¿Debemos siempre intentar salir de nuestra zona de confort?

salir de la zona de confort



Al buscar en Google “zona de confort”, lo primero que aparece es un artículo titulado Zona de confort: qué es, cómo salir de ella y por qué. Luego, sigue una larga lista de links que nos entregan consejos para dejarla, como si mantenerse en ella fuese perjudicial. Pero, ¿qué significa realmente estar en esta zona? ¿Debemos siempre intentar salir de ella? Esas son algunas de las interrogantes que propone la psicóloga mexicana Maynné Cortés, creadora @laboratorio_afectivo, en una de sus publicaciones en que dice que cuando la gente habla de salir de nuestra zona de confort, muchas veces se refiere a emprender acciones o tareas que requerirían mucho desgaste físico, mental y emocional de nuestra parte. “Este concepto proviene de la idea que tenemos acerca de la productividad, donde comúnmente se nos enseña que entre más incómoda estés y más presión ejerzas sobre ti misma, mayor será el valor que tengas como persona”.

Pero –como añade la experta– es importante no confundir comodidad con conformismo, ya que estar en un ambiente donde nos sintamos seguras y estables, es vital para nuestro desarrollo personal y nuestra salud mental. Se podría decir entonces, que necesitamos de una zona de confort para preservar nuestro bienestar. “La idea de que sólo cumpliremos nuestras metas si salimos de nuestra zona de confort es muy problemática y parte de la idea glorificadora de la productividad en donde necesitamos sufrir y hacer sacrificios para ganarnos el éxito”.

La realidad es que crecemos y nos desarrollamos gracias a nuestras zonas de confort, no a pesar de ellas. Maynné agrega que “por supuesto que es importante tomar riesgos y caminos desconocidos que pueden ayudarnos a conseguir lo que queremos, pero esto no significa salir de la zona de confort, sino que sentirnos lo suficientemente respaldadas por ella para explorar y buscar construir nuevas zonas de confort en otros lugares que nos interesen”. Como aclara, es importante entender que la incomodidad y la incertidumbre son parte necesaria de los procesos de crecimiento y desarrollo, pero no son los únicos estados necesarios para que podamos crecer. Cultivar seguridad en nuestros entornos cercanos también es importante para poder balancear y procesar de manera más integral todas nuestras experiencias, desde las más complejas hasta las más placenteras.

Ahora bien, la psicóloga explica que es primordial cuestionarse las dinámicas que hay adentro de nuestras relaciones y entornos, porque familiar no es sinónimo de seguro. “Si hay algo que nos es familiar, pero que en realidad no aporta a nuestro bienestar, es importante invertir tiempo y esfuerzo construyendo una verdadera zona de confort. Hacer esta distinción nos permite mirar de forma crítica nuestras relaciones y contextos para poder crear espacios y condiciones en donde nos sintamos cómodas y con la seguridad de avanzar hacia caminos desconocidos que a veces nos abruma un poco transitar”, dice. Y agrega que buscar la posibilidad de crear nuevas zonas de confort donde puedas desarrollarte libremente, no debería ser motivo de vergüenza o culpabilidad, ni sinónimo de estar fallando.

Al contrario, no debemos culpabilizarnos por vivir dentro de nuestras zonas seguras ni afligirnos por no poder salir de ellas, más bien hay que resignificar la definición y adaptarla a nuestras propias necesidades. “Recordemos la valentía que se necesita para cuestionarse una misma y a nuestros entornos, y lo pacientes que debemos ser con nuestro proceso. No comparemos las exigencias de otras personas con las nuestras y reafirmemos la idea de que sentirnos seguras es importante para poder crecer”, concluye.

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