Muy lejos de dar cátedra, a través de honestas reflexiones y de variados testimonios de pacientes y amigas, Daniela Méndez, psicóloga psicoanalista y madre, reivindica el derecho de las mujeres a maternar como les dé la gana. Es decir, como quieran, o puedan. Con esa declaración en la contratapa de su libro Maternar a tu manera, ella plantea que en época de constantes exigencias femeninas, de fácil apedreo público en redes sociales, y de agotadores mandatos de ser buena mamá, resulta que la única guía y motor para maternar –esa decisión consciente de parir y de acompañar a crecer a otro ser humano–, reside en el interior amoroso de cada mujer.
El texto lo divides en tres partes, la primera de ellas, el deseo. ¿A qué te refieres específicamente cuando hablas de deseo maternal?
Me refiero a eso que una mujer siente, en ocasiones inevitablemente, que incluso atraviesa su mente, su cuerpo, y la dirige inevitablemente a buscar de cualquier manera hacerse madre.
¿Crees que todas las mujeres tienen ese deseo?
No todas. En el pasado había una imposición cultural y ser madre era sinónimo de ser mujer. Si no lo eras o si no lo podías ser, estabas fuera de lo que se consideraba una mujer completa.
Hoy las chicas que tienen menos de 20 o 30 años difícilmente se hacen madres sin antes haber reflexionado sobre esto, y está bien. Ojalá en la medida de lo posible, todas las mujeres reflexionen sobre este deseo porque, a diferencia de otros, es un deseo que marca un antes y un después en la vida de una mujer.
Sin embargo, yo he visto algo muy interesante y es que, en ocasiones, una mujer dice que no quiere ser madre porque no es rentable, porque no va a poder ser exitosa como le gustaría, porque no va a poder viajar como querría. Pero de pronto, sobre todo después de cierta edad, el deseo de ser madres les atraviesa el cuerpo y no entienden por qué, o no lo pueden explicar. Y creo que tampoco podemos negarle el paso a ese deseo.
¿Tenemos que darle espacio?
Tenemos que darle espacio idealmente a todos nuestros deseos. Yo en mi trabajo como psicóloga me he ido encontrando con que las mujeres tenemos distintos tipos de deseos: deseos de crear, de enamorarnos, de ser exitosas… Hay tantos deseos como tipos de mujeres y el deseo maternal es uno de ellos.
A mí eso es algo que me emociona, ser testigo y acompañar a mujeres en ese proceso de buscar creativamente, hacerle espacio a esos múltiples deseos.
El problema es que en nuestra sociedad hay tan poco apoyo a la maternidad, que a las madres a veces no les queda tiempo y energía para los otros deseos…
El deseo maternal tiene algunas diferencias con otros deseos y es que, si bien todo deseo toca algo del cuerpo, el deseo materno toca el cuerpo de una manera muy especial. Un bebé atraviesa tu cuerpo, está dentro de ti literalmente, en tu panza. Otros deseos están más energéticamente, entonces éste tiene ciertas implicaciones como que, por ejemplo, en cierto momento, sobre todo los primeros meses de vida o incluso los primeros años, tira muchísimo o te pide un montón de espacio.
Por tanto, no lo niego, es un desafío buscarle un lugar a ese y a todos los demás deseos que una mujer tiene.
No hay sólo una forma de maternar
Según Daniela, una forma de darle espacio a los otros deseos de las madres, es que la maternidad no esté llena de mandatos e imposiciones. “Si bien para maternar necesitamos referentes y voces, alguien de nuestra confianza que nos diga cómo lo hizo, pasa que hoy con el acceso a tanta información, las madres se pueden sentir atormentadas. Y es que hay especialistas y coaches para todo: para portear, para manejar el sueño del bebé, la alimentación, todo. En la búsqueda de cumplir con todos esos mandatos, de esa “perfección”, es que no les damos espacio a nuestros otros deseos”, dice.
¿Mejor no leer ni escuchar nada?
Esto no lo vivieron nuestras mamás en el pasado. Ellas tenían a las abuelas, a las suegras o a las tías opinando. Pero hoy es como si tuviéramos 25 abuelas opinando en redes sociales sobre nuestra maternidad. Mi invitación es a que podamos elegir qué voces escuchar, para poder crear un estilo propio de maternidad. No sin referentes porque las personas, no solo las mujeres, necesitamos mirar a otro porque somos seres sociales. Pero lo que hoy les pasa a muchas, es que escuchan 25 voces de expertas y las ubican en el lugar de diosas y gurús a todas y entonces, la maternidad se vuelve imposible.
Y hacer un espacio para escuchar mi propia voz, qué me dice mi guata, qué me dice mi corazón y qué me dice mi hijo.
La segunda y tercera parte del libro es libertad y transformación respectivamente. ¿De qué se trata?
La realidad es como un aterrizaje de emergencia. Todas alguna vez nos imaginamos siendo madres y probablemente pensamos que seríamos una mamá siempre paciente, con la capacidad de conciliar fabulosamente todas nuestras áreas. Pero la realidad se trata de cómo soy yo más allá de lo que pensé que iba a ser; como siento aquello que nunca imaginé que iba a sentir. Y la realidad siempre es imperfecta.
Y luego la transformación es lo que queda de mí después de este deseo atravesado por la realidad, por el nacimiento de la nueva mujer que soy, nada que ver con la que imaginé y que se va construyendo continuamente. Porque siendo madre te transformas una y otra vez.
¿Hay que hacer un duelo de la mujer que fuimos?
Si hay que hacer ese duelo, le decimos adiós a esa mujer y a veces viajamos mentalmente, nos escapamos a esa vida antes de ser madre, nos preguntamos cómo sería sin eso que estamos viviendo. Hay un duelo y es importante hacerlo porque si no, uno vive en una fantasía. Pero luego del duelo hay una profunda oportunidad de reconocerse en esa mujer que eres hoy y de potenciar otras áreas; de descubrir que tienes habilidades que desconocías o que tienes nuevos deseos que desconocías. Hay esperanza de seguir pariendo nuevos deseos más allá de nuestros hijos.