Paula 1180, Especial Aniversario. Santiago 15 de agosto de 2015.
A 35 km de las costas de Tirúa, esta isla paradisiaca de la VIII Región ostenta playas desérticas de aguas templadas y antiquísimos bosques nativos. De a poco está llamando la atención de los turistas más aventureros: en lo que va del año, casi 1400 personas la han visitado, 30% más que en 2014.
Viernes:
Llegar a la isla en avioneta
Según un estudio realizado en 2014 por la Universidad Austral, los olivillos de la Isla Mocha son los más gruesos que hayan sido registrados –más de 1,5 m de diámetro– y sus bosques, los últimos prácticamente vírgenes del centro sur de Chile.
La temporada alta –en invierno llueve mucho– empieza en septiembre, y para llegar hay dos opciones: en bote desde Tirúa, en la provincia de Arauco (que demora tres horas) o, la más común, en avioneta desde Tirúa (15 minutos aprox). El vuelo hacia la isla es el inicio de la aventura y una oportunidad de apreciar, desde el aire, la isla en todo su esplendor: 48 km² de extensión, de los cuales gran parte corresponden a bosques nativos, con costas de arena dorada y grandes roqueríos. Servicio aéreo: Heliworks, (41) 316 5711; Juan Carlos Paul, cel 9458 6960. $ 40.000 por persona ida y vuelta.
Sábado:
Nadar en una playa oculta
En la Playa del Faro, el antiguo instrumento aún funciona.
Entre el cerro la Cruz y Playa Amarilla –al norte de la isla–, la Playa de los Enamorados es un rincón escondido de arenas blancas y aguas a 20 grados. Sus costas albergan una inmensa diversidad marina: lenguados, corvinas, jaibas y erizos. Para conocerla, hay que descender un acantilado que queda camino al faro, a pie o a caballo.
Domingo:
Explorar los bosques de una reserva
Fotografía: Cristóbal Correa.
Mocha es una isla agreste en la que el tiempo se detuvo –casi no hay autos y tampoco llega la señal de celular– y la naturaleza es protagonista.
En 1988 las más de 2000 hectáreas de bosques nativos de la isla fueron declaradas Reserva Nacional: en ella abundan especies arbóreas autóctonas como el arrayán, el canelo y el olivillo –algunos de hasta 500 años–, que llegan hasta los 30 metros de altura, y especies animales como la fardela blanca, un ave de vientre blanco que llega desde Alaska y nidifica solamente en Mocha y Juan Fernández. Para adentrarse en la reserva, los mejores senderos son Camino Nuevo –de cuatro km, llega hasta el Faro Viejo–, y Laguna Hermosa, cuyo recorrido de 2,5 km sube hasta los 350 m sobre el nivel del mar hasta alcanzar una laguna verde rodeada de tupidos bosques. Abierto todos los días de 8:30 a 17:30 hrs. en temporada alta. Entrada liberada. www.conaf.cl
Alojarse en un lodge de mar
A los 20 años, el piloto y buzo Hernán Neira decidió volver al lugar donde vacacionó toda su vida, para abrir el Lodge Punta Norte, que inauguró en 2005 y es uno de los pocos lugares para alojar en la isla, de solo 700 habitantes. Construido con maderas nativas y decorado con objetos rescatados de barcos hundidos, tiene 18 habitaciones, servicios de cabalgata y pesca –una actividad común en la isla–, y un restorán con vista al mar que rescata los sabores y productos típicos de la isla, como locos escabechados con salsa de camarón de río o costillas de cordero con salsa de vino tinto y risotto de mariscos. Desde $110.000 p/p, incluye traslado aéreo, aperitivo, alojamiento por dos noches, tres comidas y paseos. www.islamocha.cl. Otra alternativa son las Cabañas Los Arrayanes, al sur de la isla, con 10 habitaciones, comida casera y actividades turísticas. Desde $ 40.000, una noche de hospedaje y tres comidas. www.isla-mocha.cl
Comer en casa de isleños
Los isleños Richard Rojas y María Astete habilitaron su hogar para brindar un servicio de cocina casera, que varía según lo que haya salido en la pesca o la caza del día: pastel de jaiba y cordero al palo son algunas de sus especialidades. Además, en su frondoso terreno ofrecen una zona de camping. 3R, al final de Camino Nuevo, sur de la isla.
La ballena legendaria
$ 9.520 en librerías.
Se dice que fue un cachalote blanco avistado en las costas de la isla –antiguo destino de piratas y enclave de comercio ballenero– el que inspiró la épica novela Moby Dick.
En 1839 el navegante norteamericano J.N. Reynolds publicó en la revista Knickerbocker, Mocha Dick or the white whale of the Pacific, un relato de su experiencia con un gigantesco cachalote albino que habitaba las costas de Isla Mocha. Según muchos, esta crónica inspiró al estadounidense Herman Melville para escribir Moby Dick (1851), su obra maestra. En 2012, los chilenos Francisco Ortega y Gonzalo Martínez lanzaron la novela gráfica Mocha Dick, la leyenda de la ballena blanca con la idea de "devolverle este cachalote a Chile", incorporando a la historia elementos de una ancestral leyenda mapuche, el mito de Trempulcahue: cuatro machis que toman la forma de ballenas para transportar el espíritu de los caciques a la Isla Mocha. En octubre preestrenarán Mocha Dick, documental de la productora Bío Ingeniería Audiovisual, en la Escuela Isla Mocha.