Delphine de Vigan: “La autora que marcó mi mundo literario”

de Vignan



En diciembre de 2018 conocí a la escritora europea, contemporánea a mí, que me ha resultado más fascinante. A través de un hermano de mi madre que vive fuera de Chile y que vino por esos días a pasar las fiestas, escuché por primera vez el nombre de Delphine de Vigan. “Hoy, en Francia”, me dijo Antonio, “ella es una voz importante”. Y lo confirmé -no por desconfiada, sino por tozuda-, con mi editora Josefina Alemparte con quien frecuentemente comentamos ciertos autores. Y me dijo que sí, que efectivamente debía leer a De Vigan. Los temas que plantea y que a mí me interesan los iba a encontrar en sus historias. Me recomendó también que comenzara con Nada se opone a la noche. Es una joya, me dijo.

El título me fascinó. Intuí que habría en la historia un grado importante de oscuridad y de sufrimiento, pero no imaginé que además de eso habría un nivel de humanidad, de intimidad y de reflexión que me volarían la cabeza. Nada se opone a la noche marcó profundamente mi vida de lectora adulta, es un libro que recuerdo perfectamente dónde lo leí, lo que sentí al avanzar cada página y la sensación de fragilidad que me dejó al terminarlo.

En esta novela publicada por Anagrama en 2011, De Vigan reconstruye la vida de su madre muerta. A través de recuerdos, de conversaciones con sus familiares, de cientos de fotografías rescatadas y de registros de vacaciones filmadas en su súper 8, la autora revive a Lucile, su madre que se había quitado la vida a sus sesenta y un años.

Dicen que siempre hay varias versiones de una misma historia, que depende de quién la cuente. Pero que cuando se escribe una, es probable que sea dolorosa. “Escribo de Lucile con mis ojos de niña que creció demasiado deprisa, escribo ese misterio que siempre fue ella para mí, a la vez tan presente y tan lejana, ella, que, desde que cumplí diez años, nunca más me cogió en brazos”, dice la autora. Y es que Delphine De Vigan reconstruye la relación que tuvo con su madre Lucile para cerrar una herida que le limita su existencia. Para ella esta novela es un camino de catarsis y de superación del duelo y es también un ejercicio de alto riesgo en términos personales, pues a lo largo del relato se develarán secretos oscuros que expondrán a ciertos familiares. Todo sea por la búsqueda de la “verdad”.

El texto oscila entre lo real y lo imaginario, lo secreto y lo sabido, las pistas falsas y los datos certeros, siempre centrándose en el eterno tema de la familia. Intentado darle respuesta a preguntas que la obsesionan, cómo: ¿de dónde venimos, y qué es lo que nosotros vamos a dejar? Esta novela reflexiona sobre la importancia de la literatura y la cultura no solo en nuestro desarrollo intelectual, sino también moral. Y en la importancia de la búsqueda y también del entendimiento y aceptación de nuestro ADN familiar. De Vigan profundiza en el amor filial y en el tormento que significa para los hijos la falta de este amor. Este libro es un homenaje a la madre que nos tocó y que nos habría gustado tener, a la madre que nos cuidó y a la que se ausentó. A la madre viva y a la madre muerta.

Solo el año de su publicación Nada se opone a la noche ganó cinco premios en Francia y alcanzó los 500.000 lectores.. Otras novelas que recomiendo de la autora son Basada en hechos reales, Días sin hambre, Las Gratitudes y Las Lealtades. A mi juicio Nada se opone a la noche es, hasta ahora, su obra maestra.

Florencia Eluchans es autora de las novelas Esa vida que imaginamos (Editorial Planeta, 2017) y Más allá de nuestros días (Editorial Planeta 2020).

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