A los 32 años decidí ser madre, pese a todas las presiones familiares de que lo fuera antes. Por ese entonces tomaba un nivelador el ánimo que me había dado mi siquiatra, quien al conocer mis planes maternales me sugirió dejarlo inmediatamente.
Desde que nos propusimos ser padres hasta que lo logramos, solo pasaron dos meses. Recuerdo que cuando confirmamos la noticia con el ginecólogo estábamos muy emocionados y con ganas de contárselo a todo el mundo. Las primeras semanas fueron tranquilas, solo sentí un poco más de sueño y hambre. Así que como todo iba bien, nos fuimos de vacaciones a México, tomando todas las precauciones necesarias. Sin embargo, allá comencé a sentirme angustiada. Lloraba sin motivo y no tenía apetito. Mi pareja no lo podía entender; me decía que estábamos en un paraíso natural, con todas las comodidades y que él estaba ahí para cuidarme.
Al regreso del viaje mi situación empeoró. La angustia comenzó a ser tan fuerte que no quería salir de mi casa y estar con gente. Además, mi insomnio se agudizó y estuve casi una semana sin dormir. Con todos esos síntomas, tomé hora con el siquiatra, quien me diagnosticó depresión y me dio licencia por un mes, además de un tratamiento con antidepresivos. Fue un periodo duro y triste porque, pese a querer ser madre, no me sentía feliz. A los seis meses, y tal como me lo había dicho mi ginecólogo, dejé de sentirme depresiva. Comencé a disfrutar de mi embarazo y el nacimiento de mi hijo fue muy emocionante.
Pese a que es más común encontrar artículos que abordan la depresión postparto, la depresión durante el embarazo es más frecuente de lo que se piensa. "En Chile, aproximadamente entre un 10% y un 30% de las mujeres embarazadas experimenta síntomas depresivos en ese período. Sin embargo, una gran proporción de mujeres embarazadas que tienen depresión no la detectan debido a la similitud de los síntomas esperables del embarazo respecto a las horas de sueño, la energía y el apetito", señala Ivette González, sicóloga y académica de la Universidad de Chile.
Las razones por las que una mujer puede desarrollar un cuadro depresivo pueden ser muchas, según Alejandra Segura, siquiatra de Clínica Indisa. "Principalmente puede presentarse por antecedentes personales previos de depresión o algún trastorno del ánimo, antecedentes familiares, un entorno familiar o conyugal complejo, eventos vitales estresantes o traumáticos, un embarazo de alto riesgo y altos niveles de estrés laboral, familiar y emocional", explica.
Cómo diagnosticarla a tiempo
Quien ha vivido una depresión en el embarazo sabe que lo más complejo es diferenciar, en un primer momento, si los síntomas son los del cambio hormonal o los de una depresión. En general el embarazo trae consigo cambios anímicos y emocionales como fatiga, cansancio y fragilidad emocional, que se mantienen principalmente en el primer trimestre del embarazo, de manera marcada pero fluctuantes, y con mantención del funcionamiento habitual.
La depresión como enfermedad tiene dos síntomas cardinales fundamentales que deben mantenerse al menos por dos semanas: 'Tristeza Vital', es decir, una tristeza que duele en la zona del pecho; y 'Anhedonia', que es la pérdida del disfrute. "Esto generalmente suele estar acompañado de fatiga, cansancio, irritabilidad, enlentecimiento síquico y físico o aceleración, alteración del ciclo circadiano con insomnio o hipersomnia, alteración del apetito con hiperfagia o anorexia. Es decir, la depresión es un cuadro mucho más profundo", explica Alejandra.
Saber distinguir a tiempo cuáles son los síntomas no solo es tarea de nosotras, sino también del especialista que nos trata. Al respecto, Marcelo González, Jefe de Ginecología y Obstetricia de Clínica Alemana, sostiene que "en el control prenatal es útil practicar una escala de pesquisa o búsqueda dirigida de la alteración de la salud mental mediante una escala estandarizada llamada 'Escala de Edimburgo'. En ella, mediante una serie de preguntas específicas, se asigna un puntaje a las respuestas de la paciente con un resultado que puede orientar si hay alguna alteración de la salud mental en alguna área específica y, según eso, se deriva al especialista en salud mental", dice.
En caso de diagnosticar una depresión leve, los especialistas sugieren sicoterapia; sin embargo, si el cuadro es grave el proceso debe ir acompañado de antidepresivos. Una decisión que inseguriza a las madres por las posibles secuelas en los hijos. "Este es un tema que tiene que ser evaluado con los profesionales dedicados al área perinatal porque hay consecuencia de tomar medicamentos, como también de no tratar una depresión pre o post parto", explica Carolina Ebel, sicóloga de Clínica Alemana.
Uno de los grandes miedos que tienen las madres que han vivido una depresión en el embarazo son las repercusiones de esta en sus hijos. Lo cierto es que según estudios puede que una guagua lloré más, que sea más demandante y que le cueste más regularse. Sin embargo, asegura la sicóloga Andrea Serrat, es importante que esa guagua reciba mucha estimulación y todo lo necesario desde lo emocional, como poder conectarse y sincronizarse con él, con el objetivo de ayudarlo y potenciarlo. "Es fundamental también que la familia y amigos acompañen a la madre durante el embarazo, que la regaloneen con detalles y que conversen con ella día a día sobre lo que está sintiendo y cómo está viviendo esa etapa. Eso le ayudará a sentirse más segura y tranquila", aconseja.