Los aceites esenciales han sido utilizados desde hace miles de años. Hay registros que comprueban que los egipcios los usaban para varios fines e incluso en la antigua Grecia, Hipócrates los empleaba para tratar a sus pacientes. Durante la Edad Media se creía que estos compuestos eran esenciales para la vida, y fue eso lo que les dio el nombre con el que los conocemos.
Obtenidos de distintas partes de las plantas y a través de distintos métodos, como prensado en frío, extracción con solvente o destilación por arrastre de vapor, la pureza del compuesto depende de las condiciones medioambientales del hábitat de la planta. Y en su mejor época de cosecha es la materia prima idónea para obtener el aceite esencial para fines terapéuticos.
"Los aceites esenciales nos ayudan a defendernos de microorganismos que puedan provocarnos infecciones, además de apoyar distintos sistemas como el inmune, el nervioso, el respiratorio o el digestivo según su forma de uso", afirma la fitoterapeuta Dominique Fresard.
Aunque existen en formatos internos y tópicos, la mayoría de los que se encuentran en el mercado son los aromáticos, ya que tienen el gran beneficio de incorporarse en el cuerpo de manera muy efectiva. "Existe una conexión directa entre el sistema olfatorio y el sistema límbico, centro integrador de las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria", explica Dominique. "Es ahí donde se conecta un aroma específico con una emoción, y es por eso que logra influir mental y emocionalmente, siendo muy beneficioso para aportar tranquilidad, alegría, motivación o concentración, por ejemplo".
Uno de los más comunes es el aceite esencial de lavanda, conocido por su efecto calmante. Tanto, que además de incentivar el balance emocional, se utiliza para combatir el bruxismo y el insomnio en tiempos de estrés. Otros aceites esenciales que tienen propiedades que pueden ayudar al equilibrio emocional son los del limón y menta piperita. "Para calmar la ansiedad, el estrés, la angustia y poder conciliar el sueño, también se recomiendan los aceites esenciales de bergamota, petitgrain, salvia, albahaca, ylang ylang, naranja silvestre, patchoulí, incienso, geranio, vetiver, manzanilla, madera de cedro y sándalo, entre otros, que pueden utilizarse por difusor o en puntos reflejo una hora antes dormir o al sentir ansiedad o preocupación".
Existen también usos menos conocidos de los aceites esenciales, como la propiedad de sanitizar o higienizar, algo que puede ser un apoyo extra para los imprescindibles productos domésticos de limpieza en tiempos de Covid-19. El árbol de té o Malaleuca Alternifolia, por ejemplo, es muy utilizado en el mundo de la cosmética por su efecto regulador del sebo.
Por otra parte, se reconoce que el aceite esencial de ese vegetal originario de Australia tiene propiedades antisépticas, antibacterianas, antifúngicas, antiparasitarias y antivirales, al igual que el que proviene del orégano, que -además- estimula el sistema inmunológico. Una alternativa natural y libre de químicos para reforzar el efecto de los productos tradicionales.
Receta de limpiador de superficies (desinfectante)
Por Dominique Fresard
1 1/2 tazas de alcohol (70%)
2 tazas de agua destilada
1 botella reutilizada de 750 ml aprox (con atomizador)
1 embudo
Aceites esenciales:
10 gotas árbol de té
10 gotas limón
10 gotas tomillo
10 gotas eucaliptus
Rellenar la botella con el alcohol y el agua destilada con la ayuda de un embudo y agregar los aceites esenciales uno a uno. Tapar y batir suavemente. Se puede utilizar para desinfectar superficies de la casa, zapatos y ropa.