Todos hemos escuchado alguna vez esta frase: es de mala educación hablar de plata. O esta otra: en la mesa no se habla de política, de religión o de dinero. Y a pesar de que hablamos cada vez más de los dos primeros tópicos, la plata sigue siendo un tema tabú. Pedimos disculpas antes de preguntar cuánto costó algo y muchas veces no sabemos el sueldo de amigos, familiares e incluso, de nuestras parejas.
Ese silencio –sobre todo en torno a los salarios– puede ser muy perjudicial a la hora de luchar contra las brechas salariales entre hombres y mujeres, una problemática que sigue muy latente en el país. Según cifras de la última Encuesta Suplementaria del INE correspondiente a 2021, las mujeres obtuvieron un 21, 7% menos en el ingreso medio que los hombres.
La pregunta es, ¿cómo vamos a exigir mejores sueldos si no sabemos cuánto gana el resto?
Mirian Izquierdo, presidenta de Woman Forward, fundación española que busca promover el talento y liderazgo femenino en el ámbito social y económico, asegura que la mayoría de las mujeres no hablan de estos temas por varias razones que están ligadas a la vergüenza. “Todavía dudamos en discutir de dinero con nuestros jefes, nuestros amigos, colegas e incluso cónyuges y parejas”, dice.
Según investigaciones de esta organización, a las mujeres les preocupa no saber lo suficiente sobre finanzas y hay miedo en admitir que les falta conocimiento sobre temas que consideran clave para su independencia económica. Por eso callan más que los hombres.
También sienten vergüenza de pensar que ganan “demasiado” en comparación con sus parejas o colegas y son más reacias a especificar cifras ya que no quieren dar la impresión de estar jactándose de sus salarios.
Quienes ganan menos también sienten vergüenza. “En la sociedad occidental, gran parte de la autoestima está ligada a cuánto ganamos”, explica Izquierdo, detallando que muchas mujeres sienten que sus sueldos, especialmente cuando son bajos, son el resultado de una serie de decisiones del pasado que podrían haber afectado su independencia.
“Con tantos niveles diferentes de vergüenzas centradas en las finanzas, no es de extrañar que numerosas mujeres rehúyan a hablar de dinero”, dice Izquierdo. “Como no se habla de dinero, no saben dónde acudir en busca de consejo. Se sienten menos cómodas haciendo preguntas, menos seguras tomando decisiones financieras, menos en control sobre sus finanzas y menos preparadas para el futuro”, agrega.
Este silencio es perjudicial no solo porque perpetúa la desigualdad salarial, sino porque daña la confianza financiera de las mujeres. “Al final es un medio para el empoderamiento. Y si hay algo que sabemos con certeza, es que el empoderamiento de las mujeres es crucial para lograr una sociedad más equitativa e igualitaria”, dice.
De adentro hacia afuera
Según el académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales e investigador del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo (MNEW), Jesús Yeves, este silencio muchas veces viene de las mismas empresas, que pueden optar por un sistema de remuneraciones abiertas o cerradas.
La falta de transparencia incide directamente en el estrés laboral de los trabajadores, explica. “Genera un molestar, tensiones, mal clima laboral. Un sentimiento de para qué me voy a esforzar si no recibo la misma recompensa. Incide en tu compromiso y favorece la discriminación arbitraria, porque está demostrado en estudios que el hecho de que los salarios no estén explícitos conlleva a que las mujeres cobren menos que los hombres por el mismo puesto de trabajo. Cuando los sueldos se abren y se publican, la situación mejora”, dice.
Pero este silencio es un tema cultural que para Yeves trasciende a Chile. “Cuesta hablar de salarios. Cuando hacemos encuestas mucha gente no puede ni siquiera hablar de rangos. Es mal visto, no se hace”, comenta.
Poder hablarlo “tiene más ventajas que desventajas”, asegura, incluso dentro de las mismas empresas. “Se trata de transparencia y eso incide a un nivel individual, pero también empresarial. Saber cuáles son las reglas del juego entrega tranquilidad y eso puede disminuir costos”, dice.
Para Izquierdo, el dinero dejará de ser un tabú a medida que las mujeres asuman el papel de principal sostén de la familia. “Para ponernos en una mejor posición para negociar y abogar por nuestro valor, las mujeres debemos reconocer el hecho de que el dinero es la razón principal por la que trabajamos, no solo la realización creativa o intelectual”, asegura.