Cuerpos ajenos
Fui adolescente en la época de supermodelos como Naomi Campbell, Cindy Crawford, Kate Moss, Claudia Schiffer y Linda Evangelista, representantes, en ese entonces, de lo que teníamos que ser: mujeres delgadas, bellas, con piernas kilométricas y siempre muy sonrientes. En ese contexto, revista de papel couché en mano, pasábamos tardes completas hablando de sus cuerpos y de aquellos que no se ajustaban a ese patrón.
En los últimos años, sin embargo, celebro que -aunque tímidamente- se haya empezado a popularizar la frase “no se habla del cuerpo de otras personas”, sobre todo en las generaciones más jóvenes. Una afirmación sencilla pero potente que empezó a emerger en redes sociales, en conversaciones íntimas y en campañas sobre salud mental. Algo que no sólo tiene que ver con palabras corteses, si no que ha impulsado a co-construir espacios libres de prejuicios. O al menos lo intenta.
Sin un origen único o evidente, movimientos como el body neutrality y el body positive influyeron mucho en la promoción del respeto por todo tipo de cuerpos y poco a poco la narrativa que ponía -sobre todo a las mujeres- en el ojo del huracán con comentarios, críticas y normas sobre cómo tenemos que lucir, fue cambiando hacia la construcción de una nueva narrativa que no perpetúa lograr cuerpos inalcanzables. Más que una regla social, se invita a una reflexión sobre las creencias dañinas sobre la apariencia física y la promoción de una cultura de respeto y empatía.
Aunque parezca una simple frase, esas palabras dan cuenta de cómo algo tan simple puede tener tanto impacto en los demás, abriendo una invitación a construir relaciones más saludables.
Linda Evangelista, la misma supermodelo que mencioné al principio, se recluyó casi 5 años de la vida pública y social precisamente porque su cuerpo ya no cabía en los estándares. Se avergonzaba de su cuerpo y de las opiniones que podrían surgir por ese cambio. ¡CINCO AÑOS!
Si bien entendemos que el cuerpo no es sólo un envoltorio, es preciso recordar que nuestro cuerpo se constituye como parte de nuestra identidad. Cómo percibimos y sentimos nuestro cuerpo se relaciona con nuestro bienestar emocional. Cuando recibimos comentarios sobre nuestro cuerpo, ese mensaje no llega de manera neutra. Independiente de si la intención es positiva o negativa, siempre se puede percibir como una validación externa o como una crítica. Lo complejo ahí es que, en general, la imagen corporal suele ser frágil -sobre todo en una cultura como la nuestra- lo que convierte los mensajes, por muy inofensivos que sean, en palabras que generan emociones como vergüenza, culpa o ansiedad. Cuando comentamos sobre el cuerpo de otro, no sabemos si esa persona está lidiando con un TCA, una enfermedad o lisa y llanamente, soltó la idea de tener un cuerpo hegemónico. Es importante reflexionar antes de verbalizar: “¿es necesario que yo diga esto?” “¿estoy juzgando o imponiendo mi punto de vista?”. Así como también cuando vemos que alguien lo está haciendo, mostrar amablemente las consecuencias de las palabras, puede ayudar a que cambiemos esta conducta.
Cuando hablamos del cuerpo de otro reforzamos la idea de que el valor está en la apariencia, que nos definimos según nuestros cuerpo, cuando en realidad nuestro valor trasciende lo físico.
¿Ya no se le puede decir nada a nadie? ¡Claro que sí! Podemos probar con sustituir los comentarios físicos por otros elogios como destacar cómo una persona afrontó una situación difícil.
Este cambio no sólo beneficia a otros, sino que también a nosotros mismos en relación a nuestras propias exigencias. Aprender a dejar de hablar de cuerpos ajenos también nos ayuda a dejar de juzgar el nuestro, a disminuir las voces de nuestro crítico interno. Nos ayuda a valorar lo que en realidad nos importa.
En un mundo lleno de presiones externas, elegir no hablar del cuerpo de otros es una declaración de respeto hacia los otros y hacia nosotros mismos, poniendo el foco en conversaciones más nutritivas.
Habiendo tantas cosas interesantes sobre las que hablar, nuestro cuerpo ya no necesita ser tema de conversación.
* Dominique es Psicoterapeuta -sistémica, centrada en narrativas- y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica. Se desempeña como docente universitaria y supervisora de estudiantes en práctica. Atiende a adultos, parejas y familias. Instagram: @psicologianarrativa.
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