Paula 1143. Sábado 15 de marzo de 2014.

Chaqueta, Sabrina Granucci. Falda, Gerardo Tyrer. Aros, Walka.

Hace 14 años, cuando llegó a Chile después de vivir en Argentina, España y México, a la trasandina Mariela Rodríguez (39) le sorprendió la forma de vestir de las chilenas. Blusas y pantalones o polleras negras. Tenidas beige, cafés y grises. Y de usar algo de color más agresivo, solo algún accesorio para darle cierto toque a una oscura paleta. A sus ojos, todas las mujeres se veían iguales.

También le llamó la atención la escasa oferta de moda y que hubiese poquísimas opciones para comprar diseño chileno. Gran parte de la oferta estaba dominada por el retail y casi todas las marcas optaban por tener sus tiendas en malls. Acostumbrada al movimiento de moda que por esos años se registraba en Buenos Aires, donde el diseño de vestuario vivía un boom marcado por la primera versión del Buenos Aires Fashion Week, en 2001, y el surgimiento de un polo de diseño de autor en el Barrio Palermo, Rodríguez vio una oportunidad de negocio.

Investigó quiénes eran los mejores diseñadores y los contactó para proponerles ser parte de su tienda. Recorrió las universidades que dictaban la carrera de Diseño de Vestuario en busca de nuevos talentos. Durante ocho meses, en una pieza de su casa, realizó un casting con más de ochenta diseñadores para dar con los nombres. ¿Los requerimientos? Una sólida propuesta de diseño, alta calidad de la confección y serias ganas de profesionalizar la industria.

"Cuando llegué a Chile las mujeres eran como una fotocopia: todas vestidas igual. Pero la diversidad que ha ido ganando el país en materia de ideas y estilos de vida se nota también en cómo se viste la gente".

La tienda Porquetevistes abrió sus puertas en junio de 2001 (mismo año en que debutó Hall Central en el Barrio Lastarria), en una de las esquinas más lindas de Santiago: Gertrudis Echenique con Renato Sánchez. En 2008, y en la misma lógica de posicionarse fuera del circuito alternativo de moda, La Joya, marca de Luz Briceño, inauguró su tienda en Alonso de Córdova, a donde llegó a compartir espacio la zapatera Bárbara Briones.

Actualmente, Porquetevistes cuenta con parte de las colecciones de más de cuarenta diseñadores chilenos de vestuario, zapatos y accesorios, de distintas generaciones, como Gerardo Tyrer y Juana Díaz, que están desde el inicio, Paulo Méndez, Karina Pizarro, Walka y Celestino. El objetivo de Mariela es que una mujer de entre 25 y 55 años pueda vestirse de pies a cabeza en la tienda con diseño nacional de calidad. Para eso, una vez al mes se reúne con los diseñadores para trabajar en conjunto las colecciones. "Hemos formado un excelente grupo en el que ha sido fundamental la colaboración. Mi misión, además de dar a conocer su trabajo, es que ellos se conecten y formen una comunidad que les permita desde tener los mejores datos para comprar telas y conseguir buenas costureras, hasta compartir sus puntos de vista", dice Rodríguez.

"Hubo un boom de ferias de moda que publicitaban el diseño de autor, pero que no tenían más que dos o tres stands con eso y el resto era ropa incluso de patronato. Eso estigmatizó al diseño independiente como ropa con malas terminaciones".

Ser una de las pocas tiendas que existen en Chile dedicadas al diseño de autor ha sido una tarea titánica. Proyectos similares han cerrado sus puertas debido a lo difícil que es competir con el retail. En 2008 fue el caso de GAM (Grupo Anti Mall) y hace unos días Francisca Torres, dueña de Cazadora, anunció vía facebook que en abril deberá cerrar después de cinco años de funcionamiento. Lo mismo ocurre con Hall Central que, aunque de forma temporal, este 31 de marzo cerrará sus puertas hasta nuevo aviso.

"Desde que abrimos hemos pasado por todo. Épocas en las que nos ha ido increíble, otras más o menos, otras en las que nos ha ido mal. No es un negocio para hacerse rico. De hecho, la mayor parte del tiempo ni siquiera cubres los costos. Nos hemos mantenido porque tenemos la absoluta convicción de la importancia que tienen estos espacios para el desarrollo del diseño y la moda en Chile", asegura Mariela.

¿Cómo ha evolucionado la consumidora chilena en estos 13 años?

El cambio ha sido impresionante. Cuando llegué a Chile las mujeres eran como una fotocopia: todas vestidas igual. No salían de los colores oscuros, como un uniforme. Ahora muchas se atreven a experimentar y disfrutan de tener piezas únicas que las diferencien. La diversidad que ha ido ganando Chile en materia de ideas y estilos de vida se nota también en cómo se viste la gente.

¿Por qué te instalaste en el Barrio El Golf?

Estoy convencida de que para dar a conocer el diseño chileno necesito estar en un lugar bonito, porque eso ayuda a que el trabajo de los diseñadores luzca bien. Además, por un tema de precios –el diseño de autor es caro, porque los costos de producción son altos al ser a baja escala, al ser hecho en Chile y generalmente a mano–, la opción para que el trabajo sea rentable es apuntar a un público con poder adquisitivo.

Los diseñadores chilenos suelen quejarse de que hay poca gente dispuesta a pagar lo que cuesta su trabajo, pero sí paga por marcas de lujo extranjeras.

Eso pasa en todos lados, a no ser que la persona tenga cultura de diseño de autor, que es poco común. Muchos cuando pagan lo hacen por la marca y eso no solo ocurre con la ropa. Pero, además, a los chilenos les cuesta valorar lo suyo. Cuando abrí la tienda, y teníamos diseño chileno y argentino, entraba gente, comentaba lo linda que le parecía una prenda y después de preguntar por la marca y su origen, si era chilena desistía de comprarla y la devolvía al perchero. Eso ha cambiado, pero falta trabajo que hacer.

Vestido, Sabrina Granucci. Pulsera, Walka. Zapatos, Macarena Errázuriz.

¿Existe en Chile una cultura de moda?

No. Cuando empezamos a trabajar con los diseñadores y los estudiantes de Diseño ni siquiera habían estudiado o tenían cursos de Historia de la Moda. Recién hace un par de años se implementaron. Creo que sin que fuese nuestra intención, nuestro trabajo ha educado a la gente mostrando que el diseño independiente no es sinónimo de mala calidad.

¿Por qué existe ese prejuicio?

Hace cinco o seis años hubo un boom de ferias de moda que publicitaban el diseño de autor, pero que no tenían más que dos o tres stands con eso y el resto era ropa incluso de Patronato. Como consecuencia se estigmatizó al diseño independiente como ropa con malas terminaciones. Lo cierto es que el verdadero diseño de autor está hecho en pequeñas cantidades, y tiene un diseño y propuesta personales que trasciende la temporada.

Desde que partiste, ¿se ha profesionalizado el diseño chileno?

Ser diseñador es un trabajo de procesos lentos. Los costos de producción son altos y hay que dedicarle mucho tiempo para construir una propuesta contundente. Los diseñadores deben estar preparados para crear colecciones que quizás no se vendan, pero deben seguir trabajando con las mismas ganas. Al tema de la plata se suma que, en general, los diseñadores no tienen conciencia de que cuando se embarcan en esto ya no hay excusas. Si un cliente quiere comprar, le da lo mismo lo que pase, y se debe entregar en el plazo. Hay diseñadores que han entendido eso y no fallan en las entregas, pero son pocos.

¿Quiénes son para ti los mejores diseñadores chilenos?

Gerardo Tyrer, Paulo Méndez y Karina Pizarro que, pese a que es una diseñadora de bajo perfil, ha sabido tener un trabajo que se sostiene en el tiempo y es una de las que más vende en la tienda.

¿Qué tienen ellos en común que hace que destaquen?

Pasión por lo que hacen.

¿Por qué el diseño de autor no logra despegar?

Más que nada por falta de difusión. En Chile, la gente está acostumbrada al mall y al retail, donde existen presupuestos multimillonarios para marketing. Se hacen catálogos, comerciales de televisión y radio. Nosotros muchas veces no salimos en ninguna parte. Estoy convencida de que si más gente conociera el trabajo de los diseñadores chilenos, estaría dispuesta a pagar por el.