División sexual del trabajo: La importancia de los roles femeninos durante la pandemia
El 18 de marzo, cuando la pandemia del Covid-19 entró en la fase 4 en el país, el gobierno decretó el Estado de Excepción Constitucional por Catástrofe, en el que se establecieron los servicios esenciales cuyos funcionarios e instalaciones que los soportan debían seguir trabajando para permitir la continuidad operacional, asegurando la vida y salud de la población en el contexto de una pandemia.
La lista la lideró el sector salud, seguido por economía –ahí destacan los supermercados mayoristas y minoristas, almacenes de barrio y ferias libres, farmacias, estaciones de servicio e instituciones financieras– y quienes trabajan garantizando servicios básicos como centrales de operaciones, cuadrillas de emergencia, aseo público y recolección de basura.
Si bien no existe una estadística nacional respecto de la cantidad de hombres y mujeres que trabajan en el conjunto de estos rubros, sí existen mediciones en cada uno. En salud, por ejemplo, el último informe sobre brechas de personal de salud del Minsal especificó que, con fecha 31 de diciembre de 2016, se identificaron 437.337 técnicos y profesionales de salud inscritos en el Registro Nacional de Prestadores Individuales de la Superintendencia. La mitad de las auxiliares y técnicos inscritas son de nivel superior en enfermería. Se trata de una población mayoritariamente femenina (83% de mujeres).
En la información oficial de la Dirección del Trabajo se revela que las ocupaciones en que se desempeñan las mujeres no son las mismas a las que acceden los hombres. Ellas trabajan mayoritariamente en servicios, con un 46%. En este sector las mujeres son la mayoría; se incluyen aquí casi el 100% del servicio doméstico y un porcentaje importante de los trabajos en los sectores de salud y educación, según el informe. Y en segundo lugar aparece el comercio, con un 25%. En este sector que incluye tanto el comercio detallista como el mayorista, grandes tiendas, malls y supermercados entre otros, las mujeres son aproximadamente la mitad de trabajadores. Pero, además, son quienes están en la primera línea de atención y por tanto no han podido detenerse: más de dos tercios de las cajeras de los supermercados y vendedores de comercios, son mujeres.
Y esto no ocurre solo en nuestro país. Un análisis publicado por el New York Times con datos del último censo realizado en Estados Unidos, dice que 1 de cada 3 trabajos ocupados por mujeres ha sido designado como esenciales. Y que las mujeres no blancas tienen más probabilidades de realizar trabajos esenciales que cualquier otra persona.
La docente del Diplomado en Perspectiva de Género para la Gestión de Organizaciones de Unegocios de la Universidad de Chile, Olga Pizarro, explica que esto se debe a la división sexual del trabajo. "Esto ha permitido que la mayoría de las carreras que se asocian a lo público sean más visibilizadas y por ende más valoradas y mejor pagadas, y a las mujeres se nos asocia justamente al lado contrario: rubros de cuidado y servicio. E incluso dentro de un mismo rubro se hacen diferencias. En medicina, por ejemplo, solemos hablar de doctor (masculino) y enfermera (femenino), generando una brecha desde el propio lenguaje que pone a los hombres un escalón más arriba en una estructura jerárquica. Pero esta crisis ha demostrado que ninguno de los dos es más importante que el otro y que esas diferencias son injustas e innecesarias".
La profesora de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado e investigadora del COES, Francisca Gutierrez, plantea que es difícil agrupar a todos porque hay heterogeneidad de casos. "La situación de una enfermera es distinta que la de una cajera de supermercado o de un repartidor de delivery", dice. La precariedad en estos casos no se puede medir sólo desde el punto de vista monetario. "Hay que ver las condiciones objetivas que te ofrece un empleo y entre esas está el salario, pero también otros elementos fundamentales como el acceso a un contrario, la carga laboral, entre otras, que dan cuenta de la situación desventajosa que tienen estas funciones y siguen teniendo durante la pandemia".
Y concluye: "Es contradictorio que ocupaciones tan precarias sean tan fundamentales. Esto hace evidente que hay algo malo. No puede ser que oficios que están tan mal pagados, que tengan precarización laboral, hoy sean indispensables para todo el mundo. Por eso, cuando hablamos del reconocimiento tenemos que considerar que una cosa es cómo te ve la sociedad y cuánto valora tu trabajo, pero también cómo eso se traduce en mejores condiciones laborales".
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