Lo que mejor nos viene a las madres que intentamos criar hijos y además tener una vida que no huela a pañal y a colados es saber que no estamos solas. Que no somos las únicas que cuando llega el sábado empezamos a rezar para que llegue el lunes. Que no somos locas por fantasear con la idea de que a los cabros chicos los capture una nave extraterrestre y los devuelva un par de días más tarde (bañados y comidos). Así me sentía yo, una pésima madre, irresponsable y desenamorada de mis hijas por ir a la pega con una sonrisa y volver agotada, sin ganas de recortar vocales mayúsculas para la profesora de Arte del colegio.
Por eso empecé a escribir mi blogsomosmalasmadres.blogspot.com, para hacer catarsis por escrito y esquivar juicios del estilo: "¿Y no la vas a ayudar con la lámina para que gane el premio a la mejor disertación?". No, les juro que no. La alumna es mi hija, yo hace años terminé el colegio. Si a las profesoras les sobra el tiempo es cosa de ellas. No es mi caso. Al iniciar mi blog de desahogo yo no descubrí ninguna pólvora.
La inglesa Stephanie Calman creó en 2003www.badmothersclub.co.uk. "Nos hacen creer que cuando tenemos hijos, tenemos que ser mujeres maravilla y eso es imposible. Empecé el sitio como una alternativa a las revistas femeninas que hablaban de la maternidad como algo simple, me propuse crear un espacio para confesar los temores reales, para liberarnos un poco de todo el peso que la sociedad pone en nuestros hombros. Porque cuando nos animamos a confesar los miedos y las inseguridades que sentimos, y descubrimos que hay muchas otras mamás que se sienten igual, se hace más llevadero", explica Calman, que es autora del best seller, Confessions of a bad mother. Hoy, su sitio está convertido en una empresa que ofrece foros de autoayuda con sicólogos y siquiatras para madres que aman a sus hijos pero muchas veces no saben qué hacer con ellos… ¡ni qué hacer por ellas!
En términos generales, todas las madres blogueras del mundo –que cada vez somos más– buscamos lo mismo: un canal de encuentro entre pares donde, con poca culpa y mucho humor, podamos confiarnos casi en secreto que amamos a nuestros hijos con la misma intensidad que a veces los odiamos. Todo medio vaso lleno tiene su medio vaso vacío, y la maternidad no escapa a la regla.
No soy la única
Cuando hace tres semanas publiqué una nota con estas reflexiones en la web de Paula nunca imaginé semejante repercusión. Hubo más de cien comentarios, muchos a favor y muchos en contra. Admito que no pude evitar la mueca a medida que "tías enamoradas de sus sobrinos", "padres muy presentes" y "mujeres que no quisieron tener hijos por ahora"me acusaban de irresponsable por haber parido no una, sino dos veces. Yo no hablo de vinos porque soy abstemia. No participo de un foro sobre la vida vegetariana porque no puedo diferenciar una lechuga de una espinaca. O sea… ¿Qué puede saber una tía, un padre que se va de la casa a las ocho de la mañana y vuelve diez horas después o una mujer que elige no tener hijos acerca de cómo nos sentimos nosotras? Jugar con una niñita durante tres horas es una cosa. Bañarla, cambiarla, contarle el cuento, volver a contárselo porque le gustó mucho, peinarla siete veces en veinte minutos porque el colet no quedó tan tirante como ella pretende, salir corriendo de la pega en medio de una reunión porque a la princesita le duele la guata y llamaron del colegio para ir a retirarla, repasar todos los huesos del cuerpo humano, acompañarla a comprar sostén para que no se le transparenten las pechugas con el uniforme, esperarla despierta hasta las tres de la mañana porque tuvo su primera fiesta de 15… No se ofendan, pero no creo que sepan de lo que estamos hablando. No con exactitud.
La periodista española Isabel García Zarza tiene uno de los blogs de madres más importantes y con mayor cantidad de seguidores. Ella está convencida de que cada vez somos más las madres que reivindicamos el derecho a ser imperfectas, y a que no nos critiquen por ello. "Es necesario hablar de la maternidad en estos términos, desmitificándola y quitándole esa aureola de felicidad ilimitada, porque no sirve más que para crear frustraciones", asegura. Aunque siente que aún nos queda un largo camino por recorrer: "Según un estudio que realizó la Fundación SM en España sólo una de cada cinco, repito: una de cada cinco parejas asegura que tiene un reparto equitativo de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos. Una de cada cinco… Para echarse a llorar". Isabel ha escrito varios textos polémicos. El que más críticas cosechó fue Cronograma del fin de la lactancia, donde explicitó: "Séptimo mes. Ante la salida del primer diente y el ansia carnívora de la criatura, que la ha llevado a estrenar su minúscula dentadura en la teta materna, la madre lactante decide dar por terminada la lactancia con sentimientos encontrados. Pena por una parte, pero también un enorme alivio. Octavo mes. La madre ex lactante descubre con desolación que no sólo no ha quedado nada del esplenpardor mamario de la lactancia, sino que sus antiguas ubres han quedado reducidas a pingajos asimétricos, pues una de ellas es incluso más pequeña que la otra. Y piensa consternada que, con todo lo que ha ahorrado a la Seguridad Social amamantando a su hijo y protegiéndolo de virus e infecciones, bien podrían ahora financiarle una reconstrucción del pecho". Hipso facto, los juicios de las lectoras reventaron la web. Para muestra, un botón: "Que pena me das, no eres capaz de ver mas allá de la función alimenticia de tus tetas, que pena me das. Te olvidas del calor, de la protección del consuelo, que pena me das. Y que pena me dan tus hijos, con una madre que se ve así…".
Tipos de madre
Según mi teoría existen tres tipos de madres:
-Las malas: se asumen imperfectas. Temen que algún día los niños les reclamen por falta de cantidad de tiempo (que nada tiene que ver con calidad de tiempo), pero no pueden evitar tener inquietudes más allá de sus hijos. Alguna vez prefirieron ir a depilarse aunque eso implicó llegar tarde al concierto de flauta. Desconfían de las mujeres que viven únicamente por y para sus hijos… sobre todo desconfían de la vida sexual de esas mujeres. Después de 24 horas de estar con los niños nadie tiene ganas de tirar.
-Las carolinas: es en honor ami amiga Caro, que tuvo tres hijos en tres años y piensa seguir pariendo. Ella va feliz con los tres pendejos de un lado al otro y, aunque a veces la veo agotada, jamás lo reconocerá. La Caro es mi ídola, a pesar de que aún no estrena su título de abogada. Admite que la vida es una permanente elección, y ha optado por priorizar su rol de madre. Está segura de que más adelante podrá dedicarse a lo suyo. Yo lo dudo.
-Las queni: queni trabajan, queni se ocupan de sus hijos. Contratan tantas nanas como les da el bolsillo y se autoconvencen de que son madres presentes únicamente porque no trabajan, llevan y traen a hijos propios y a ajenos a los cumpleaños y siempre lucen espléndidas. Creen que las malas madres son irresponsables y que las carolinas son unas pobres minas… El mundo espera de nosotras que seamos perfectas. Que sepamos cocinar, tejer, bordar, que tengamos una buena pega y que nos alcance el tiempo y la energía para sentarnos a jugar al Memorice con los niños. Lo siento mucho, pero yo no puedo ni quiero hacer todo eso. Y, por lo que veo, no soy la única que va por otro camino. Podrán criticarnos, señalarnos y hasta ofendernos. Seremos malas madres, pero nuestros hijos nos aman así. Imperfectas, humanas.
Entrevista a Ayelet Waldman
Responde la peor de todas
Ayelet Waldman es abogada y escritora y vive en California con sus cuatro hijos y su marido, el también escritor Michael Chabon. Armó su blog en 2004 y desde el comienzo fue controvertido. Hasta llegó a escribir en él que, Dios no lo quisiera, era capaz de imaginar su vida sin sus hijos porque no estaba enamorada de ellos, pero no sin su marido.
La catarata de críticas fue inmediata. Y lo mismo sucedió al contar su historia en www.paula.cl. Los lectores la juzgaron hasta de antinatural. Sin embargo, ella se considera una buena madre: "Las pruebas están a la vista. Mis hijos son personas encantadoras que están muy felices con la vida que llevan. Me pregunto si quienes me critican pueden decir lo mismo. La gente usualmente cree que soy una persona agradable cuando me conoce, y eso suele sorprenderlos. Además, la sección de comentarios de www.salon.com (donde ahora pueden leerse mis columnas) no refleja lo que la gente sana, normal y humana piensa. Es un rejunte de idiotas sentados en su ropa interior que se dedican a arruinar a personas, especialmente mujeres". ¿Por qué cada vez más mujeres se animan a decir en internet que ser madres no es un lecho de rosas? Es una cuestión cíclica. Periódicamente las mujeres salen del letargo y dicen: 'Hey, tener como única responsabilidad el cuidado de la casa es espantoso!'. Pero luego sucede algo que nos hunde nuevamente en el silencio por otro par de décadas…
¿Las mujeres necesitan justificar, más que los hombres, su posición sobre la maternidad?
Ése es el núcleo de mi libro Bad Mother. La sociedad es una especie de policía de malas madres que permanentemente está al acecho de lo que hacemos mal. Siempre alguien nos está mirando, nos está juzgando. Con los hombres no pasa. Cuando le pregunté a un grupo de mujeres qué era para ellas ser un buen padre, todas dijeron "el que está presente en la vida de sus hijos". Pero cuando les pregunté qué era ser una buena madre dijeron: "Aquella que vive por y para sus hijos, que tiene una enorme paciencia, nunca está cansada a la hora del sexo, participa activamente de la vida de sus hijos organizando panoramas con los amiguitos, se encarga de preparar las colaciones y de que la ropa esté limpia…". O sea, ser una buena madre es harto más complicado.
¿Qué es una buena madre?
A mí me gustan las madres modernas, ésas que son confidentes con ellas mismas y con sus hijos y buscan su propia felicidad. Ésas que trabajan sin tanta culpa si quieren o si necesitan hacerlo, y que no se preocupan tanto por saber si podrían estar haciéndolo mejor o no. Los hijos crecen demasiado rápido, una buena madre debería saber disfrutar todo el camino.
¿No le da culpa decir abiertamente que podría vivir sin ellos?
¡Claro que sí! Todos los días siento un poco de culpa. Y el día que no me pase voy a ir directo al hospital para estar segura de que no me dio un infarto.
Columna
Pocas cosas me desagradan más que limpiarles el poto a mis hijas. Me carga que todos los días quieran traer amiguitas a la casa y la compra del súper me dure lo mismo que un suspiro. Y, por sobre todas las cosas, detesto contarles cuentos a la hora de acostarse, porque se duermen a la misma hora que mi serie favorita. ¿Esto me hace una mala madre?
Por Vanina Rosenthal
Para despejar mis dudas decidí tipear bad mother (mala madre) en google. Y resulta que no solamente a mí me cargan estas cuestiones. Somos muchísimas las mujeres que sentimos no encajar con este modelo de madre perfectita y multifunción que se nos impone.
En Londres, por ejemplo, existe el www.badmothersclub.com, una especie de terapia de grupo donde miles de mujeres se confiesan y aconsejan. De hecho hoy día existen más de cincuenta madres blogueras de distintas partes del mundo y todas coincidimos en algo: tener hijos no es exactamente lo que esperábamos. La abogada de Harvard y escritora norteamericana Ayelet Waldman, casada con el premio Pulitzer Michael Chabon, escribió en su sitio www.ayeletwaldman.com: "No existe en el mundo entero una droga lo suficientemente poderosa como para mitigar el horror que significa estar en casa, sola con mis cuatro hijos". Y la española Isabel García Zarza publicó en www.mividaconhijos.com: "No sé en qué momento me di cuenta, después de tener a mi hijo mayor en 2002, de que por primera vez en mi vida había hecho algo que no tenía marcha atrás. Todo lo anterior era revocable. Podía cambiar de trabajo, de casa, de país y hasta de marido. Pero ya no podía volverme atrás en lo de tener un hijo. Creo que a esta conclusión llegué una de las muchas, muchísimas noches que mi hijo se pasó llorando, desencajado. Y mientras lo miraba, sin saber muy bien qué hacer para calmarlo, pues nada parecía consolarle, pensé con angustia que ya no lo podía devolver, que me lo tenía que quedar. Para siempre."
Yo tenía 27 años cuando quedé embarazada por primera vez. Me hubiese encantado que en aquel momento alguien me hubiera advertido sobre cómo quedarían mis pechugas, cómo se modificaría mi rutina sexual y laboral, la verdad sobre el reflujo y sobre los cólicos. Igual hubiese elegido ser mamá, pero posiblemente unos años más tarde. Es como si Cenicienta se hubiese ido del baile un cuarto para las once. ¿Por qué perderme, a voluntad, los últimos 75 minutos de la fiesta (que suelen ser los más entretenidos)?
La cuestión es que hoy, a los 33 años y con dos cabras chicas (de 5 y de 2 años), pensé que a alguien podía servirle mi experiencia. Por eso creé mi blog, desde donde intento mostrar que la maternidad es en efecto un lecho de rosas. Las rosas, recordemos, son hermosas pero están llenas de espinas. Lo mismo les pasa a las otras mujeres que he conocido a través de sus momblogs. Nuestro común denominador es el desahogo a través del humor.
Se supone que tenemos que ser mujeres felices, profesionales exitosas, madres presentes y esposas sexualmente activas cada día de nuestra vida. Y eso, a nuestro humilde entender, es directamente imposible.
En lo personal, creo que tanto en Chile como en Argentina, donde nací, tenemos un largo camino por recorrer. Aún nos falta que los colegios entiendan que no siempre podemos ir al concierto de flauta ni a cuanta convivencia nos citen en horario laboral, que no podemos hablar de bullying con niños de tres años, que es normal querer encerrarlos en la cocina cuando lloran de madrugada más de tres horas seguidas, que no todos los niñitos que tienen dificultades para usar la tijera necesitan hacerse un scanner de cerebro y que, a veces, dejar que se coman la bolsita entera de frugelé como condición para acostarse temprano está muy bien.
Evidentemente no soy una mamá de manual, pero soy la mamá de dos niñitas felices, sanas y hermosas a las que permanentemente aprendo a amar. Así que taaaaaaaaan mala no debo ser. ¿O sí?
Honestidad brutal
Ayelet Waldman vive en California con sus cuatro hijos. Armó su blog en 2004 y desde el comienzo se convirtió en el momblog más polémico. "Dios no lo permita, pero soy capaz de imaginar mi vida luego de la muerte de un hijo. Dios no lo permita, pero puedo imaginar mi vida incluso si mueren mis cuatro hijos. Pero, Dios no lo permita, no puedo imaginar mi vida sin mi esposo. Yo no estoy enamorada de mis hijos. Estoy enamorada de mi esposo", escribió. Y, claro, estalló la web. Miles de correos en su contra la motivaron a escribir el libro Bad Mother (Doubleday) que publicó el año pasado y que inmediatamente se convirtió en best seller.
Desde Berkeley, en Estados Unidos, Waldman dialogó con Paula: "Este tipo de blogs son un desahogo y también una forma de permitirles a nuestros hijos que sean honestos consigo mismos. Vivimos un mundo muy exigente y la perfección no existe. Sobre todo en el caso de nuestras niñas, que serán las madres del futuro, el mensaje es que hemos hecho nuestro trabajo lo mejor posible… y si así y todo no les parece suficiente, o les aburre, ¡pueden ponerse a limpiar el piso de la cocina!" Según ella, los momblogs son la respuesta a una realidad que, en realidad, no es real: "Solía ser absolutamente normal encender un cigarillo, servirse un Martini y encerrar a los chicos fuera de la casa, para que no molestaran. Pero luego todas nos volvimos súper mamas, con nuestros turnos de autos para volver del colegio y nuestras actividades extraescolares… Y los blogs son justamente una reacción adversa a esa imagen falsa de la madre feliz y sin problemas", concluye.
Momblogs