Recientemente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó un informe sobre el costo económico de la brecha de género en el Cono Sur, que plantea que, si todas las barreras que enfrenta la mujer para ingresar al mundo del trabajo se eliminaran, el PIB de la región podría crecer entre un 4% y un 15%. En el caso de Chile, esta cifra incluso podría estar entre el 9% y el 24%.
El escaso desarrollo de la corresponsabilidad se ha instalado como una problemática nítida para la participación y el avance de las mujeres en el campo laboral. Aun cuando cada vez más hombres participan activamente de las labores domésticas y de crianza, la complementariedad entre géneros en la gestión de estas tareas aún es incipiente, y es en las generaciones más jóvenes en donde es posible observar este avance.
El trabajo doméstico no remunerado –que, además, incluye otro tipo de actividades como la mantención y administración del hogar– equivaldría a cerca de un 22% del PIB nacional, según estimaciones de Comunidad Mujer, si es que fuera valorado. Por lo tanto, es un aporte a la economía del país que podría ser comparado con el de actividades como el comercio, restaurantes y hoteles (21,8%) o la minería (25%).
Si bien figura como un pilar fundamental para el desarrollo de las sociedades, la valorización económica de las tareas domésticas y de cuidado continúa siendo una problemática que recién empieza a explorarse. Un estudio realizado por la alianza de REDMAD, Criteria y Coca-Cola, que consultó a más de 800 chilenos y chilenas sobre corresponsabilidad y apreciación de las actividades del hogar, reveló una dispar realidad: mientras más del 50% de los hombres declaró que no cobraría por realizar las tareas del hogar como cocinar, limpiar, lavar, regar plantas, planchar o ir de compras, entre el 60% y el 70% de las mujeres señaló que sí cobraría por la mayoría de estas actividades que, como sabemos, conoce debido a que las han realizado tradicionalmente. Concretamente, el 53% de los hombres indica que plancharía gratuitamente, mientras que solo el 34% de las mujeres haría lo mismo.
En el caso de las tareas de cuidado de niños, las diferencias entre hombres y mujeres en la valorización de estas actividades también muestra diferencias importantes. Por ejemplo, por cuidar a un niño enfermo y administrar medicamentos durante todo un día, el 64% de los hombres declara que no cobraría, mientras el 40% de las mujeres afirma que tampoco lo haría.
Estos datos hablan de una mayor valorización económica de las tareas domésticas y de cuidados entre las mujeres que entre los hombres.
Por otra parte, los datos arrojados entre los más jóvenes resultan auspiciosos para la valorización y reconocimiento de estas labores; los encuestados de entre 18 y 44 años dicen estar mayoritariamente menos dispuestos a realizar gratuitamente las tareas del hogar. Asimismo, declaran una mayor disposición a cobrar por las tareas de cuidados, lo que da indicios respecto de un cambio cultural en la asignación de roles y con ello, mayores oportunidades para reducir las barreras para la participación laboral de la mujer.