El 29 de mayo, Miguel Vásquez (47) fue diagnosticado de Covid y comenzó la cuarentena en su casa. Días después, su esposa Brenda Pérez (31) también comenzó con síntomas y luego pasó lo mismo con sus dos hijos. Al menor, de 6 años, los síntomas le duraron pocos días, pero Mitxel, de 9 años, no mejoraba a pesar del paso de los días. “Cuando nos contagiamos nos empezaron a hacer el seguimiento de la Seremi y desde el Cesfam que tenemos más cerca de la casa, y nos dijeron que no correspondía hacerle examen de PCR a los niños, porque como era un contacto estrecho se asumió que estaban contagiados. El tema es que después de 18 días de cuarentena Mitxel seguía con síntomas. Le dolía mucho el cuerpo, especialmente la guatita, estaba muy pálido y tenía dificultad respiratoria. Así que decidimos llevarlo a la urgencia”, cuenta Brenda.
El 25 de junio, ingresaron con el niño a la clínica Dávila donde le tomaron exámenes de sangre y le hicieron una ecografía porque de lo que más se quejaba era de dolor de estómago. “Con ese primer procedimiento no pudieron determinar qué tenía, porque estaba todo muy inflamado, así que hubo que hacer un escáner y también, por primera vez, un PRC”, relata la madre. El escáner arrojó que había una apendicitis y por tanto esa noche se quedó en la clínica porque al día siguiente, a las 6 a.m. lo ingresarían a pabellón. Pero unas horas más tarde, llegó el equipo de urgencia a avisarles que los exámenes de sangre estaban alterados y que era necesario investigar cuál era la razón. Lo trasladaron a la UCI y mientras iba en camino llegó el resultado del PCR: No tenía coronavirus.
“Los doctores aprovecharon la cirugía por apendicitis para tomar un mielograma, que es una punción en la cadera para determinar lo que tenía en su sangre. Me dieron tres alternativas, la menos grave es que tuviera una infección en su sangre o una anemia y lo más complejo era la leucemia”, dice Brenda. Lamentablemente, tenía leucemia. “Fue muy difícil aceptar ese diagnóstico. Todo el tiempo asocié los síntomas al Covid y luego cuando a lo de la apendicitis, pero jamás me imagine esto. Y es que Mitxel era un niño completamente sano”, dice.
El padre, Miguel, también pensó lo mismo. “Los síntomas del Covid y los que da la leucemia son muy similares. Casi los mismos. Nosotros nos dimos cuenta porque le dio apendicitis, sino no le hubiésemos hecho exámenes de sangre. Es más, el día que estaba en pabellón nos llamaron del Cesfam para el seguimiento por Covid y cuando les dijimos que estábamos en urgencia por la apendicitis y que no se descartaba una leucemia, no lo podían creer”, dice.
Nicolás Rojas del Río, hematólogo oncólogo pediatra, quien atendió a Mitxel, explica que “cuando uno habla de cáncer infantil no habla solo de una enfermedad. La más común es la leucemia, pero cada una de estas enfermedades tiene formas de manifestarse diferentes y dentro de cada enfermedad a veces hay patrones muy distintos. Lamentablemente, no hay un examen específico para detectar el cáncer en forma precoz y por lo mismo se hace relevante el nivel de sospecha que debemos tener los profesionales de la salud para poder pensar que un síntoma puede ser una manifestación de un tipo de cáncer”.
El problema de la pandemia –agrega– es que muchas mamás y papás, y con justa razón, han minimizado las consultas por el miedo al contagio y las restricciones de cuarentena. “Eso nos ha llevado a encontrarnos con casos que han llegado un poco más tarde de lo que quisiéramos. El caso de Mitxel fue algo curioso, porque presentó dolor abdominal y eso lo hizo consultar, se descubrió una apendicitis y fueron los estudios complementarios a la operación los que determinaron la leucemia. En ese caso uno podría pensar que si no hubiesen consultado por el dolor de guata, que ellos lo asociaron al Covid, probablemente este cáncer se hubiese detectado más adelante, lo que podría haber llevado a un peor pronóstico”, dice.
Por eso, el especialista recomienda que las madres y padres estén atentos e intenten, en la medida de lo posible, mantener los controles pediátricos. “Los controles habituales que tienen las niñas y niños son súper importantes para poder detectar enfermedades en forma precoz. Y no solo el cáncer, sino que todo tipo de enfermedades, lo que tiene que ver con el desarrollo neurológico, el peso, la talla, hábitos de alimentación. El control pediátrico es una mirada holística integral de los niños y de su familia. El hecho de que esta situación de pandemia haya dificultado que los niños vayan en forma regular a esos controles –según algunas estadísticas disminuyeron en un 61%–, probablemente ha hecho que algunas patologías se estén detectando de manera tardía”, complementa el doctor Rojas.
Miguel y Brenda agradecen que ese no haya sido su caso. “Tenemos buenas expectativas. Hasta ahora el tratamiento ha funcionado bien. En septiembre entramos al tercer ciclo de un tratamiento de dos años. Es contradictorio, porque nosotros decimos que es una suerte que pasó esto en pandemia, porque pensamos que tenía el virus y por eso consultamos”, dice la madre. Y no es lo único que agradecen. “El apoyo de la gente cercana ha sido muy lindo. Porque esta es una enfermedad que en el curso de la vida uno suele ver desde lejos. Ni mi señora ni yo teníamos a nadie cercano que hubiese tenido esto. Hablan en la televisión, hacen reportajes, pero nadie de nosotros como familia había sentido algo así de cerca. Es realmente complicado, te cambia la vida, sobre todo cuando tienes otro hijo, porque tampoco uno puede despreocuparse de él”, agrega el padre.
Dicen que después de haber sido un niño sano, deportista, juguetón, a Mitxel esto le ha cambiado la vida y que hoy su prioridad es estar ahí para apoyarlo. “A veces uno se concentra en planificar el futuro, pero la vida manda. Esto me hizo aprender a disfrutar y vivir el día a día”, dice Brenda. Y Miguel complementa: “Tenemos que aprender a disfrutar a nuestros hijos y no esperar un golpe tan duro para aprovecharlos”.