Con mi pareja votamos distinto

Amor



“Con mi pareja actual llevamos un año y medio pololeando y por lo tanto nos han tocado ya cuatro elecciones: de convencionales, primarias, presidenciales y ahora el plebiscito de salida. Y en ninguna de éstas, hemos coincidido en el voto.

Cuando nos conocimos sabíamos que pensábamos distinto en algunas cosas, porque conocíamos nuestros círculos cercanos. El mío está bien metido en política, en cambio en su caso no mucho. Si bien tenemos muchos intereses en común, nuestras visiones respecto de la política son muy diferentes. Él está más preocupado por la economía, el valor del dólar, las exportaciones; yo, de la equidad de género, educación no sexista y la redistribución de los ingresos. Todas son preocupaciones muy válidas, pero diferentes.

Y esta no es la primera vez que me pasa algo así. Mi relación anterior fue hace diez años y también estuve con alguien que pensaba diferente. Lo que pasa es que ni ese ex, ni mi pololo actual, son hombres activistas en la política, y en realidad yo tampoco, pero sí son temas que me importan desde el punto de vista de la reflexión, o la visión de sociedad en la que quiero estar. Y además, en mi relación anterior no había un contexto social político como el actual; hasta hace un año y medio o previo al estallido social, estas diferencias de pensamiento se notaban menos, o quizás uno las llevaba mejor, pues estaba esa idea de que era mejor no hablar de política con los seres queridos o con los amigos.

Hoy las cosas ya no son así. Con cuatro elecciones en menos de un año y medio, los temas están presentes en las conversaciones, y se hace difícil evadirlos. Y este contexto me ha hecho reflexionar mucho respecto de las diferencias de pensamiento dentro de las relaciones de pareja. Para muchas personas estas diferencias son valoradas, pero también es cierto que es difícil mantenerlas al interior de una pareja, sobre todo en tiempos de elecciones. He llegado a cuestionarme si el hecho de pensar distinto debería ser una razón para distanciarnos, o si deberíamos ser capaces de obviar esas diferencias.

No sé aún si tengo una respuesta. Lo que sí sé es que con mi pareja comparto mis emociones más íntimas, tenemos hartas cosas en común. Sin embargo, no puedo compartir –como me gustaría– la profunda emoción que siento por los procesos políticos y sociales que vivimos. Igual yo intento no pasar por alto estos temas entre los dos, le cuento cuando algo me emociona, pero no encuentro la respuesta que esperaría. Y quizás eso también esté bien. Crecimos entendiendo que con las parejas deberíamos hacer un match perfecto, pero quizás no siempre es así y está bien, así le quitamos un poco de presión a la relación.

Creo que al final lo importante es que cada uno sea consciente de lo que busca de una pareja. Para algunos el hecho de tener una misma visión política es un intransable, como para otros lo puede ser la religión o la decisión de querer tener hijos o no. En mi caso, a pesar de las diferencias, intento encontrar puntos en común y también un espacio seguro en el que pueda expresar lo que siento. Eso me pasó al menos en esta última elección. A pesar de que votamos distinto y que cada uno vivió en su casa el proceso, él siempre estuvo pendiente de cómo me sentía. Eso es algo en lo que hemos evolucionado a lo largo de estas cuatro elecciones. Al principio no nos preguntamos mucho como estábamos cada uno con los resultados. Hoy logramos conectar más con las emociones del otro; un vínculo que hemos ido construyendo en base a la comunicación y gracias a que, aunque pensemos distinto, nos queremos y respetamos”.

Andrea Salinas tiene 34 años.

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