En los últimos años, las mujeres han trabajado por romper la idea de que necesitan de un hombre para avanzar en la vida. Sin embargo, redes sociales como Tik Tok, en el último tiempo, han normalizado y romantizado la dependencia económica de las mujeres hacia los hombres, reviviendo una conducta machista que refuerza el control masculino sobre ellas.
Valentina Moyano, psicóloga clínica, explica que esto puede surgir como respuesta a un fenómeno en el que las mujeres comenzaron a ver que el empoderamiento femenino, si bien trae muchos beneficios, al mismo tiempo nos ha generado algunas cargas. Ocurre, por ejemplo, con las desigualdades persistentes en el hogar, donde las mujeres, además de salir a trabajar para ser un apoyo económico dentro de la pareja, seguían siendo las principales responsables de las tareas domésticas y la crianza.
Este doble esfuerzo llevó a muchas a cuestionarse si realmente valía la pena asumir tantas cargas, dando paso a la idea de volver a un modelo tradicional, donde ellas se dedicaban exclusivamente al hogar mientras los hombres asumían el rol de proveedores económicos.
Esto fue reforzado en redes sociales con conceptos como ‘The home mom’ (la mamá de casa), que romantizan el rol de ama de casa como una decisión ideal para evitar el agotamiento. También emergieron frases como ‘un hombre que resuelve’, que inicialmente describía a un hombre atento y responsable, pero que pronto derivaron en la idea de que debía hacerse cargo de todos los gastos en la relación.
Paralelamente, el término ‘princeso’ empezó a circular. Esta expresión surge porque los hombres comenzaron a pedir una relación recíproca en redes sociales. En primera instancia, aludía a que tanto la mujer como el hombre tuvieran iniciativas como salir, solucionar problemas, pagar la cuenta, etc. Sin embargo, también se tergiversó al extremo de decir que los hombres eran ‘princesos’ porque pedían una mujer con la que que aportaran 50 y 50 en lo económico.
En Tik Tok, frases como “Antes los hombres construían cosas y ahora quieren una relación 50/50″ o “La etapa de ayudar económicamente a un tipo, recomiendo saltártela” alimentaron esta narrativa, promoviendo que los hombres deben asumir todos los gastos de la relación, mientras que las mujeres no deberían contribuir, incluso si tienen recursos. Como si de un momento a otro, hubiésemos vuelto al pasado.
Según Moyano, este tipo de contenido, masificado en redes sociales, afecta principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes, lo que lo hace especialmente peligroso, ya que este fenómeno puede llevar a que busquen relaciones con hombres mayores bajo la idea de que un hombre con dinero les garantizará felicidad y seguridad. Además, genera una presión por obtener dinero rápidamente, haciendo que algunas perciban los estudios como una pérdida de tiempo o un obstáculo, cuando en realidad son una herramienta clave para alcanzar independencia y estabilidad a largo plazo.
La psicóloga destaca que esto no solo fomenta desigualdad, sino que también impacta en las aspiraciones y decisiones de las mujeres jóvenes, limitando su verdadero empoderamiento.
Por otro lado, Valentina detalla que la romantización de la dependencia monetaria puede derivar en violencia económica, ya que la pareja termina controlando aspectos básicos de la vida diaria. Decisiones simples, como salir a tomar un helado, hasta otras actividades cotidianas, terminan siendo condicionadas por el dinero que él esté dispuesto a dar.
“En muchos casos, ni siquiera se toma en cuenta, pero la violencia económica es un problema real, muy prevalente y, al mismo tiempo, mucho más silencioso”, señala Moyano, enfatizando la importancia de visibilizar este tipo de abuso, ya que muchas mujeres ni siquiera son conscientes de que lo están viviendo.
La psicóloga también señala que este comportamiento puede convertirse en una dinámica de manipulación desde ambas partes: el hombre ejerce control con amenazas como “entonces no te doy dinero”, mientras que la mujer puede recurrir a demandas excesivas o frases como “me iré con alguien que sí me dé lo que quiero”.
Más allá de la manipulación, la dependencia económica genera graves consecuencias psicológicas. La autonomía y la autoestima de las mujeres se ven deterioradas, lo que las aísla aún más. “Si la relación termina, puedes perderlo todo, ya que no hay una seguridad real. Además, implica una pérdida de autonomía, porque en la mayoría de los casos el dinero se entrega por semana y no de forma libre, lo que obliga a depender de la pareja incluso para los gastos más básicos”, recalca Moyano. Esta situación perpetúa una visión de inferioridad y refuerza las desigualdades de género, dificultando que las mujeres puedan salir de relaciones abusivas o tomar el control de sus propias vidas.
Todo esto contrasta con los ideales promovidos por los movimientos feministas, que buscaban destacar el valor y la independencia de las mujeres. Según la psicóloga, este cambio está influido por el contexto social tras la pandemia, las crisis económicas y otros factores que han llevado a muchas personas a aferrarse a valores tradicionales. Además, en la era digital, las opiniones compartidas en redes sociales tienen un impacto significativo, especialmente en la generación Z, que está construyendo su identidad bajo el contenido de estas plataformas. Por lo mismo, es que retomar y normalizar estas conductas machistas en la actualidad podría resultar en un retroceso cultural.
Diferencia entre apoyo mutuo y dependencia
Valentina recalca que la dependencia económica a menudo se confunde con el verdadero concepto de apoyo mutuo en una relación. Sin embargo, el apoyo mutuo va más allá de lo económico e implica respetar las decisiones tomadas en conjunto. Por ejemplo, que uno de los integrantes se dedique al hogar mientras el otro trabaja, que uno asuma más gastos porque tiene un ingreso mayor, o que se entiendan las distintas etapas de la vida, como cuando uno trabaja y el otro estudia. Lo importante es que estas dinámicas no se conviertan en herramientas de manipulación o violencia.
“Hay que buscar el equilibrio en las relaciones, tanto en lo que exigimos de nuestra pareja como en lo que ofrecemos, y al mismo tiempo, aprender a ver la realidad con una perspectiva más amplia”, dice la experta. Fomentar la independencia económica no solo empodera a las mujeres, sino que también fortalece las relaciones, haciéndolas más equitativas y basadas en el respeto. La clave está en enseñar desde edades tempranas la importancia de la autonomía y la igualdad, disminuyendo ideas románticas que avalen desigualdades que puedan conllevar maltratos.