Soy una persona tímida, muy creativa y sensible. La verdad es que siempre me he sentido distinta porque mi personalidad no es como el común de las personas. Y por eso tuve que lidiar con sentirme incomprendida gran parte de mi vida. Me quejo mucho de la sociedad porque creo que todas mis cualidades son sinónimo de debilidad, en vez de ser especiales. Uno tiene que esforzarse por amoldarse a lo que realmente no es. Me acuerdo que cuando estaba en el colegio todo giraba en torno a las fiestas y panoramas, en cambio para mí lo más importante era aprender sobre lo que me gustaba. Podía pasar todo el día frente al computador viendo las últimas tendencias de vestuario o ilustrando. Y eso no era bien visto. El resto siempre me criticaba por encontrarme extraña o poco sociable.
Tuve que aprender a camuflarme entre la mayoría e intentar ser una más. Esconder mi verdadera personalidad y reemplazarla por alguien un poco más extrovertido, pese a que fuese contra mi esencia. Estuve en varias relaciones que no me llenaban, simplemente para sentirme aceptada. Salí con hombres que no tenían nada que ver conmigo, que no soñaban o se cuestionaban las cosas. Eso, hasta que un día me vi en el límite. Viajé a Lima para hacer mi práctica de pastelería y terminé con mi pareja. Estaba muy mal, principalmente por el miedo a quedarme sola, y bajé mucho de peso. Tanto, que un día, mientras trabajaba, casi me desmayé. Mis compañeros me tuvieron que llevar al baño para recuperarme y ahí me di cuenta que estaba mal. Tenía tanto miedo a la soledad, que nunca me permití conocerme a mí misma o desarrollarme como persona. Desde ese día, del cual ya han pasado 10 años, decidí armar mi propia historia de amor, pero de amor propio.
Creo que conocerse es uno de los desafíos más grande de la vida, pero sin duda es algo que todos deberíamos hacer. Siento que hay mucha gente que intenta ocultar su verdadera personalidad, sin embargo, si te amas, no tienes por qué hacerlo. Va todo por un tema de aceptación personal. Casi todos cometemos el error de que cuando hablamos de amor, pensamos automáticamente en el de pareja y dejamos de lado el propio, que creo que es el más importante. Y si no se trabaja en eso, es muy difícil poder sentirlo por el otro. Tampoco se trata de ser la reina de la autoestima. Solo basta con quererse.
Hay que tener paciencia. No es un aprendizaje que se logra de un día para otro. Yo llevo años conociéndome a mí misma y siento que aún me falta. Es muy importante hacer una limpieza mental y saber perdonar a la gente que a uno lo hizo mal. Alejarse de las malas energías y estar en paz. Cuando dejas todo eso atrás y construyes tu amor propio, la gente buena llega sola.
Lo más lindo fue aprender que mis actitudes no son algo malo. Y me da un poco de rabia que la sociedad no te enseñe eso. Me hubiese gustado contar con las herramientas necesarias para enfrentarlo desde más chica, pero también pienso que todo pasa por algo, y que gracias a mis experiencias del pasado soy la persona que actualmente quiero ser.
Ljuba Dekovic tiene 28 años, estudió administración gastronómica y trabaja en un restaurant de Santiago Centro.