Tacto: El sentido que volvimos a valorar
Tocar, de manera literal, es algo que hacemos todos los días con probablemente cada cosa que está a nuestro alcance. Tocamos objetos, personas y materiales. Sentimos texturas y temperaturas. Sin embargo, paradójicamente, el tacto es uno de los sentidos que menos valoramos.
Así lo aseguran psicolingüistas y antropólogos del instituto alemán Max Planck, quienes durante años recopilaron conversaciones de hablantes de 13 idiomas diferentes con el objetivo de buscar una forma de medir la importancia de cada uno de los cinco sentidos a través de la frecuencia del uso de palabras que se refirieran a ver, oír, tocar, oler y saborear. Entre las lenguas analizadas se encontraban algunas de las más extendidas del planeta, como el chino mandarín, el inglés y el español, pero también varias habladas por una población menor, como el chintang (Nepal).
En las 13 culturas analizadas, la vista es, sin lugar a dudas, el sentido al que los humanos dan más importancia. Y es que en un 60% de las frases se encontraban palabras y verbos relacionados con ver, mirar, observar, ojear y leer. "Hay tres razones principales que, creemos, subyacen en la mayor frecuencia de referencias a la vista en todas las culturas", dijo Asifa Majid, coautora de la investigación, al diario El País.
En primer lugar, tendría relación con la arquitectura de nuestro cerebro, ya que un 50% de éste está dedicado al procesamiento visual. Luego se podría asociar con el hecho de que la vista es uno de los sentidos que más se practica, incluso cuando parpadeamos. Y también, por un tema relacionado a lo social. "Coordinamos el conjunto de nuestras experiencias a través del sentido de la vista. Puedes usar una palabra como mira en sentido literal, pero también puedes usarla en la conversación con otros significados. No sabemos cuál de estas es la razón principal. Creo, como sostenemos en la investigación, que todas juegan un papel", aclaró la investigadora.
En la mayoría de las lenguas que han sido analizadas, el oído es el segundo sentido más relevante, mientras que los otros se van alternando. En el español e italiano, luego del oído viene el sabor, después el tacto y por último el olfato.
Los resultados de la Encuesta de los Sentidos 2017, realizada en España, reafirman esta jerarquía. Allí, el 92% de los encuestados asegura que si tuvieran que elegir un sentido se quedarían con la vista. Mientras que un 74% considera que los más desatendidos son el olfato y el tacto. Sin embargo, este último sentido presenta una paradoja. Y es que a la hora de ser seducidos, un 49% prefiere que se utilice el contacto físico.
El doctor en filosofía y académico de UCSH, Nelsón Rodríguez, lleva años estudiando sobre la importancia del tacto en nuestra sociedad. Para él, pese a que culturalmente la vista sea el supremo de los sentidos, el tacto es el encargado de ayudarnos a comprender el mundo. "Se trata de una función que no está referida solo a la piel, sino que tiene que ver con el contacto. Es una sensación externa del mundo, propia de la epidermis, pero también es un relato que se construye desde el interior del cuerpo. Está en el sentido del placer, del dolor y nos permite sentir el mundo, más allá de su textura. Además, actúa como presión, temperatura e intensidad, por las que dimensionamos el espacio, la relación con los otros y la relación con la naturaleza", explica.
Para el experto, uno de los grandes responsables de que este sentido haya perdido su valorización, tiene que ver con la educación. "Hay al menos dos textos de Gabriel Mistral, quien fue muy crítica del sistema educacional tradicional, que hablan sobre la carencia de la experiencia en el aprendizaje. No basta con decir que somos parte de la tierra si no vamos a tocarla. Ella habla de que la relación con el mundo tiene que ser pecho a pecho y eso no es solo poético, sino que literal. No vamos a tener sentido del tacto si no nos enseñan a hacer contacto. La experiencia de tocar nos ubica en el sentido de espacio, porque aprendemos sobre sus ritmos. Por ejemplo, si no hubiésemos tocado la tierra, jamás sabríamos qué significa su humedad o sequedad", comenta.
Desde la psicología, concuerdan con esto. Y es que de todos los sentidos, el tacto es primordial en la construcción de la percepción, pensamiento, memoria y emoción de un individuo. "Está comprobado que los primeros meses de vida son fundamentales para la construcción del psiquismo de los niños y gran parte de este proceso tiene que ver con la capacidad de la madre (o quien cumpla la función maternal) de presentarle el mundo y darle un lugar en él. El tocar, acariciar, tomar y cualquier muestra de afecto a través del cuerpo es fundamental. De hecho, se ha demostrado que quienes no reciben este tipo de contacto físico pueden presentar importantes problemas de retroceso en su desarrollo emocional como intelectual", explica la psicóloga con magíster en salud mental, Antonia Aguirre.
Resulta extraño que el tacto quede relativamente renegado en comparación con el resto de los sentidos, teniendo en cuenta su relevancia. Sin embargo, el filósofo Nelson Rodríguez asegura que esta desvalorización ha quedado en dudas en un contexto como el del aislamiento social producto del coronavirus. Y es que esta es la primera vez que como sociedad nos enfrentamos al desafío de no deber tocarnos.
"La cuarentena ha hecho que muchos se replanteen el tema de los sentidos, pero sobre todo el cómo los sentimos. La sociedad nos ha convertido en un cuerpo cansado de un ritmo exigido que está puesto en metas. Dejamos de escuchar, de tocar, de oler. Y nos hicimos cargo de esos objetivos olvidando que nuestro cuerpo y el entorno significaban algo. Ahora, encerrados y pausados, las personas anhelan volver a conectar con sus grupos sociales y con la tierra. Porque se dieron cuenta de que no bastaba con mirar y escuchar, sino que también se necesita de una conexión física con cada situación", dice. Y concluye: "El tacto es un sentido que como sociedad decidimos olvidar y que ahora, por primera vez, somos conscientes de la importante de redescubrirlo".
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