Paula 1148. Sábado 24 de mayo de 2014.
"Hace 14 años descubrí que tenía Parkinson. La encuentro una enfermedad interesante y divertida porque me obliga a incorporarla. Me causa algunos problemas físicos, movimientos involuntarios. Me borra los emails que he pasado toda una noche escribiendo o hace que el simple acto de darme vuelta en la cama se transforme en una proeza digna de un gimnasta olímpico. Pero tiene algo, en el fondo, bastante apasionante. Siento amistad por ella".
"Creo que hoy se está entendiendo mucho de lo que he hecho. Están ocurriendo un montón de cosas fuera de mí: me dieron el doctorado honoris causa en la Universidad de Alicante, harán dos congresos sobre mi obra, el inglés Colin Still está grabando un documental acerca de mi trabajo. Siento que esto empieza a pasar porque se aproxima la muerte".
"Tengo curiosidad por el acto de morir. Debe ser alucinante. Quizás la vida vale la pena por ese último segundo. No le tengo temor, es tonto temerle a algo que es irremediable".
"En mi adolescencia empecé a escribir poesía, pero estudié ingeniería. Era hijo de una madre viuda y pobre, y se suponía que uno tenía que estudiar cosas así. Mientras estaba en la universidad la poesía se hizo muy importante para mí. Después del Golpe se transformó casi en un asunto desesperado".
"Siempre quise hacer una obra que fuese como paralela a la vida, total, como la vida misma. Le he puesto lo mejor de mí y lo peor también. No sé si eso será suficiente, pero creo haber realizado algo más o menos coherente y, hasta donde he podido, más o menos honesto. Eso me da cierta paz".
"Hace poco terminé de traducir Hamlet. Fue alucinante. Lo traduje en dos meses y fue increíble. Descubrí que, finalmente, todas las lenguas expresan lo mismo, casi no hay nada en una lengua que no se pueda decir en otra".
"Ahora estoy traduciendo la Divina Comedia. La relación con este poema surgió por mi abuela italiana con la que pasé toda mi infancia, porque mi madre trabajaba. Mi abuela sentía una tremenda nostalgia por Italia y, cuando era chico, vivía hablando de su país y de la Divina comedia. Diría que mi relación con esta obra es más bien biológica, no intelectual. Tiene más que ver con la infancia, con la emoción".
"La Divina comedia tiene tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. El Infierno no es representable. Es todo aquello que es tan horroroso que ni siquiera accede a ser descrito por palabras. Es la máxima soledad, el máximo terror. Aquello que es radicalmente invivible. Si fuera posible representarlo, podría decir que mi Infierno es el Maipo, el barco donde estuve detenido en la dictadura; algunos abandonos, también. El Infierno, en el fondo, es la ausencia de amor. Paraíso, en cambio, es la presencia de amor. Y el Purgatorio son nuestras vidas".
"Soy un hombre bastante feliz. Mi relación con mis hijos es muy buena, lo que no deja de ser un milagro. Me alegran la vida. Tengo cinco nietos. No soy el abuelo ideal. Hay tipos que se rayan con sus nietos; yo los quiero mucho, pero no soy el abuelo más entretenido del mundo".
"Creo que todos los poetas alguna vez sueñan con ser cantantes de rock. La música ha sido siempre algo que me ha alucinado. La música boliviana, por ejemplo, para mí es la más profunda de la tierra, esa música altiplánica, del carnaval de Oruro. Pero también están Janis Joplin, Little Richard, Beethoven. Me entretienen las lecturas que estoy haciendo con González & Los Asistentes (grupo con el que hace presentaciones hace varios años). Lo paso bien".
"La vida es algo hermoso, incluso ahora. La aventura de ser testigo del universo es interesante. Si me hubieran dado a elegir entre nacer o no nacer, hubiera elegido nacer. No creo en la posteridad, no creo en otra vida. Creo que con esta vida basta y sobra. Es lo suficientemente paradisiaca y lo suficientemente infernal como para que se agote en sí misma".