"Hace cuatro años atrás no practicaba para nada el tema de la sustentabilidad. Creía que con reciclar bastaba -cosa que tampoco hacía- y no era consciente de las miles de maneras con las que podía aportar. Sin embargo, cuando entré al comité de medioambiente en el colegio donde trabajo, empecé a involucrarme mucho más. Ahí me di cuenta de que la solución a la crisis no empieza ni termina depositando los deshechos en lugares especializados, sino que se trata de algo mucho mayor. Que quizás para muchos esa es la puerta, pero que detrás de ella hay todo un universo de hábitos por adquirir.
Me quedó gustando tanto el tema que decidí llevarlo a mi vida personal. Quería hacer un cambio radical. Necesitaba ser más consciente de mi consumo y del impacto que puede provocar. Y no solo por el tema ambiental, sino porque también aprendí que mis acciones podían perjudicar a otras personas. Partí por lo más conocido: reciclar, dejar de usar bolsas plásticas, reutilizar envases y andar con una botella de agua en la cartera para cualquier cosa. Estas acciones, aunque sean pequeñas, tienen un efecto inmediato en el planeta. Pero también creo, y siempre trato de transmitir este mensaje, que es súper importante respetar el ritmo de cada uno. Obviamente no es fácil cambiar los hábitos de la noche a la mañana y también depende mucho de la persona con la que convives o el estilo de vida que llevas. Hay que ir a paso a paso porque o si no puede ser un poco agobiante.
Después de adoptar esos cambios, me di cuenta que aún quedaban cosas mínimas por hacer y que no requerían de un esfuerzo muy grande. Así que me aventuré y decidí hacer mi propio limpiador de grasas a base de cítricos para -además de darle una vida útil a las cáscaras- evitar contaminar con tóxicos y envases. Para hacerlo, se debe llenar un tercio o la mitad de un frasco con residuos de cítricos como limón, pomelo, naranja o mandarina y después rellenarlo con agua fría de la llave o filtrada. Luego se tapa y se deja en un lugar seco y oscuro por tres o cuatro semanas para dejar que fermente, liberando el gas cada tres días para evitar que explote al momento de abrir. Después ese líquido se cuela y se pone en un frasco con difusor para usar en la limpieza del horno, la cocina, la campana, sartenes, ollas, microondas, etc. El limpiador dura dos meses y si hace mucho calor, es mejor guardarlo en el refrigerador. El resultado es un desengrasante gratis, biodegradable y no tóxico. Además, las cáscaras, después de ese proceso, pueden compostarse".
Francisca Amenabar tiene 31 años y es la creadora de @loquemaspuedo.