Paula 1238. Sábado 4 de noviembre de 2017.
Con foco de género
Krasna Bobenrieth, jefa del departamento Apec de la Direcon es la encargada de instalar temas en la agenda de este futuro encuentro.
¿Qué dato demuestra que más mujeres en negocios es beneficioso para la economía?
En el caso de Chile, solo un 48% de las mujeres trabajan formalmente; si lográramos incorporar otras 900 mil, el PIB del país crecería en 6%.
¿Cómo se están preparando las empresarias chilenas para la Apec 2019?
Junto a directoras de multinacionales, asociaciones gremiales y de gobierno, estamos participando en varios seminarios en el extranjero. Hace poco se realizó un encuentro en Washington donde asistimos a charlas en las que se habló de estrategias para aumentar la participación de las mujeres en la economía. Eso ha sido clave.
Leyes sin discriminación
*Por Caryn Morrow, asesora senior del Departamento de Estado de Estados Unidos en temas de género.
Las mujeres controlan más del 70% del consumo global y sobre el 25% de la riqueza mundial. Entonces, ¿por qué vemos a más hombres vendiendo productos y servicios? Las empresas en manos de mujeres suelen estar en sectores de bajo crecimiento, baja rentabilidad y tienen menos acceso a capital. Son vistas como proyectos de alto riesgo. En ocasiones por ley necesitan del permiso del marido o del padre para acceder a créditos.
Es decir, la violencia de género impide que las mujeres participen plenamente en la economía. Si bien a menudo hay mayores barreras de entrada, los sectores dominados por hombres –tecnología, energía y minería– son más atractivos para inversores y las ganancias significativamente mayores. Destacar a las mujeres en estos sectores y alentarlas a participar en ellos, haría una diferencia real.
Hombres que apuesten por mujeres
*Por Riola Solano, abogada, gerenta de asuntos corporativos de Lota Protein.
En un almuerzo, una de las 30 alumnas de un diplomado sobre liderazgo femenino le preguntó al máximo representante de una agrupación empresarial, por qué las mujeres no llegan a altos puestos. Su respuesta fue que solo el esfuerzo personal separa a las mujeres de los altos cargos de liderazgo empresarial, como a los discapacitados que asisten a la Teletón de encontrar una estupenda pareja y un buen trabajo. No podía creer lo que oía. Él inconscientemente reconoció una verdad: para muchos en su posición (casi todos hombres) somos minusválidas laborales. Tengo la suerte de trabajar para una empresa que, ajena a estos prejuicios, cuenta con mujeres en cargos de alta dirección y que le interesa tener mujeres preparadas. A su vez, la vida me regaló un compañero dispuesto a asumir las cargas y disfrutar los beneficios de la crianza compartida. Sin duda, el esfuerzo personal es clave. Pero no basta. Es necesario, además, encontrarse con hombres sin prejuicios y abiertos de mente para quienes no seamos minusválidas laborales.