Hace un poco más de dos años y medio, las calles del país se llenaron de jóvenes y adolescentes. En el estallido social, sus voces resonaban y su espíritu fue un contagioso antídoto para una sociedad hasta entonces adormecida. Dicha movilización tuvo como resultado el acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, un consenso político clave para articular las demandas ciudadanas y que hoy tiene a los 155 convencionales constituyentes discutiendo la nueva Carta Fundamental. Sin embargo, a pesar de ser los precursores de esta revuelta, su participación en el proceso constituyente ha sido más bien simbólica.
No solo no pudieron votar en el plebiscito del 25 de octubre del Apruebo o Rechazo, sino que, además, -en la actualidad- tienen limitados espacios para debatir e informarse sobre la Convención en colegios y escuelas. Así lo demuestra la encuesta #EstamosConectados con la Constituyente, impulsada por Educación 2020 -en colaboración con Ipsos Chile- que reveló que sólo un 11% de los docentes y profesionales de la educación ha generado instancias para abordar el proceso constituyente en sus establecimientos. En el estudio se da cuenta de un alto interés por parte de apoderados y profesores por lo que ocurre en la Convención, sin embargo, se reporta un bajo nivel de conocimiento de esta instancia. Así, un 80% de las y los docentes, profesionales de la educación y apoderados afirma que le gustaría estar más informado sobre el proceso constituyente.
Los expertos explican que los dos años de clases online dificultaron abrir la conversación a estos temas ciudadanos, sobre todo porque los esfuerzos estaban concentrados en mantener vínculos y recuperar aprendizajes. Sin embargo, el académico de la Facultad de Educación UC y director del Centro para la Transformación Educativa UC, Ernesto Treviño, sostiene que también existe cierta reticencia en las comunidades a tratar contenidos asociados a la contingencia. “Al interior de las comunidades educativas existe un cierto temor a tratar estas materias por posibles reclamos de los apoderados, considerando que se trata de temas que muchas veces se cruzan con lo político. Acá tenemos el principio de que los padres son los primeros educadores, pero muchas veces ellos no están preparados para esa tarea, más aún cuando sabemos que el 70% usa la violencia como método educativo. Es una situación compleja, que coarta la capacidad de tener diversos puntos de vista”, sostiene.
Es por eso que Alejandra Arratia, directora Ejecutiva de Educación 2020, cree que es clave entregar herramientas a las familias y los profesionales de la educación para que puedan bajar la información de la Convención a las salas de clases. “A casi dos meses del retorno a clases presenciales a lo largo del país, tenemos una oportunidad única de abrir espacios de conversación y diálogo sobre el proceso constituyente con niños, niñas y jóvenes. Para abordar este desafío creemos que es necesario apoyar a los equipos docentes, porque se trata de un momento inédito, que tiene muchas etapas e iteraciones, y sabemos que muchas veces esto genera naturales incertidumbres, preguntas, o dudas. Hay que reconocer que el primer piso es abordar y entender el tema, pues para poder explicarlo a niños se requiere una comprensión mayor. Es poner un proceso complejo en palabras simples y accesibles para la infancia”, dice.
En 2016, se promulgó en Chile la Ley Nº 20.911 que crea el Plan de Formación Ciudadana. Una normativa que obliga a los establecimientos educacionales a contar con un programa de formación cívica para educar a los estudiantes “en el ejercicio de una ciudadanía crítica, responsable y respetuosa”. Para eso, el Ministerio de Educación -entre otras iniciativas y obligaciones- creó una nueva asignatura de Educación Ciudadana, obligatoria para 3° y 4° medio.
El académico de la Facultad de Educación de la UDP e investigador asociado del Centro de Políticas Comparadas de Educación (CPCE), Gonzalo Muñoz, sostiene que este curso podría ser una de las tantas instancias que las comunidades educativas podrían utilizar para abrir la conversación sobre la Convención Constitucional. “Creo que en la mayoría de los establecimientos existen herramientas para hacer este debate o promover una mayor apropiación y conocimientos del proceso constituyente. Si bien hay una oportunidad más explícita en la asignatura de Educación Ciudadana, lo que pasa en la Convención Constitucional debería ser tema en distintos cursos o instancias -como recreos o talleres-, porque tiene implicancias en muchas áreas relevantes para su aprendizaje, como el cuidado del medioambiente, la equidad de género, el reconocimiento de los pueblos originarios y, en general, los derechos sociales. Puede ser algo más transversal que solo lo que se ve en la asignatura de tercero y cuarto medio”, dice y agrega: “El sistema escolar debiera hacer un esfuerzo y orientarse en no desaprovechar la oportunidad de fortalecer la formación ciudadana a partir de este proceso. Esto tiene una dimensión de conversación y diálogo, pero también de información porque niños, niñas y adolescentes merecen estar enterados respecto a lo que pasa allí”.
Según el Estudio de Opinión de Niños, Niñas y Adolescentes realizado por la Defensoría de la Niñez en 2019, un 58% de los encuestados sostuvo que debería incluirse a niños, niñas y adolescentes en el proceso de redacción de una nueva Constitución. Si bien hasta el momento no se ha desarrollado un mecanismo de participación incidente, diversas organizaciones e instituciones han tratado de impulsar iniciativas para que este grupo participe y se informe respecto a lo que sucede en la Convención. Una de ellas es aquella desarrollada por la Municipalidad de Santiago que diseñó un plan de formación cívica para los 44 establecimientos de la comuna orientada a replicar el proceso constituyente mediante “mini convenciones”. En tanto, la Defensoría de la Niñez con su proyecto “Mi Voz en la Constitución”, además de proporcionar insumos técnicos a los constituyentes, ha desarrollado material de difusión dirigido a niños, niñas y jóvenes.
“Acá lo que uno esperaría es que voluntariamente haya, en todos los centros escolares, un proceso de información y diálogo respecto a la nueva Constitución, aunque también es importante que el Ministerio de Educación impulse y promueva esta conversación. Han existido algunas iniciativas de distintos organismos, pero que hoy son insuficientes para hacerse cargo de informar sobre un proceso que tiene su origen precisamente en el sistema educacional. Los niños, niñas y adolescentes tienen todo el derecho a participar y ser reconocidos como actores relevantes de este proceso, y deberían ser priorizados para que se transformen en sus protagonistas”, dice Gonzalo Muñoz.
Pero, ¿por qué es relevante desplegar esta, como otras conversaciones, sobre actualidad en los colegios? Según una infografía publicada por Ciudadanía y Escuela.cl -un sitio desarrollado por el PNUD y el Ministerio de Educación-, implementar de manera adecuada el Plan de Formación Ciudadana es relevante porque abre espacios de participación, reflexión y opinión, además de fomentar relaciones basadas en el respeto y la empatía. Un punto clave considerando el aumento de 30% en las denuncias por violencia escolar recibidas por la Superintendencia de Educación durante los primeros días de clases de 2022. “Hay buena base para pensar que una educación cívica profunda, pensada en individuo y su comunidad, debería fortalecer convivencia escolar. Y es que tiene que ver con un proceso social y comunitario basado en los atributos de las personas que conforman esos grupos: solidaridad, empatía, capacidad de aprender de otros. Si está bien implementada, la educación cívica abre espacios para desplegar esas habilidades, entonces mientras más desarrolladas estén, más fluidas pueden ser las relaciones humanas al interior de los establecimientos”, manifiesta Ernesto Treviño.
Por eso, los colegios y escuelas aún están a tiempo para tomar acción -dice Treviño-, sobre todo si se considera que todavía falta el plebiscito de salida y posterior implementación de la nueva Carta Fundamental, en caso de ser aprobada por la ciudadanía. Para comenzar a abordar este proceso de manera más consistente, dice el académico de la Universidad Católica, se deberían organizar talleres o jornadas para conocer las características centrales de una Constitución vinculando ese conocimiento con las temáticas infanto-juveniles. “La idea es que entiendan de qué se tratan estos procesos y por qué es importante una Constitución: informarse sobre lo que hay dentro de ella porque, en los debates, los ánimos están caldeados y, si no se informa a la población general, menos se hace con los niños”. Alejandra Arratia sostiene algo similar y concluye que el proceso se debe desarrollar a partir de los intereses de los niños, niñas y adolescentes. “Creemos que es muy importante vincularlo con lo que ellos ven como necesidades y preocupaciones. Muchas veces creemos que no se dan cuenta de las problemáticas de sus entornos, pero la verdad es que no es así, y en ese sentido es clave recoger sus opiniones y, en base a lo que plantean, relacionarlo con las temáticas que se están tratando en la Convención”.