Con la llegada del otoño y del cambio de hora invernal, algunas personas empiezan a experimentar bajones anímicos. Se fue el fulgor y la libertad relativa del verano, y aparecen en reemplazo la oscuridad y el frío. Y surge un concepto que solemos escuchar en esta época: depresión estacional. “Es un trastorno del ánimo, que se caracteriza por la presencia de episodios depresivos, que involucran una clara y sostenida disminución del ánimo, energía, pérdida del interés y capacidad de disfrutar de actividades que antes disfrutábamos, desmotivación, tendencia al aislamiento, sentimientos de culpa e inutilidad, alteraciones en la concentración, cambios en el patrón de sueño y alimentación, y pensamientos depresivos que pueden incluir ideas suicidas”, dice la psicóloga Claudia Badilla, de Clínica Ciudad del Mar.
La especialista agrega que estos síntomas se ven facilitados por el cambio de estación -de ahí el nombre- lo que suele ocurrir generalmente en otoño, agudizándose en invierno. Sin embargo, hay quienes tienen patrón contrario e inician en primavera y verano.
Pero ¿deberíamos prestarle atención a la depresión estacional o solo es un sentimiento que dura algunos meses?. “Los episodios depresivos en general pueden ser únicos o varios en la vida de una persona, y se desencadenan debido a múltiples factores de interacción, que pueden ser biológicos, ambientales y psicológicos”, dice y agrega: “La tendencia a presentar en el tiempo episodios depresivos estacionales, tanto si son de mayor o menor intensidad, o con diferente respuesta al tratamiento, corresponde a un trastorno del ánimo con patrón estacional, que tiende a mantenerse por años, alterando la vida”.
Si bien la depresión estacional no es algo nuevo, en la actualidad este problema se puede ver agravado por el contexto de pandemia. Chile es el segundo país del mundo en el que la salud mental se ha visto negativamente afectada por la crisis sanitaria, y el acceso a la atención psicológica y psiquiátrica suele tener un alto precio, lo que lo hace inaccesible para muchas personas.
“Estudios actuales a nivel mundial, revelan un aumento en la ansiedad, depresión e insomnio en la población general, que puede llegar a tener dos a tres veces más prevalencia que antes de la pandemia, especialmente en grupos vulnerables como enfermos crónicos, vejez, profesionales de la salud en primera línea de atención, profesionales asistenciales y comunidad educativa por la presión por continuar funcionando”, dice la psicóloga y añade: “En Chile tenemos alta prevalencia de ansiedad y depresión en relación a otros países, y ya veníamos haciendo esfuerzos adaptativos tras el estallido social”.
“Este año en Chile coincide la llegada del invierno con la fatiga pandémica, que se expresa en un agotamiento con las medidas de autocuidado, lo que puede implicar que muchos pacientes hayan dejado sus tratamientos, o que vean debilitados sus esfuerzos adaptativos, pudiendo tener un afrontamiento menos activo y efectivo de su depresión respecto a otros años”, explica.
Según Badilla, lo primero que debería hacer una persona que cree que está pasando por depresión estacional, es consultar con un profesional. Si ya sigue un tratamiento médico, no debe descontinuarlo, y en el caso que lo haya hecho, debiera retomarlo. Estos tratamientos pueden incluir psicoterapia, psicofármacos y fototerapia.
A esto, agrega las siguientes medidas preventivas y de autocuidado:
- No sobreexponerse a noticias y consumirlas principalmente en medios oficiales.
- Mantener rutinas estables.
- Cuidar el sueño y la alimentación.
- Hacer actividad física.
- Mantener comunicación con otros.
- Realizar actividades recreativas.
- Expresar pensamientos y emociones. No insistir en estrategias evitativas o de sobre control de la emoción.
- Afrontar la vida de manera flexible.
- Colaborar con otros, pedir y recibir ayuda.