Amo la noche, porque es en la noche cuando todo pasa. Caminar por una calle bajo las luces de faroles, atravesar las calles vacías en un Uber para llegar a la disco. Bailar hasta el amanecer usando esa ropa que tienes exclusivamente para bailar. Sin embargo, la reciente extensión del Estado de Excepción Constitucional, hasta fines de diciembre, indica lo que dueños y administradores de discoteques ya proyectan: este 2020 no volveremos a salir de noche como lo hacíamos antes.

Ariel Nuñez, administrador de la Blondie, declara que “el 2020 está cerradísimo y hemos decidido no realizar ningún evento con público. Vemos muy difícil volver a abrir nuestras puertas a pesar de que, pasando a una etapa 5, se pudiera abrir con el 25% de nuestra capacidad”.

Esta medida, más allá de dar una luz de esperanza, implicaría un incremento en el valor de las entradas, lo que podría convertir el carrete en un nuevo privilegio. En mayo se vivió quizá la primera fiesta electrónica autorizada al aire libre en Münster, Alemania. Para permitir el distanciamiento social, el espacio con capacidad para 2000 personas vendió 100 entradas a 70€ cada una (63 mil pesos chilenos aprox.), que incluían bebida y comida a 21€ (19 mil pesos). Esto con el fin de igualar los ingresos previos a la pandemia, según informó residentadvisor.net.

Edgar Castro, socio fundador de Illuminati, emblemática discoteque gay del barrio Bellavista, piensa que, para su local, subir el precio de la entrada es atentar contra el mismo público al que se consagran: jóvenes de entre 18 y 25 años. “Illuminati tiene una responsabilidad social clara dentro de la comunidad y sería un despropósito subir los precios. De poder abrir, sería de 7 a 10, porque también el personal tiene que llegar a su casa antes del toque de queda”, dice Edgar. Entonces sí, se ve complicado.

De todas formas, se puede dar lectura al plan Paso a Paso con esta perspectiva, y ver qué luces arroja sobre lo que podría ser el futuro cercano de las reuniones masivas. Desde la autorización de reuniones sociales y recreativas a partir del paso 2, con un aforo máximo de 20 personas en lugares abiertos y 10 en lugares cerrados, los siguientes pasos elevan este máximo progresivamente.

El Paso 3, Preparación, aumenta el aforo a un máximo de 25 personas en espacios cerrados y 50 al aire libre. El Paso 4, Apertura Inicial, a 50 y 100, respectivamente. El Paso 5, Apertura avanzada, a 100 y 200. Ya este paso admite la apertura de pubs, discotecas y análogos con un máximo de asistencia del 50% de su capacidad.

Hay que señalar que todas estas medidas son legales solo en horarios donde no rige el toque de queda, que parte a las 23 y se extiende hasta las 5 am. Es decir: reunirse de noche está prohibido.

Así, parece que antes de volver a salir de noche, podríamos reunirnos masivamente y de forma legal durante el día, pero bailando en espacios debidamente señalizados (1 metro entre cada persona) y sin compartir bebidas hasta que exista una vacuna. ¿Besar a alguien que acabas de conocer mientras coreas una canción? Tampoco.

El futuro de la vida nocturna

Alrededor del mundo hay diversas sanciones a la vida nocturna y las reuniones masivas. De acuerdo a residentadvisor.net, el Senado de Berlín tiene prohibidos los eventos de más de 5 mil personas hasta el 24 de octubre, permitiendo actualmente eventos de entre 750 y mil personas. En Suiza, eventos de gran escala con más de 1000 personas pueden realizarse a partir de octubre y con permiso del gobierno, con espacios delimitados, un sistema de trazabilidad y medidas de precaución en el lugar. En España, pese a estar en fases de reapertura, las pistas de baile están prohibidas, y en ellas deben instalarse mesas que respeten la distancia social. Japón, que comenzó su reapertura en junio, indicó bajar las capacidades de locales entre un 50 y un 70%.

El Ministerio del Interior del Reino Unido compartió a comienzos de mayo el documento Our Plan To Rebuild (Nuestro plan de reconstrucción), donde hay una breve mención a los clubes nocturnos. El documento explica que la reapertura de espacios al aire libre es prioritaria por el riesgo menor de transmisión del virus y que la reapertura de espacios públicos interiores, “cuyo propósito principal es la interacción social (como clubes nocturnos)”, entre otros, “solo pueden ser completamente posibles significativamente más tarde, dependiendo de la reducción del número de infecciones”.

La DJ PolaCH ha sobrevivido a la pandemia tocando en lives ante miles de visitas, pero piensa que la gente ya está aburrida de la fiesta virtual. “Como levantaron cuarentenas, nos estamos viendo un poco más”. PolaCH dice que se ve volviendo a mezclar en vivo, pero en eventos tipo café concert. “Me veo mezclando con mascarilla en espacios delimitados de mesas. Algo más parecido a ir a ver performances, cantantes, DJ’s. Me parece el retorno más lógico”.

A la vez, han aparecido esfuerzos independientes por apoyar a la comunidad mundial de clubes, pubs y discos. Morgan Deane, cantante sudafricana experta en eventos en vivo, publicó la guía de vida nocturna Covid-19 A Light In The Night (Una luz en la noche) para compartir estrategias de reapertura, consagrando “el valor y la importancia de la vida nocturna local pequeña”, en respuesta a una actitud general de las autoridades locales a no autorizar las pistas de baile. “Rechazamos esta idea y te instamos a ti y a los gobiernos locales a trabajar juntos para encontrar soluciones”, declara la guía.

A Light in the Night recomienda trasladar la fiesta al aire libre y en horarios más tempranos. De no contar con esos espacios, asegurar la ventilación. Además, implementar indicadores en la pista de baile para “crear ambientes donde sus invitados puedan practicar la distancia social”.

Por otro lado, para reducir el contacto social, se aconseja eliminar el pago en efectivo y trabajar solo con tarjetas y opciones que no requieran contacto en la zona de bar. “Considere tener menús desechables o virtuales que tengan códigos QR escaneables desde los teléfonos, para minimizar la necesidad de los invitados de inclinarse sobre la barra y gritar sobre la cara del bartender. Si usas mascarillas en vez de escudos faciales para tu staff, recuerda que es más difícil entender lo que alguien dice si no puedes ver su boca”, señala el documento.

Bailar de a dos, de a tres y más

Antes de la pandemia, Iluminati abría de miércoles a sábado. Miércoles y jueves recibían aproximadamente a 150 personas por día. Y el fin de semana, el número aumentaba a 250 o 400 personas. Un total de entre 1000 y 1300 personas semanales.

Edgar comenta que la sociedad que administra el local ha pensado en sacar mesas a la calle, armar un bar y habilitar la pista de baile con la capacidad permitida legalmente. Es decir, pasar de recibir a 400 personas en un día de alta demanda, a 100. Sin embargo, todo esto requiere de autorizaciones y permisos, y a la fecha el gobierno no ha publicado protocolos para la reapertura de pubs y discos.

Más allá del evidente espacio de distracción que es el carrete, muchos espacios son también una comunidad, sobre todo cuando acogen a un público queer o feminista. “Iluminati era un espacio seguro donde chicos y chiques podían estar maquillades, con las uñas pintadas y sintiéndose libres en su espacio. También la comunidad feminista podía ir a bailar sin ningún machito acosador al lado. Este espacio ya no existe, cuando es súper necesario”, piensa Edgar.

¿Acaso bailar en grupo nos hace sentir parte de algo más grande? La profesora especializada en danza de la Universidad de Chile, Lorena Hurtado, lo explica así: "David Le Breton, antropólogo y sociólogo, nos recuerda que somos seres sensibles y que nuestra condición humana es esencialmente corporal. La danza, de la cual deriva el baile recreativo, se define como “el lenguaje del cuerpo que se expresa a través del gesto y el movimiento en relación con el tiempo y el espacio”.

De la codificación de pasos que dio origen al ballet clásico, en la corte francesa de Luis XIV durante el siglo XVII, hasta la deconstrucción de esta y otras artes que fueron de la mano de revoluciones políticas y sociales a comienzos del siglo XX, la danza y el baile “entienden el cuerpo como totalidad expresiva y recuperan los movimientos naturales del cuerpo de cada persona”, explica Hurtado.

Para Hurtado, cuando bailamos con otros y otras “nos percibimos y nos encontramos. Hay un elemento que es el unísono y que nos permite bailar o cantar todas y todos al mismo tiempo en un solo tono musical o fraseo de movimiento. Esa necesidad de copiar los pasos de los otros, ir al mismo tiempo, entrando en un mismo ritmo, es una práctica corporal en donde el cuerpo fluye en el tiempo y en el espacio. Y nos hace sentir que somos una parte de un colectivo”.