da lo mismo si son de un grupo o del otro, siempre lo primero y lo más importante es entender por qué estoy emprendiendo ¿Qué me mueve a armar un emprendimiento? ¿Cuál es mi propósito? ¿Quiero impactar al país? ¿No tener jefe? ¿Horario flexible?
Con el propósito claro podemos avanzar, podemos armar un modelo de negocio y todo lo que hagamos va a tener un sentido y se va a trabajar en un objetivo a largo plazo. Lo importante es emprender desde el propósito, desde la pasión, desde lo que uno quiere lograr. Además, es lo que nos va a ayudar a superar los problemas, a reenfocarnos si en algún momento sentimos que perdemos el rumbo, a mantener la calma cuando nos sentimos sobrepasados, y a repuntar en los momentos de crisis e incertidumbre (porque sí, emprendiendo hay crisis e incertidumbres).
Ahora tenemos que pensar en nuestra idea. Las ideas pueden nacer de una necesidad personal, de algo que escuchamos, algo que leímos, que vimos en otra parte, algo que se nos ocurrió en la ducha o algo que nosotros hacemos y creemos que hay un mercado. Pero las dudas vuelven: ¿Eso es rentable? ¿Efectivamente voy a vender? ¿Funciona la idea en nuestro mercado?
Para eso es importante entender la NECESIDAD que vengo cubrir. Y lo pongo con mayúscula porque es realmente importante. Tenemos que darnos cuenta y ser capaces de saber qué "dolor" voy a sanar con mi emprendimiento. ¿Pero cómo sabemos eso?
Hace seis años tuve una tienda de manualidades, se llamaba Tienda Picnic y usé distintas estrategias para entender la necesidad que venía a cubrir. La idea se me ocurrió simplemente porque me gustaban mucho las cosas craft, y porque al ir a comprar materiales, todas las tiendas vendían los mismos productos y no me sentía identificada con ninguna; además me di cuenta de que en otros países sí existían las tiendas que yo me imaginaba. Con esos dos antecedentes, más muchas conversaciones con personas que tenían el mismo hobby que yo, decidí armar la tienda, ya que vi una necesidad y una tendencia real: "modernizar, acercar y democratizar las manualidades".
Si bien sería ideal poder hacer investigaciones de mercados, focus group y encuestas como lo hacen las grandes empresas para analizar si su producto es aceptado o no por el público objetivo, los emprendedores contamos con algunas herramientas, más simples, pero que nos dan luces de qué necesidad estamos cubriendo, y si hay un mercado para eso. Algunas de ellas son:
- Analizar Tendencias: Ver que está pasando en otros lugares, buscar referentes, leer libros, mirar revistas, redes sociales, páginas web y todo lo que esté a nuestro alcance para conocer y entender qué está pasando en el mundo sobre nuestra idea. Esto fue lo que hice con mi tienda y me di cuenta que habían muchas tiendas de este tipo, y que cada vez abrían más.
- Hacer encuestas: Hoy día existen herramientas como Surveymonkey, Typeform, Google Form, que son accesibles, rápidas y fáciles de analizar. Si no tenemos base de datos, se la podemos mandar a amigos, familiares, conocidos y ellos se los pueden reenviar a personas afines.
- Conversaciones: Tomarse un café con alguien que creemos que es referente en el tema nos puede ayudar mucho. Siempre es bueno tener con quien conversar, pimponear idea y que sirva de guía. Puede ser alguien que sabes que va a comprar tu producto, alguien que haya emprendido en otro rubro, ya que la experiencia siempre ayuda, o una persona en quien confíes en su criterio y sabes que te va a dar buenos consejos.
- Intuición: O como bien chileno "escuchar la guata", esto es lo menos empírico, teórico y racional, pero todo emprendimiento tiene que tener una cuota de intuición, de creer a concho en la idea y de sentir que lo que estamos haciendo es lo mejor que se nos puede haber ocurrido.
Esta es la primera etapa y es en la cual siempre nos preguntamos ¿Puedo vivir de esto? ¿Puedo encontrar el equilibrio entre mi vida personal y mi emprendimiento? ¿Esto es realmente lo que me hace feliz? Todas esas respuestas no las sabremos hasta que estemos con el negocio andando, con las manos en la masa, puede que sí como también que no; pero sí sabemos que, siendo conscientes del propósito, de la idea y de la necesidad que ésta cubre, estamos construyendo un emprendimiento con bases sólidas.
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