Alegría. Eso fue lo que sintió la abogada Carolina Arancibia (su nombre fue cambiado) cuando en 2014 fue aceptada en el trabajo al que había postulado con mucha ilusión. Se trataba de una oportunidad laboral que significaba estabilidad y la posibilidad de ejercer su carrera a tiempo completo. Las primeras semanas, Carolina se preocupó de demostrar ser proactiva, amable y comunicativa, sin embargo, al mes y medio sus sentimientos de confort y entusiasmo, desaparecieron. "Mis compañeros no se hablaban entre ellos y cuando lo hacían se gritaban o trataban mal. Estaban pendientes el uno del otro y constantemente se acusaban. Tanto así que una compañera se querelló contra otra por injurias y calumnias. El ambiente era tóxico", cuenta.

Pero eso no fue todo. Al año, la abogada fue acosada laboralmente por uno de sus jefes. "No me dejaba almorzar en la cocina del tribunal y si iba al baño me iba a buscar. Mi cuerpo comenzó a somatizar todo el estrés. Sentía rabia, pena e impotencia. Ya no quería ir a trabajar, pero seguí aguantando y comiéndome el sentimiento de amargura. Dos años después, me atreví a comentarle a mi otro jefe algunas situaciones, que él minimizó diciendo que eran 'problemas de minas'", narra.

Sin embargo, los constantes conflictos en el equipo de Carolina y la falta de liderazgo de la jefatura, no quedaron impunes. La abogada cuenta que todo llegó a oídos de la jurisdicción y decidieron intervenir a su grupo de trabajo. "Nos hicieron preguntas sobre cómo nos sentíamos y cómo era nuestra jefatura. Nuestro jefe nos pidió que mintiéramos, pero obviamente nadie le hizo caso y salimos evaluados como el equipo con peor ambiente laboral. Pese a la intervención que recibimos, las situaciones conflictivas todavía persisten y mi jefe sigue pensando que son problemas domésticos", cuenta.

Lo cierto es que un ambiente laboral como el que enfrenta Carolina es poco sano, sobre todo cuando no hay respeto ni por las personas ni por sus funciones, cuando no existe una estructura clara en la organización o en las labores de cada trabajador, cuando no hay reconocimiento por la labor realizada, cuando las jerarquías abusan de sus cargos, cuando hay mala comunicación entre compañeros y cuando nadie se hace cargo por el bienestar de las personas que componen el equipo. Tema no menor considerando que los chilenos pasamos 1.974 horas al año en el trabajo, según datos entregados por la OCDE.

Enfrentar un ambiente laboral de este tipo no solo genera alta rotación, bajos niveles de compromiso y rendimiento, sino también enfermedades, que es lo más preocupante. "Los síntomas que pueden sufrir los trabajadores varían, pero generalmente son disminución de su autoestima, irritabilidad, alteración en el sueño, estrés, cuadros ansiosos y depresión", explica Trinidad Álvarez, sicóloga laboral.

Una encuesta realizada por Trabajando.com reveló que los trastornos más recurrentes relacionados con el trabajo resultaron ser el estrés (38, 4%), ansiedad (23,8%), insomnio (14,59%) y depresión (8,6%). Todas estas son sintomatologías que los chilenos atribuyen en primer lugar a la sobrecarga de responsabilidades (42,86%), a un ambiente laboral inadecuado (37,23%), a la alteración en los ritmos biológicos (9,96%) y a condiciones laborales físicas inadecuadas (9,96%). Pese a reconocer padecerlas, la mayoría de los encuestados señala que no han buscado ayuda profesional. Finalmente, ante la pregunta: "¿cómo reacciona la empresa donde trabajas frente a estas situaciones?", la respuesta es rotunda: "le es indiferente".

"En Chile y en América Latina los vínculos de confianza son muy mermados porque no existen relaciones donde se genere seguridad sicológica, la que se logra cuando un trabajador puede decir lo que piensa y plantear críticas a su jefatura sin miedo a que lo despidan. En nuestro país el trato al interior de una empresa tiende a ser muy vertical, lo que lleva a que siete de cada diez chilenos se retire de sus trabajos por el tipo de jefe. Por eso es tan importante que un líder tenga las capacidades para poder identificar un mal ambiente laboral", señala Arnaldo Canales, director de la fundación Liderazgo Chile, institución que se dedica a la educación emocional.

Trabajar feliz

Un estudio realizado por la multinacional de recursos humanos Adecco, en el que entrevistaron vía online a más de 1200 trabajadores a nivel nacional, demostró que el principal factor para que los chilenos se sientan felices en el trabajo es un buen clima laboral. Según detalla el informe, los puntos más valorados son el clima laboral (40%), la relación con los compañeros (25%), la realización y el reconocimiento laboral (15%), sueldo y beneficios (10%), la relación con jefaturas (6%) y espacios físicos (4%).

Si el principio ético más básico es evitar hacer daño a otros, trabajar en ambientes saludables debiera ser unas de las ocupaciones primordiales de las empresas. Un derecho que quedó estipulado en el XVIII Congreso sobre Seguridad y Salud en el Trabajo, realizado en Seúl (2008). En el encuentro, los participantes firmaron la Declaración de Seúl sobre Seguridad y Salud en el trabajo, que afirmaba que "un ambiente de trabajo seguro y saludable es un derecho humano fundamental".

Para lograr ambientes laborales amables, señala Trinidad, es necesario que las compañías les den valor a sus recursos humanos, valoren a cada persona que forma parte de la organización y que se hagan cargo del bienestar de sus colaboradores. "Gran parte del día lo pasamos en nuestros trabajos, por lo que un buen clima laboral es igual de importante que un grato clima familiar. Estar abiertos siempre a la comunicación es clave para generar un espacio de confianza", dice.

Generar un estilo de comunicación fluida, directa y transparente; evitar los chismes de pasillos y optar por el diálogo y contar con una infraestructura cómoda, espaciosa y cálida que invite al trabajo en equipo, son algunos de los consejos que entrega también la sicóloga Bernardita Villouta, quien además señala que la creación de espacios comunes de relajo y trabajo -en los que se pueda conversar y estimular las actividades extralaborales- ayuda a construir mejores ambientes.

Para Arnaldo, la solución de este cambio de paradigma laboral, que algunas empresas como Google están realizando, es centrar los esfuerzos en el desarrollo de competencias emocionales. "Las empresas debieran hacerse cargo de la carencia de nuestro modelo educativo. Entonces antes de trabajar las habilidades blandas, hay que desarrollar competencias emocionales como la 'conciencia emocional', que implica reconocer las emociones y regularse a través de distintos métodos, y las 'competencias sociales', que desarrollan el sentido de comunidad", concluye.