¿Cuánto plástico hay en tu cuerpo?
Ya no es solo el planeta el que está contaminado con plásticos. Nosotros también lo estamos. Pequeñas moléculas de ftalatos y bisfenol A presentes en envases, recipientes y botellas se traspasan a la comida y luego al organismo, donde se acumulan de por vida. Hoy se sabe que pueden debilitar la fertilidad y aumentar el riesgo de algunos tipos de cáncer. Mientras el mundo desarrollado restringe estos compuestos, en Chile la norma ni siquiera los menciona.
Paula 1151. Sábado 5 de julio de 2014.
No importa si es de grano o instantáneo: el café que tomamos al desayuno venía guardado en un envase plástico. La lechuga, el pollo o el arroz, antes de llegar al plato del almuerzo, también estaban envueltos en plástico. El computador, el lápiz pasta, el celular, el televisor, las tarjetas de crédito, la tarjeta bip!, los envases de champús y de cosméticos, las sábanas, los colchones, los juguetes, las mamaderas, los pañales, las toallitas higiénicas y gran parte de nuestro vestuario: todos tienen plástico.
Inventado en 1909 por el químico norteamericano Leo Hendrik Baekeland, el plástico es el primer material completamente sintético creado por el hombre a partir de moléculas derivadas del petróleo, que al ser sometidas a calor y presión se unen en cadenas de moléculas llamadas polímeros. Su gran ventaja es su flexibilidad, resistencia, liviandad y poder aislante. Por su bajo costo ayudó a abaratar el consumo masivo de bienes como el vestuario, los alimentos, la tecnología, la construcción y los insumos de hospital. El plástico es la tercera mayor industria de Estados Unidos y, en Chile, representa un 1,5% del PIB. Los chilenos, además, consumen 51 kilos de plástico per cápita, el más alto en Latinoamerica, aunque aún lejos de los 150 kilos per cápita de EE.UU. y los 136 al año en Europa.
Cada vez que se manipula un plástico –cuando se aplasta una botella o se calienta un recipiente térmico–, la cadena de moléculas se rompe y químicos nocivos como el bpa pasan al agua o a los alimentos. Así, estos compuesto tóxicos entran al cuerpo, donde se acumulan toda la vida.
El material tiene, sin embargo, sus inconvenientes. El primero es que sus desechos demoran más de 200 años en degradarse; se calcula, de hecho, que hay 100 millones de toneladas flotando en los océanos, que se desmenuzan en corrientes marinas gigantescas y envenenan a peces y aves. El segundo, que los aditivos químicos que se utilizan para darle resistencia y flexibilidad se desprenden cuando el plástico se calienta, lava o presiona, liberándose a la comida y al agua que contiene los alimentos e ingresando así al organismo humano.
El punto que tiene hoy alarmados a científicos y a las agencias reguladoras encargadas de garantizar la inocuidad de estos envases, –como la FDA en Estados Unidos y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria–, son los más de 450 estudios que demuestran que algunos aditivos comunes del plástico, como el bisfenol A y los ftalatos, tienen efectos tóxicos en el ser humano, incluso en dosis bajas, que hasta hace poco eran consideradas inofensivas por las normativas internacionales.
El plasticida bisfenol A se encontró en la orina de 93% de adultos en estudios. Es cancerígeno y tiene efectos adversos sobre el riñón, hígado y glándulas mamarias.
El biólogo y doctorado en ciencias fisiológicas Ricardo Moreno, lleva cinco años investigando, en la Unidad de Endocrinología y Reproducción de la UC, los efectos que tienen en el sistema reproductivo de ratas, aditivos químicos que se usan para darle mayor flexibilidad o dureza al plástico como el bisfenol A (BPA) y el nonilfenol. Moreno, explica el problema mostrando una botella plástica de bebida light sobre su escritorio: "Cada vez que manipulo o presiono esta botella, cuando rompo el papel o juego con la tapa, la cadena de moléculas que une el plástico se rompe, sus compuestos químicos pasan al agua y después yo me la tomo. Esta migración de químicos es aún mayor al reutilizar la botella varias semanas para tomar agua, o al calentar comida en un envase plástico. Imagínate los niños, que tienen juguetes y lápices de plástico que los muerden, están a cada rato comiendo plástico.Ellos son los que tienen mayores niveles de bisfenol A según los estudios", afirma. "Cuando estos compuestos del plástico pasan a la sangre, un porcentaje se elimina por la orina, pero como no son completamente solubles en agua –son liposolubles–, más de la mitad queda en el cuerpo, acumulado en las grasas", afirma Moreno. "Aunque entes reguladores como la FDA digan que las dosis a las que estamos expuestos son muy bajas, la verdad es que estamos ingiriendo todo el día y durante toda la vida estos químicos dañinos que se acumulan en nuestro tejido adiposo", agrega. Según explica Moreno, es casi imposible escaparse de la contaminación plástica en el mundo de hoy: aunque las moléculas nocivas pasan al organismo principalmente por ingesta, también lo hacen a través del contacto cutáneo o al inhalarse.
LOS TEMIBLES DISRUPTORES HORMONALES
El bisfenol A es un aditivo químico usado desde los años 40 para endurecer los plásticos de policarbonato utilizados en algunas mamaderas y recipientes herméticos, en botellas y bidones plásticos de agua, juguetes, sellantes dentales, dvd y también en la resina que recubre el interior de las latas de alimentos y refrescos. Hoy se sabe que al ingresar al organismo tiene el efecto de un estrógeno sintético o disruptor endocrino, pues se mimetiza con la hormona humana mediante la suplantación o bloqueo de esta, alterando su metabolismo. También se ha demostrado que puede causar la proliferación de células cancerígenas, especialmente de cánceres relacionados con el sistema endocrino, como el de mamas y el de próstata. Estudios científicos realizados en Europa como el del investigador Gilbert Schönfelder en la Universidad Freie de Berlín, encontraron BPA en mujeres embarazadas, placentas y cordones umbilicales, todos en niveles que en animales alteran el desarrollo.
Los ftalatos son químicos que producen infertilidad, enfermedades de la tiroides y obesidad. Se inhalan o ingieren al usar mangueras, cortinas de vinilo y algunos juguetes plásticos.
En 2008 Canadá fue el primer país que prohibió la utilización del BPA en la fabricación de mamaderas y envases de comida para bebés. También Estados Unidos, Nueva Zelanda, Dinamarca, Australia y Argentina han prohibido las mamaderas plásticas y objetos para bebés con este compuesto. En octubre de 2012, Francia, además, prohibió el bisfenol A en cualquier envase en contacto con alimentos. El informe de la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria en que se basó la decisión francesa plantea: "la evidencia científica disponible muestra que el bisfenol A, incluso en dosis muy pequeñas, actúa como disruptor endocrino y puede afectar a la reproducción, a la metabolización de azúcares y grasas y al funcionamiento del sistema cardiovascular". La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria también está estudiando 450 investigaciones que identifican posibles efectos adversos sobre el riñón, hígado y glándulas mamarias derivados de la exposición al BPA y decidió reducir de manera temporal la ingesta diaria tolerable del bisfenol A de su actual nivel de 0,05 a 0,005 mg / kg de peso corporal al día, mientras realiza una reevaluación que estima concluir a fines de 2014. En Chile, en cambio, la presencia de estos químicos en el plástico no está regulada ni ha sido estudiada (ver recuadro).
Otros aditivos muy usados en la industria del plástico y que según un estudio como el que hizo en 2005 el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos pueden reducir la cantidad de espermios, son los ftalatos, químicos como el DEHP, el BBP y el DBP que hacen que el plástico sea suave y flexible. Lo tienen en grandes cantidades juguetes blandos como muñecas, gomas de borrar, pelotas o mordedores para bebés. También está en mangueras, cortinas de baño de vinilo y dispositivos médicos como sondas y tubos de percusión intravenosa. Los cosméticos los incluyen entre sus ingredientes, sobre todo las cremas, jabones y champús para una textura más suave. Muchas pinturas también los tienen y la mayoría de los productos de limpieza para el hogar. O sea, están en todas partes y llegan al organismo principalmente a través de la inhalación, porque son volátiles. Pero también por la piel y la ingesta. Lo grave es que la legislación en Chile y en varios países del mundo todavía hace vista gorda, mientras estudios como el del Imperial College London, en 2008, los asocian con infertilidad, pobre movilidad espermática, desarrollo prematuro de mamas, enfermedades de la tiroides y obesidad. Otros estudios científicos han descubierto que el período más sensible a los efectos de los ftalatos es durante la etapa fetal, la lactancia y la pubertad. Por eso seis tipos de ftalatos (el DEHP, DBP, BPB, DINP, DIDP y el DNOP) fueron prohibidos en 2005 en juguetes y artículos para niños en todos los países de la Unión Europea y, en 2008, en Estados Unidos.
Al calentar comida en un recipiente hermético, reutilizar una botella de agua o usar una mamadera plástica, se liberan aditivos tóxicos que se acumulan en el organismo.
AMENAZA LA FERTILIDAD
Hay varios estudios que indican que la fertilidad humana está en descenso y que la calidad y cantidad de espermatozoides en hombres está disminuyendo desde hace 30 años. El último y más importante fue liderado por el Instituto Francés para la Vigilancia de la Salud y se publicó en 2012: se tomaron muestras de 26.000 hombres entre 1989 y 2005 de varias regiones y los resultados mostraron que la producción de espermatozoides había bajado un tercio, de 74 millones por mililitro, a 50 millones en ese período. Entre las causas enumeradas por los científicos están la vida sedentaria, el aumento de la obesidad, la contaminación ambiental, y también el aumento del uso de plásticos, porque alteran los sistemas hormonales.
En los últimos 20 años se ha observado un adelantamiento del inicio de la pubertad en Estados Unidos, en Europa y también en Chile. La primera señal de la pubertad en las niñas, que es la aparición del botón mamario, hoy se presenta a los 9 años, un año y medio antes que en los 60. "De los factores relacionados, el principal es el aumento de peso. Pero después vienen los disruptores endocrinos, a los que toda la población está expuesta, que son químicos que tienen algún efecto hormonal, y los principales son los ftalatos y BPA derivados del plástico", dice la endocrinóloga infantil Ethel Codner, que es profesora asociada en el Instituto de Investigaciones Materno Infantil de la Universidad de Chile (IDIMI) y realizó estudios sobre el adelantamiento de la pubertad en 2004 y 2007.
El ginecólogo Emilio Fernández, especialista en infertilidad de la Clínica Las Condes les recomienda a sus pacientes embarazadas que prefieran alimentos orgánicos, sin contacto con plástico, que no calienten comida en envases plásticos ni le den leche a la guagua en mamaderas sin la etiqueta "libre de BPA". "Cuando una mujer embarazada ha sido expuesta a bisfenol A, los niveles de estos tóxicos se concentran mucho más en la sangre del feto que en la madre", dice Fernández. "Las dosis de tolerancia para adultos no son lo mismo que para fetos y lactantes, que tienen bajo peso, están en una etapa sensible de desarrollo y el único alimento que toman es leche calentada en mamadera con BPA. Ahí estamos ante el caso más nefasto".
Estos efectos de adelantamiento de la pubertad y alteraciones en el sistema reproductivo también están siendo estudiados en ratas de laboratorio por el biólogo especialista en reproducción Ricardo Moreno junto a estudiantes de doctorado de la facultad de Ciencias Biológicas de la UC. Moreno y su equipo tomaron cinco compuestos del plástico cuyo uso se ha restringido en Europa y Estados Unidos: el bisfenol A, el nonilfenol y los ftalatos DEHP, DBP y BBP. Todos reconocidos disruptores hormonales. La mezcla de estos químicos se la dan a las ratas hembras preñadas a través del agua en concentraciones equivalentes a las encontradas en poblaciones humanas. "Todos estos químicos pasaron de las madres expuestas a las crías, solo a través de la leche materna, tal como ocurre en humanos. Y lo que descubrimos en las crías, una vez adultas, es que en las hembras la pubertad se adelanta significativamente. En vez de ocurrir a los 32 días de vida, empieza a los 25 días. Además, su ciclo de ovulación se detiene y no ovulan. Y en las crías macho, hemos visto que la organización histológica (forma) de los testículos está completamente alterada, los niveles de estrógenos están aumentados y los de testosterona disminuidos", cuenta.
Ahora falta la segunda etapa: estudiar la fertilidad de las crías de la segunda generación. Algo que también está por verse en humanos. "El uso masivo de los plásticos comenzó hace 40 años, así que aún no sabemos cuáles van a ser los efectos a largo plazo. Probablemente lo vamos a ver en la próxima generación o en la siguiente", advierte Moreno.
¿QUÉ PLÁSTICOS PREFERIR?:
Los plásticos que están en contacto con alimentos vienen identificados con un número según su tipo:
Hay que evitar los que tienen el número 3 (papel film transparente, botellas de aceite), 6 (vasos de plumavit, bandejas de carne) y 7 (bidones, mamaderas y botellas de policarbonato). Todos tienen ftalatos o BPA.
"Cada vez tenemos más incidencia de cáncer, ¿qué porcentaje de culpa tienen los envases plásticos? No lo sabemos, pero está claro que están contribuyendo", dice María José Galotto, Directora del Laboratorio de Envases de la USACH.
NORMATIVA CHILENA
La única norma legal que en Chile controla a la industria del plástico es el Reglamento Sanitario de Alimentos, que solo regula a los plásticos que tienen contacto con alimentos. El resto, como los juguetes, no está sujeto a ningun tipo de regulación. El artículo 126 de este reglamento –que data de 1997– solo limita la cantidad máxima de cloruro de vinilo, estireno y acrilonitrilo que puede contener un envase plástico, componentes de conocido riesgo toxicológico y alérgeno. No considera restricciones de uso ni límites para químicos del plástico que en normativas internacionales están estrictamente restringidos, como el BPA, el noninfenol, y ftalatos como el DEHP y DBP. De hecho, ni siquiera los menciona. A nivel de los consumidores, en el país no existe obligación de informar qué compuestos contiene un envase plástico, por lo que en la práctica, los ciudadanos están desinformados y desprotegidos.
Mariela Formas, gerenta general de la Asociación de Industriales del Plástico (Asipla), que agrupa a un centenar de empresas del rubro, afirma que: "aún cuando Chile no tiene una normativa que regule el uso de sustancias como el BPA y los ftalatos, los envases plásticos en contacto con alimentos que se fabrican en Chile no utilizan estos aditivos. Nuestras empresas afiliadas cumplen a cabalidad la normativa europea y la de la FDA, ya que todos utilizan plásticos de última generación provenientes de poliolefinas: PET, PEAD, PP, PS, que no contienen BPA ni ftalatos. Pero nos preocupa que en el mercado sigan ingresando productos importados con estos aditivos, especialmente aquellos más económicos y de menor calidad, sin estándares de inocuidad. Por ello es muy importante el cambio en la legislación chilena que regule estos aspectos".
Desde 2011 el Laboratorio de Envases (LABEN) de la USACH, junto al Ministerio de Salud y la Asociación de Industriales del Plástico, desarrolla una propuesta de legislación para el plástico que fue entregada al Ministerio de Salud en enero pasado. El documento fija límites de migración específica –la dosis máxima de un compuesto que puede migrar del envase al alimento– para un gran número de sustancias, como el bisfenol A, el DEHP y el DBP según los estándares de la Unión Europea. Además, incluye una declaración en que la empresa garantice que todos los compuestos usados para hacer ese plástico están dentro de las listas de compuestos autorizados. "Si la empresa no cumple, las penas deberían ser altas, porque estamos jugando con la salud de la población. Muchas de esas sustancias pueden tener características cancerígenas. Cada vez tenemos más incidencia de cáncer. ¿Qué porcentaje de culpa tienen los envases plásticos? No lo sabemos, pero está claro que están contribuyendo", dice María José Galotto, directora de el Laboratorio de Envases de la USACH.
UNA FAMILIA LIBRE DE PLÁSTICO
Hace 13 años la periodista Cristina Goyeneche, fundadora de Apio Palta y de Mercado Orgánico tenía problemas para manejar la hiperactividad de su hija mayor, entonces de 4 años, y siguiendo la recomendación de la pedagogía Waldorf, se deshizo de todos los juguetes de plástico, los videojuegos y televisores de la casa. Sus hijos –ahora de 17, 13 y 8 años– solo están autorizados para usar computador, celular e ir al cine a partir de los 14 años, cuando entran a educación media. "Sus compañeros del colegio Giordano Bruno, un colegio Waldorf, están en la misma y eso facilitó que mis hijos lo aceptaran. Los tres se criaron con juguetes como los de antes: camioncitos de madera, muñecas de trapo. El plástico es un material muerto, frío, fabricado con petróleo, diseñado para ser desechado rápidamente y, además, he leído que libera algunos químicos tóxicos. Los niños conocen el mundo a través del tacto y prefiero que jueguen con una muñeca de lana o un juguete de madera, que vienen de un árbol o del vellón, son materiales vivos, nobles y no desechables", dice Cristina.
Cristina vive con su familia en una parcela en Curacaví. En su cocina los vasos son de vidrio, los platos de loza y los manteles de género. A sus hijos les compra ropa, sábanas y toallas de telas naturales y se fija en las etiquetas que no tengan fibras plásticas como poliéster. Algo fácil de encontrar cuando eran guaguas, pero que se dificulta cuando entran a la adolescencia. La colación de los niños –en loncheras de género– se las guarda en frascos de vidrio y en sus estuches de lana tienen crayones de tinturas naturales, plumas y tinta, pero nada de lápices pasta ni gomas de borrar de plástico. Va al supermercado y ferias orgánicas con bolsas de género y elige comida y productos envasados en vidrio, papel o cartón. "Es una opción más trabajosa, a veces más cara y no siempre lo logro. Casi todos los productos de aseo vienen en plástico. En ese caso, elijo el envase más grande y lo voy rellenando", dice. Y concluye: "No es fácil evitar los plásticos en un mundo cada vez más invadido por ellos, pero al menos lo de tu casa lo puedes controlar".
MEDIDAS PARA NO CONTAMINARSE:
-Preferir mamaderas y contenedores de alimentos de vidrio. Si se eligen envases, botellas o mamaderas de plástico fijarse que en la etiqueta digan: "Libre de bisfenol A". No esterilizar ni calentar a baño maría mamaderas plásticas.
-No calentar comida en el microondas en envases plásticos y evitar comer con cubiertos de plástico. Si el envase se ve deteriorado, desecharlo.
-Jamás cocinar comida dentro de bolsas plásticas de ningún tipo, como algunas que se comercializan en los supermercados.
-No guardar aceites, mantequilla, quesos, leche u otros alimentos altos en grasa en envases plásticos, porque absorben en mayor cantidad los ftalatos y el BPA, que son liposolubles. Preferir el aceite embotellado en vidrio y guardar quesos, leches y mantequilla en vidrio o enlozados.
-Evitar tomar café o líquidos calientes en vasos plásticos o de plumavit.
-Las botellas de policarbonato (de plástico duro, reutilizables, identificadas con el número de reciclaje 7) y las latas de aluminio de bebida tienen bisfenol A. Evitar manipularlas en exceso (apretarla, raspar el papel). No reutilizarlas para tomar agua.
-Las mujeres embarazadas deben evitar comer alimentos enlatados y beber refrescos en lata de aluminio, porque contienen bisfenol A. También deben evitar usar cortinas de baño de vinilo o pvc, porque pueden contener ftalatos, cancerígenos y dañinos para el desarrollo del feto.
-No entregar a guaguas o niños pequeños juguetes y mordedores de plástico, salvo que digan "libres de BPA".
*Fuentes: Ricardo Moreno, biólogo UC; Emilio Fernández, ginecólogo de Clínica Las Condes; Dawn Cooper, nutricionista experta en fertilidad.
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