Hace exactamente un mes, la cadena CBS emitió una entrevista de dos horas entre la figura insigne de la televisión en Estados Unidos, Oprah Winfrey, y dos integrantes de la familia real británica que no ejercen sus títulos: Harry y Meghan Markle. La conversación se convirtió en una chispa para los debates internacionales sobre el racismo y el estado de la familia real británica. Pero también puso atención sobre otro tema. Y es que muchas mujeres encontraron dolorosamente familiar la revelación de Meghan sobre su angustia mental durante y después de su primer embarazo, cuando dijo haber tenido pensamientos de suicidio tan significativos que temía quedarse sola y que el palacio había sido una barrera para recibir la ayuda que necesitaba.
Y es que las complicaciones del embarazo, tanto mentales como físicas, que ponen en peligro la vida, son sorprendentemente comunes. Es más, luego de la entrevista, la gente no tardó en compartir en Twitter sus propias historias de depresión, ansiedad y pensamientos suicidas durante y después del embarazo. Algo que se confirma con las cifras de la OMS, que estima que entre un 20 a un 40% de las mujeres padecen depresión durante el embarazo o posparto en los países en desarrollo. “Pero es probable que ese rango sea un cálculo demasiado bajo. Debido al estigma que rodea a la revelación de un estado de ánimo negativo en este momento, así como a lo difícil que resulta para las personas ser tomadas en serio, es probable que esta cifra sea mucho mayor”, dijo Emma Svanberg, psicóloga clínica especializada en la salud mental del periparto, en una entrevista en The New York Times.
Alejandra Silva es psicóloga y directora del Centro Ser Mujer, donde se especializan en salud emocional perinatal, es decir el periodo anterior y posterior al parto. Dice que si bien la tasa de prevalencia de depresión es mucho más alta en el posparto, ocurre también en el embarazo por varias razones. “La primera es que las mujeres embarazadas están en un lugar de mayor vulnerabilidad. El embarazo se ha medicalizado mucho, entonces hay una idea de que estar embarazada es similar a estar enferma. A las mujeres embarazadas se nos pone en un lugar socialmente distinto”, explica. Esto puede generar cuadros ansiosos. “El tenerle temor al parto es un miedo mucho más común de lo que uno pensaría. Y en el contexto de pandemia esto se ha acrecentado porque no hay certezas sobre el contexto en el que las mujeres van a parir; si es que van a tener una cama o si van a poder estar acompañadas, por ejemplo”.
Además está el imaginario social que existe sobre el embarazo, que supone y mandata esta etapa de la vida como un momento de plena felicidad. “A muchas mujeres les genera más angustia el hecho de no poder compartir lo que están sintiendo. Todo el mundo te dice que deberías estar feliz, agradecida porque vas a tener una guagua, y por tanto no hay un espacio donde las mamás puedan contar su experiencia, confesar que tienen angustia y miedo”, dice Alejandra y agrega que “existe una idealización del embarazo como una etapa en la que las mujeres sólo se sienten bien, sin embargo lo que aparece mucho son justamente los episodios ansiosos. Porque además hay sensaciones que no son conocidas”.
En este contexto, la soledad se puede transformar en el peor enemigo. “Meghan era una mujer embarazada que vivía en un país desconocido y aislada de su apoyo familiar y social, con enormes y nuevas presiones sobre ella en su papel, además de las presiones que sienten todas las mujeres en el período perinatal”, dijo Svanberg en el artículo. Y Alejandra está de acuerdo. “En sociedades como la nuestra, las mujeres viven el periodo previo y posterior al parto muy solas. El contexto pandemia ha acrecentado esta situación y se ha transformado en un ambiente muy poco amigable con esta etapa de la mujer: viven muy solas y con redes de apoyo cortadas, y la soledad en esta etapa es tierra fértil para desarrollar trastornos ansiosos y del ánimo”, agrega.
La experta aconseja entonces entender este contexto para vivir el embarazo lejos de los estereotipos y mandatos. “Todo lo que no está acorde a lo esperable, generan culpa, malestar y angustia”, dice, y en ese sentido sugiere no vivir esta etapa en soledad. “La red de apoyo es clave. Se hace necesario generar alianzas, en este momento puede ser una vecina, una amiga que se viene a pasar este periodo juntas, u otra estrategia que permita que las mujeres no vivan solas este periodo. Nuestros sistemas nerviosos se regulan con otros, por tanto una persona sola tiene muchas más posibilidades de desregularse, que una que está acompañada. Una mamá nunca debiera estar sola, como sociedad deberíamos encargarnos de que las madres tengan ayuda, durante el embarazo y en el posparto”, concluye.