Datos Paula: tres novedades de autores nacionales para leer en vacaciones

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Chilco, de Daniela Catrileo

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Es la primera novela de la escritora Daniela Catrileo, autora de premiados libros de poesía como Río herido (2016), Guerra florida (2018) y Todas quisimos ser el sol (2023), escritora, profesora de filosofía e integrante del Colectivo Mapuche Rangiñtulewfü. “Este libro no tenía la pretensión de ser una novela, por eso tiene harto de prosa poética”, cuenta Catrileo, quien explica que a medida que fue avanzando con la escritura, la historia derivó en dicho género literario. A pesar de ser una ficción, tiene elementos muy cercanos a la realidad actual, como una ciudad en crisis, socavones y un movimiento social con ansias de demolerlo todo. “Me arraigué a eventos históricos que tienen relación con ciertas revueltas del siglo XIX y la reforma agraria. Esto me ayudó a reconstruir un proceso de movilización ciudadana y social que tiene que ver justamente con una vivienda digna o con una tierra donde vivir”, dice la autora en el video promocional que Planeta de Libros publicó en sus redes sociales.

Con el anhelo de una vida más plena, lejos de la explotación y la violencia colonial de la capital del país desconocido en el que viven, Marina —la protagonista y narradora—, nieta de una migrante peruana, y su pareja Pascale, deciden migrar a Chilco, una isla pequeña de clima subtropical ubicada a 186 kilómetros al oeste del continente. En medio de la novela, la autora inserta fragmentos de archivo —como especies de fichas— sobre la historia y geografía de la isla, su población, su flora y su fauna.

En el contexto de un país y una sociedad que avanza a paso firme hacia su destrucción, hay espacio para el amor y los afectos. “Hay comunidades que resisten afectivamente. Hay amistad, hay relaciones de pareja, pero también de una comunidad, de una familia de mujeres que siempre es cobijo para la protagonista”, dice Catrileo.

Mucha tele, de Marcelo Contreras y Rafael Valle

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Cinco años de entrevistas con quienes fueron los protagonistas de la TV durante la dictadura. Ese fue el extenuante trabajo que realizaron los periodistas Marcelo Contreras y Rafael Valle para el libro Mucha tele. Una historia coral de la TV en dictadura. “Nuestra primera aproximación fue comprobar una paradoja: cómo fue posible que en dictadura, con la gran excepción de la mordaza informativa que se instaló de inmediato mediante la autocensura, existió una variedad programática hoy inusitada”, asegura Contreras. Es así como en la voz de personajes como Mario Kreutzberger, Fernando Alarcón, Alfredo Lamadrid y Pablo Aguilera, se va tejiendo la historia de una industria que, motivada por el cambio de modelo, las privatizaciones y un Estado reducido, florece en lo que hoy conocemos como la televisión chilena.

Los autores no querían perder de vista que este libro es una “historia pop”, un recorrido por los grandes momentos de la TV —como el paso a la televisión a color— y también una investigación de cómo fue la trastienda y los inicios de algunos programas icónicos de la televisión de la época como Sábados Gigantes, El Festival de la 1, Japenning con Ja; noticiarios como 60 minutos, Teletrece; y la aparición de las áreas dramáticas con éxitos de teleseries como La Madrastra.

En tiempos donde el rol de la televisión pública es un gran debate, este libro sirve como un “gran angular sobre qué cosas funcionaron y las que no en el canal público. Si en una instancia brutal como una dictadura de corte-cívico militar se pudo articular programación con ribetes culturales y educativos, la enseñanza es que bajo un sistema democrático la televisión pública tiene el deber de elaborar una programación de calidad para la ciudadanía”, enfatiza Marcelo Contreras.

Un personaje que sirve de hilo conductor para esta historia es Don Francisco. Para los autores, Kreutzberger fue el primero en comprender —en la década de los sesenta— la necesidad del avisaje. En un escenario donde la televisión se financiaba con aportes estatales, Sábados Gigantes se convirtió en un modelo capaz de atraer grandes avisadores, además de permitir la internacionalización del programa en un mercado de alta competitividad como el estadounidense.

Los niños del Interdom, de Cristián Pérez

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“Lo recomiendo por ser una íntima y entretenida crónica de la historia desconocida de aquellos niños y jóvenes chilenos que, como hijos de revolucionarios exiliados, vivieron y se educaron internados en la escuela internacional soviética”, dice la productora y documentalista María Elena Wood, respecto al libro Los niños del Interdom: El internado soviético que acogió a los hijos del exilio.

La historia es así: producto de la persecución militar contra militantes de izquierda tras el golpe de Estado, varias familias debieron partir al exilio y llegaron a la Unión Soviética, específicamente a Moscú y a Zaporozhie y Odessa, hoy en Ucrania. Medio centenar de niñas y niños chilenos —algunos cuyos padres habían sido asesinados o torturados— comenzaron una nueva vida, que incluyó estudiar y residir nueve meses al año en la Escuela Internacional Elena Stásova, el Interdom. Desde 1930, en ese internado se educaban los hijos de los revolucionarios del mundo que habían sido perseguidos: por allí habían pasado niños de familias acechadas por Hitler, de republicanos españoles, africanos, latinoamericanos y los hijos de Mao Zedong.

Medio siglo después, el historiador Cristián Pérez entrevistó a catorce chilenos que estudiaron allí, quienes forjaron amistades inseparables, recibieron una buena educación, aprendieron a hablar ruso sin acento y compartieron con jóvenes de todos los continentes. “Una historia tremenda, puesto que era difícil imaginar que niños ya muy dañados por la persecución a sus padres debieran separarse de sus familias durante nueve meses del año para estudiar tan lejos de sus seres queridos y su patria”, dice el autor en el prólogo.

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