Cuando María Teresa (32) y Rosario (36) formalizaron su relación y se fueron a vivir juntas, fue Rosario la que asumió la mayoría de las tareas domésticas -particularmente de planificación y organización- para que la casa no se transformara en un caos. Era ella quien programaba las comidas de la semana, pagaba y llevaba un registro de las cuentas, y también estaba atenta a las cosas que faltaban. Un rol que algunos psicólogos han denominado trabajo cognitivo y que también se conoce como carga mental.
En parejas de distinto sexo, y debido a un tema cultural, esta carga la suelen llevar las mujeres. Así lo explica el reconocido psicólogo español Alberto Soler, quien fue uno de los primeros en hablar de este concepto. “Cuando las mujeres se quejan de que la carga no está bien repartida muchos hombres responden: `pero si tú me pides que haga algo, yo voy y lo hago´. Y es verdad que lo hacen, pero el tener que dar esa indicación implica que quien está detrás de la coordinación y gestión doméstica, sigue siendo la mujer, independiente de que no realice esa tarea puntual. Esa responsabilidad pesa y resta un espacio mental que es tremendo, hace que acaben el día estresadas e incluso, a veces, con la sensación de culpabilidad por no estar pudiendo con todo”.
En el caso de las parejas homosexuales, esta diferencia no se manifiesta necesariamente de la misma manera. Rosario, por ejemplo, reconoce que si bien en un principio las cosas en su casa funcionaron así, todo cambió cuando llegó su primer hijo. ”Creo que hay una tendencia a deslizarse hacia los roles de género tradicionales, incluso en parejas del mismo sexo que somos abiertas y liberales. En nuestro caso, soy yo la más femenina y ella la masculina”, reconoce. Pero cuando decidieron ser madres, fue Maria Teresa la que se embarazó y entonces ella amamantó, se hizo cargo de las citas médicas y otras cosas de su hijo, lo que llevó a que Rosario sintiera que por primera vez las cosas eran más igualitarias. “Hay momentos en los que me canso y me da rabia llevarme el peso de la administración del hogar, pero pienso que ella está en las tareas de cuidado y entiendo que, de cierta manera, la carga se reparte. No me imagino cómo será para una mujer heterosexual ser la administradora del hogar y al mismo tiempo la cuidadora de los niños”, dice Rosario.
Cuando decidieron tener a su segundo hijo, esta vez fue Rosario la que se embarazó y entonces naturalmente los roles se invirtieron. “Aunque yo fui la que siempre administró, esta vez no estaba disponible para hacerlo porque, debido a la lactancia, no estaba descansando bien y comencé a olvidar cosas. Ahí mi pareja asumió esa carga mental que yo no estaba sosteniendo”, agrega.
Según un artículo publicado en The New York Times, si bien hay poca investigación sobre cómo las parejas del mismo sexo negocian la carga mental, ciertos estudios han demostrado que tienden a dividir el trabajo doméstico -incluido el cuidado de los niños-, de manera más equitativa que las parejas heterosexuales y, a menudo, son más comunicativos sobre sus necesidades. “Pero no necesariamente tienen una distribución de tareas perfectamente uniforme”, dice en ese artículo Abbie Goldberg, profesora de psicología en la Universidad de Clark en Massachusetts, quien ha estado estudiando la crianza de los hijos LGBTQ+ durante más de dos décadas.
Según la experta, lo que ocurre en parejas del mismo sexo es que el trabajo cognitivo lo realiza la persona que tiene un horario más flexible, trabaja menos horas, tiene más licencia parental o gana menos dinero. En las familias con una madre biológica, factores como la lactancia materna también pueden crear divisiones; y las fortalezas y debilidades individuales de cada persona también juegan un papel. “Muchas veces lo que determina la carga de cada persona en parejas homosexuales son factores como la personalidad –quien es mejor planificando, por ejemplo– antes que los típicos roles de género que son determinantes en las parejas heterosexuales. En esos casos se suele asumir culturalmente que el hombre tiene un rol y la mujer otro”, agrega la psicóloga Loreto Vega.
Los estudios han demostrado que las parejas del mismo sexo no están necesariamente guiadas por ideas de género sobre quién debería hacer qué. Pero, como ya saben muchas parejas homosexuales, eso no significa que el género sea insignificante. “Las personas de la comunidad LGBTQ+ pueden estar sujetas a muchas de las mismas expectativas de género que las personas heterosexuales. Pero lo que sí se ve, es que tienen una mayor disposición a conversar y llegar a acuerdos respecto de la carga doméstica y mental ya que no están pre condicionados a asumir un rol cultural”, agrega la experta.
A Loreto –quien trabaja en terapia de parejas– le ha tocado atender a parejas homosexuales y heterosexuales. “En ambos casos uno de los grandes problemas es lograr experimentar formas de dividir mejor la carga mental de administrar una casa. Suelo dar algunos ejercicios simples como por ejemplo, que uno sea el que carga la lavadora y el otro u otra, el que se encarga de tender. Si él o la encargada de tender no lo hace, entonces el otro no puede lavar y por tanto es una responsabilidad compartida. No tiene que haber alguien “a cargo” o una especie de “director del hogar”, dice. Lo que ha visto es que aunque muchas parejas heterosexuales logran entender esas dinámicas, cuando se trata de dividir el trabajo doméstico, incluido el cuidado de los niños, son mayormente las parejas homosexuales las que logran hacerlo de manera más equitativa. “Y es que, aunque la equidad de género ha avanzado en los últimos años, el peso cultural es muy fuerte. Y los roles siguen siendo mucho más notorios cuando enfrentas a dos personas de distinto sexo”, concluye.