1. "Esta exploración contemporánea fue más dura que lo usual, ya que a nivel físico el trabajo fue muy doloroso. Pero una vez superado el dolor, empieza el aprendizaje. La coreógrafa coreana Hyo Hyung Kang es súper exigente y para esta pieza ella nos pidió que lleváramos las posibilidades de nuestro cuerpo al máximo. Sobrellevar ese dolor es mental".
Romina Contreras, chilena, primera bailarina de la Compañía de Ballet del Teatro Municipal de Santiago y protagonista de Shape of Panthers, de la coreógrafa coreana Hyo Hyung Kang.
2. "Estoy cansado por el viaje desde Corea a Chile, pero la experiencia ha sido muy motivante. Este proceso, con viajes y ensayos, ha sido un trabajo largo y extenuante. Estamos estrenando una danza muy libre, a diferencia de lo que normalmente hacemos en Corea, que es más clásico y estricto. En Santiago no sólo hemos conocido un nuevo lenguaje hablado y escrito, sino que lo que estamos interpretando también a nivel de lenguaje corporal".
Ho Jin Jeon, coreano, bailarín de la compañía de Ballet de Corea, protagonista de Shape of Panthers.
3. "Es cierto que los bailarines llevamos nuestro cuerpo al límite. Nuestras caderas se rotan hacia fuera, los empeines los tenemos que tener muy estirados, y las rodillas adquieren una posición que no es anatómicamente correcta. Se podría decir que nos tenemos que deformar para producir armonía y belleza".
Miroslav Pejic, chileno, solista del Ballet de Santiago y protagonista de Serenade, del coreógrafo George Balanchine, que se presenta este fin de semana en el Teatro Municipal.
4. "Este ballet me cambió como persona porque tiene mucho contacto corporal. De verdad hay que tener una mente muy abierta para hacer lo que hacemos entre bailarines en el escenario. Para mí fue un desafío, porque nunca antes me había tocado hacer algo así. Es muy libre y contemporáneo".
Felipe Arango Roa, colombiano. Lleva un año y medio en Chile y es bailarín de la Compañía de Ballet del Teatro Municipal de Santiago. Es parte del elenco de MC 14, 22 (Ceci est mon corps) del corégrafo francés Angelin Preljocaj. La pieza alude a un pasaje del Evangelio de San Marcos, en el que Jesús ofrece su cuerpo y sangre a sus discípulos. La referencia, sacada de su contexto original, se transforma en una alegoría al cuerpo masculino, profundamente sensual y táctil.