El diario sensacionalista británico Daily Mail publicó hace unos días un artículo con fotografías de la cantante cubana–estadounidense Camila Cabello lanzándose al mar desde un yate en Italia. “Camila Cabello lució sus sensacionales curvas mientras disfrutaba de un baño en la costa de Capri”, se leía al inicio de la nota que incluía 16 fotos captadas por un paparazi.
Como suele pasar con este tipo de publicaciones, el artículo desató una oleada de críticas sobre el cuerpo de la cantante, quien también es bailarina y actriz. Se trata de un episodio más del denominado body shaming, el acto de hacer comentarios negativos sobre el peso o aspecto de otra persona.
La publicación también generó otra respuesta mediática, una con un tono de aparente defensa de la cantante, con consignas del tipo: “Camila Cabello abrazó sus curvas y celulitis al lucir un bikini”; “Camila Cabello da un mensaje de amor propio al mostrar su cuerpo al natural y sin retoques”.
Estos titulares intentan abrazar el body positive, un movimiento que surgió como respuesta a las consecuencias negativas provocadas por los inalcanzables estándares de belleza. Pero más que ayudar, pueden ser tan dañinos como los que buscan herir. Primero, porque la cantante de 25 años no estaba enviando ningún mensaje. En un día de suerte, un paparazi se la encontró disfrutando del sol. Nada más. Y segundo, porque atribuirle heroísmo o valentía a una situación así es un recordatorio de que mostrar un cuerpo ajeno a los cánones de belleza tradicional sigue siendo un atrevimiento. Una verdadera osadía.
Al igual que muchas mujeres en el ojo público, Cabello ya había recibido este tipo de ataques. También había aprovechado las críticas para concientizar sobre el tema. Como cuando fue fotografiada (y criticada en detalle) mientras trotaba en la ciudad de Los Ángeles, en julio pasado. “Estar en guerra con tu cuerpo es tan pasado de moda”, dijo.
Sofía Calvo, periodista y autora del libro La Revolución de los Cuerpos y creadora del blog Quinta Trends, asegura que esta retórica es una prueba de que aún es difícil aceptar la diversidad corporal. “A pesar de que estos mensajes no están poniendo el eje en remarcar lo negativo, están visibilizando un rasgo físico en una circunstancia normal. Como si fuera una tremenda audacia mostrar un cuerpo sin ninguna intervención, un cuerpo que tenemos la mayoría de las mujeres”, dice Calvo. “Lucir el cuerpo que uno tiene, con todas sus huellas y señales de transformación o cambio, sin avergonzarse de ello, no debería convertirte en una heroína”, agrega.
Para la experta, las mujeres deberían poder mostrarse sin pasar por un complejo proceso de reflexión, análisis o empoderamiento, como sucede en el caso de muchos varones.
La costumbre de juzgar la apariencia de los otros está muy arraigada a nivel social. Según datos de La Rebelión del Cuerpo, una ONG que busca concientizar sobre el impacto de los estereotipos de género, el 86% de las mujeres ha dejado de hacer actividades por cómo se siente con su físico y, en promedio, el género femenino pasa cerca de tres horas pensando en su cuerpo.
El jefe de la Unidad de Salud Adolescente del Hospital Sótero del Río, Javier Carcey, ha sido testigo de cómo el body shaming desencadena trastornos de conducta alimentaria (TCA), que se han cuadriplicado desde 2021. “Si bien el TCA es multifactorial, cualquier comentario, burla o juzgar la apariencia de otros les afecta mucho a los pacientes. También viene desde las familias que opinan del cuerpo de los pacientes en tono de sorna o burla. Eso les queda súper marcado a los chiquillos”, explica.
Calvo agrega que se ha logrado visibilizar mejor el body shaming, pero afirma que el enjuiciamiento de los cuerpos ajenos sigue muy presente y se estimula constantemente en las redes sociales y la prensa. “Los cuerpos de la mayoría de las mujeres no son cuerpos permitidos, no tienen espacio en los medios de comunicación o en la industria cultural”.
Según la Asociación Nacional de Trastornos Alimenticios de Estados Unidos, existen numerosos estudios correlativos que han relacionado la exposición al ideal de delgadez en los medios de comunicación con la insatisfacción corporal y los trastornos alimentarios entre las mujeres.
Por eso nunca está de más hacer un recordatorio de que no se debe hablar del cuerpo de otras mujeres. Que no se debe hablar del cuerpo de otras personas. Porque además de ser dañino, como dice Camila Cabello, también es algo pasado de moda.