A partir de los seis meses de edad se recomienda comenzar con la transición gradual de leche a papilla, introduciendo de a poco nuevos alimentos de acuerdo a las necesidades nutricionales de las guaguas. Pero este proceso no es siempre fácil y muchas veces implica paciencia, peleas y, por qué no de decirlo, paredes y superficies sucias con comida. La nutricionista infanto-juvenil Pilar Montes, explica que uno de los escenarios más comunes a los que se enfrentan los padres, es a bebés que escupen la comida. “Esto no se debe a que no les guste lo que están probando, sino que a su reflejo de extrusión. La capacidad de tragar alimentos más sólidos se desarrolla con el tiempo, y en las primeras comidas las guaguas realizan un movimiento automático para expulsar la comida con la lengua, debido a la textura desconocida y al sabor y olor, tan distintos a la leche materna”.

También es posible observar neofobia alimentaria, o el miedo a consumir nuevos alimentos. “Por lo tanto, es súper normal que el bebé rechace los alimentos. Se ha estudiado que un bebé, niña o niño tiende a rechazar quince veces un alimento antes de decir que no le gusta, por lo que se recomienda insistir en lo que ha sido rechazado. Si uno le da tres veces la espinaca no significa que no le guste, sino que se está acostumbrando”.

Pilar menciona que, para que la transición sea más llevadera, es fundamental que las madres mantengan una alimentación variada durante el periodo de lactancia, pues se ha observado que cuando esto pasa, los bebés aceptan nuevos alimentos más fácilmente que cuando las mamás comieron de forma restrictiva o con una alimentación muy acotada. “Cuando las madres comen variado, la leche va teniendo distintos sabores dependiendo de lo que consuma”.

Sobre qué ofrecer a niñas y niños, la especialista recomienda preferir alimentos proteicos, frutas, verduras y cereales, como el arroz integral, y evitar alimentos procesados, como galletas o panes. Lo ideal, explica, es que las papillas tengan una consistencia similar a la de la leche, para que ésta sea mejor aceptada. “Hay un tipo de nutrientes específicos que son más importantes, como el hierro, porque se ha visto que es deficiente tanto en la lactancia como en las leches de fórmula. Por lo tanto, hay que preocuparse de aportarlo en la alimentación, ya sea con carnes rojas o blancas, es decir, pavo, pescados, pollo o carne de vacuno”, comenta.

En el caso de los padres y madres que practiquen el método Baby led weaning (Destete liderado por el bebé), que consiste en incorporar los sólidos, saltándose la fase de las papillas, Pilar aconseja que los alimentos sean blandos o que los padres aprieten la comida con sus dedos para evitar el riesgo de atragantamiento.

Y respecto de los horarios, la nutricionista asegura que lo más recomendable es que se fije una rutina de alimentación, ya que de esta forma los bebés empiezan a establecer hábitos. “Si a una guagua le das de comer a las once de la mañana y otro día te saltas ese horario porque estaba durmiendo y se alimenta recién a las una, difícilmente va a establecer los horarios fijos. Por eso se aconseja formar hábitos y así incorporarlos a los horarios de los hermanos, por ejemplo”.