Siempre he sido muy abierta sexualmente. Me gusta tener encuentros casuales y no me siento muy cómoda con la monogamia. Cuando conocí a Felipe, mi actual pareja, él había terminado una relación bastante larga y tenía ganas de abrirse a experiencias nuevas, a un tipo de vínculo diferente, menos rígido. Para mí su situación era perfecta, ya que yo estaba en búsqueda de lo mismo. En nuestra primera cita tuvimos sexo. Sentimos mucha química y compatibilidad, y desde ese día empezamos a salir. Él aceptó de inmediato mi estilo de vida y yo el suyo, que era uno un poco más recatado, y así, de manera muy natural, abrimos la relación. Logramos crear una dinámica que fuese cómoda para los dos y que no coartara al otro.
Al principio fui solo yo la que se atrevió a conocer a otras personas, sin embargo, cuando Felipe empezó a hacerlo, me di cuenta que no estaba preparada para compartirlo. Sentí muchos celos y me daba miedo que conociera a otra mujer que fuese más interesante que yo. Como él es estudiante de derecho, me atormentaba pensar que quizás podría aparecer alguien más intelectual en su vida y sentirme inferior. Estaba en un dilema súper grande porque quería que él también tuviese la oportunidad de experimentar, pero no podía controlar mis sentimientos. Él me propuso no seguir haciéndolo, ya que no quería verme mal, sin embargo, no era justo y no quise limitarlo. Así que después de pensarlo durante un tiempo decidí acudir a una terapia alternativa para trabajar mis inseguridades.
Ahí entendí que los celos no son algo natural y que se adquieren con el tiempo, y en la mayoría de los casos por temas familiares. Yo los conocí por problemas de mis padres, pero superé mis miedos porque comprendí que cada relación es diferente y que cada persona puede entregar distintas cosas. Hay que saber que uno no siempre puede satisfacer todas las necesidades de su pareja, y que muchas veces se necesita de otro complemento. Creo que esa es una de las mentiras más grandes de la monogamia: pensar que uno lo es todo para el otro. También tuve mucha cercanía con el sufismo, corriente mística del Islam, que plantea una forma de vivir conectada con la espiritualidad y el mundo. Todo eso me ayudó a tener una cercanía conmigo misma, a entender mis procesos y aprender a sanarme.
Con Felipe somos bien selectivos, no es que nos metamos con cualquiera. Y hemos conocido a poca gente con la que nos sentimos cómodos tanto en pareja, como separados. A Felipe no le gusta mucho el sexo casual porque es bastante exigente con las personas, le gusta sentir una conexión más profunda. Cuando vamos a algún club swinger, por ejemplo, es otra la dinámica, porque uno sabe que no va a conversar. Es un espacio muy carnal, sin embargo, nunca hemos llegado a la penetración con otra pareja. Hemos hecho cosas más suaves. Nos tocamos y tenemos un poco de sexo oral. Lo que sí nos hace sentir cómodos son los tríos. Hemos hecho con una muy amiga mía, y todo se ha dado de manera muy natural. Nos quedamos abrazados los tres haciéndonos cariño hasta el otro día, tomamos desayuno juntos, y después la vida sigue. También una vez hicimos uno con un hombre precioso que conocimos en un sauna mixto de Providencia. Lo vimos, le conversamos, lo invitamos a la piscina y luego fuimos a un bar de Bellavista por unas cervezas. Después de conocernos, terminamos en un motel. Además, hemos hecho tríos con una mujer que conocimos en una fiesta y un hombre con el que acordamos por Twitter.
A Felipe le gusta mirarme cuando tengo sexo con otra persona. Me dice que es exquisito. Yo nunca lo había hecho, pero la otra vez quise sentarme a observarlo. Fue increíble, me sentí conectada sólo mirándolos. Lo que estaba viendo era algo natural, muy primitivo, y verlo tan entregado, diciendo el nombre de ella, me produjo un placer enorme y un morbo muy rico. Nunca pensé que podía llegar a sentir algo así. Y lo mejor es que nada cambia, todo sigue igual. Nuestro amor y cariño es el mismo.
La verdad es que jamás me imaginé llegar a este nivel de libertad y comodidad con una pareja. Creo que si tuviésemos que definir lo nuestro sería como una monogamia flexible, porque tampoco se trata de poliamor. No pretendemos que todas nuestras relaciones estén al mismo nivel, creemos que hay que jerarquizar. Nosotros somos muy cercanos, nos vemos mucho, somos compañeros, amigos, las hacemos todas juntos. Y pensamos que, al menos en este momento, es imposible tener otra relación como la nuestra, ya que no podríamos dedicarle el mismo tiempo. Sin embargo, no nos cerramos a la opción de crear un vínculo 'sexo afectivo' con un tercero. Soy súper consciente de que teniendo este tipo de relación existe el riesgo de que alguno de los dos se involucre sentimentalmente con otro, pero también sé que hay suficiente honestidad como para poder decirlo. Creo que las opciones de un quiebre existen en todos los tipo de relación, pero uno no puede ir amarrando a la gente por miedo a que te dejen.
Experimentar sexualmente con terceros como pareja no significa que necesitemos de otro para excitarnos. El sexo entre nosotros es algo cotidiano y me carga ese cliché de probar cosas nuevas para ´salir de la rutina'. Para nosotros esto es un plus y no quiere decir que no lo pasemos bien en la cama cuando estamos solos. Al contrario, nos encanta. Hemos explorado diferentes prácticas sexuales relacionadas con juegos de roles, privación sensorial y accesorios como vibradores y dildos.
Yo no critico ninguna forma de vivir. Esta es la mía y es la que me acomoda. Nuestros amigos saben perfecto cómo es nuestra relación y siempre nos hemos sentido muy aceptados. Nunca hemos recibido críticas, pero pienso que es por un tema generacional. Los jóvenes tenemos ganas de experimentar y estamos tratando de quebrar con los paradigmas tradicionales sobre la sexualidad y género. Tampoco quiero decir que nuestra relación es ideal y que todos deberían hacer lo mismo. Todas son distintas y en cada una existen sus propios límites. Sin embargo, sí me gustaría animar al resto a atreverse si es que tienen la duda. La clave es tener comunicación con la pareja e ir viendo juntos qué situaciones les acomoda y cuáles no. Hoy en día hay de todo para experimentar y lo que mejor es que se puede ir haciéndolo de poco.
Catalina Galaz tiene 22 años y es estudiante de pedagogía en lenguaje.