Uno de los momentos más importantes en la vida de quienes quieren ser padres y madres es cuando se enteran que tendrán un hijo. Probablemente comienzan a imaginar cómo serán cumpliendo este rol, y aparecen expectativas y pensamientos que configuran una idea de cómo ser papá y mamá. Es inevitable que en este rol no esté presente la propia historia, ya que su desempeño estará impactado por nuestros propios progenitores y nuestras vivencias como hijo e hija. Sabemos que no hay manera de enseñar a criar, sin embargo, hoy tenemos la oportunidad de tener acceso a mucha información sobre diferentes tipos de crianza que impacta positivamente en nuestros hijos e hijas, lo que nos da la oportunidad de modificar ciertas prácticas que están asentadas en nuestra familia de origen y que pueden no haber sido tan positivas.
Tenemos la posibilidad de entender que en el proceso de crianza es de suma importancia tener presente el afecto hacia los niños/as y sus necesidades. En algunas ocasiones, me han preguntado si estas teorías nuevas en psicología, en donde se pone relevancia a las necesidades y emociones de los pequeños/as no perjudica la instalación de los límites, fomentando niños más impulsivos y centrados en sí mismos. Para que exista un sano desarrollo de la personalidad, se deben tener presentes todos los aspectos anteriores, límites, afecto y necesidades de los menores. Creo que la confusión recae en que pensamos que poner límites de manera respetuosa, afectiva y clara es ineficiente. Pareciera que hay una idea que para instalar normas se deben primero imponer y tener una actitud dura y distante. Sin embargo, no es así. Para que nuestros hijos e hijas vayan internalizando que es necesario que exista un sistema de límites en todo contexto, es vital no olvidar hacerlo desde el cariño, dando sentido y lógica. Con esto no quiero decir que hay que justificar cada norma, pero sí se puede explicar, ya que no solo queremos que obedezcan esa norma específica, sino también la importancia de que exista para nuestro autocuidado y desarrollo mental. Por ejemplo: no vamos a discutir que nuestra hija pequeña cruce de la mano nuestra la calle, pero no solo queremos que haga esto, sino también nos debería importar que entienda por qué es tan importan cruzar la calle de la mano, ya que cuando sea más grande deberá mirar el semáforo y esperar la luz que corresponda para no tener un accidente, algo que debe hacer con o sin nosotros.
John Bowlby, psicoanalista inglés, contribuyó con la teoría del apego a generar un cambio importante en la manera de mirar la crianza, relevando el concepto de vínculo emocional entre los cuidadores y sus hijos. Son varios los expertos que han acuñado distintos conceptos basándose en esta teoría, uno de los términos más conocidos en la actualidad es “crianza respetuosa”, esa que invita a los papás, mamás o cuidadores a estar atentos a las necesidades de los hijos/as, donde el amor, la empatía y la voz de ellos estén presente. Para esto es necesario que el adulto sea un apoyo amable, amoroso, respetuoso, claro, seguro y confiable para los niños y niñas, para lo cual es muy importante acordar límites y normas con claridad, pero también con amor. Sugiero que para un positivo crecimiento y desarrollo sano de la identidad y mente de nuestros hijos/as, es necesario que nos vean como modelos que admiren, quieran y respeten, y no que nos teman.
Rafa Guerrero, psicólogo y doctor en educación propone cuatro pasos para que los papás y mamás puedan dar espacio a las necesidades de sus hijos/as:
- Disponibilidad: cuando hablamos de disponibilidad nos referimos a estar físicamente con nuestros hijos. Cada vez que estamos trabajando no estamos disponibles para nuestros hijos y algún otro adulto se estará haciendo cargo de ellos.
- Accesibilidad: Estar físicamente para nuestros hijos/as no es suficiente, por lo tanto, a la disponibilidad física le debe seguir la posibilidad de estar accesibles emocional y mentalmente.
- Sintonización: una vez que estamos disponibles y accesibles, ya estamos en condiciones óptimas para poder conectar y empatizar con las necesidades que tienen nuestros hijos, sintonizando y comprendiendo (sin juicios).
- Responsividad: Dar una respuesta contingente y adecuada a su necesidad, no a lo que deseamos nosotros. Ejemplo: Si mi hijo tiene miedo y le prendo la luz, no estoy atendiendo a lo que realmente le pasa, y no lograremos ayudarle.
Uno de los puntos más interesantes de esta teoría es que para estar disponibles y poner atención a las necesidades de nuestros hijos/as, debemos primero ser capaces de atender las nuestras. Para esto, tenemos que ser conscientes que en este proceso de crianza nos encontraremos con nuestras fortalezas, pero también con nuestras fragilidades. Mirar nuestra propia crianza y entender que nuestro padre y madre también tenían sus propias heridas emocionales, nos permitirá encontrarnos con nuestras fracturas internas, sanándolas y creciendo como persona, lo que impactará positivamente en el desarrollo de una crianza respetuosa con nuestros hijos e hijas.
Josefina Montiel es psicóloga clínica. Instagram: @ps.josemontiel