Hasta el 2009, estuvo a cargo de la asesoría artística de hoteles de Santiago, mientras era productor de eventos en una compañía asociada con empresas nacionales. Un día decidió reemplazar al pascuero de fin de año, al ser elogiado por su presentación, decidió quedarse y convertirse en el viejito con el que nos niños sueñan y entregar los mensajes navideños de cada diciembre en eventos de empresas, instituciones y centros comerciales.
A cuatro años de convertirse en este personaje por casualidad, Jorge Guerrero entrega cada año su carta de presentación: "soy un excelente pascuero, tengo buena presencia, de ojos azules y mido un metro setenta y cuatro. Cuando aparezco en escena le doy un realce especial a la fiesta de navidad".
Hoy sigue obteniendo el cariño de los pequeños fanáticos del viejo pascuero, que han sido una parte importante de su vida, recordando en todo momento la infancia de sus hijos y luego de sus nietos.
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