Este 11 de octubre se conmemora una vez más el día internacional de la niña, que se designó por primera vez en 2011, hace exactos diez años, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de reconocer los derechos de las niñas y por sobre todo, que se den a conocer los problemas que enfrentan en todo el mundo, principalmente en países no desarrollados.
Y es que –como se indica en el sitio web de las ONU– el progreso de las adolescentes y niñas no ha ido a la par con las realidades a las que se enfrentan hoy en día, y la pandemia del Covid ha empeorado aún más estas brechas. “Este año, bajo el lema “Mi voz, nuestro futuro en común”, debemos aprovechar la oportunidad para reimaginar un mundo mejor con la inspiración de las niñas y adolescentes; un mundo en el que se sientan motivadas y gocen de reconocimiento, en el que se las tenga en cuenta y se invierta en ellas”.
Y para esto reforzar su autoestima es clave. En un artículo publicado en enero de este año, y a propósito de un estudio de Ipsos, nos preguntamos: ¿Qué significa ser niña en el 2021? La psicóloga y directora de comunicaciones de Ipsos, Carolina Suez, dijo –entre otras cosas– que hoy “lo digital” es un arma de doble filo para ellas; si bien las ayuda a mantenerse conectadas, les genera una ansiedad mayor. “Esta es una generación que en muchas cosas ha derribado mitos y ha normalizado temas que eran tabú. Es una generación que valora las diferencias, pero a su vez sigue existiendo una necesidad grande de aceptación externa y por ende las redes sociales les generan mucha ansiedad. Gran parte de esa valoración tiene que ver con cuántos likes y seguidores tienen, o tratar de parecerse a sus referentes”.
Como explica Suez, en eso hay un doble discurso: “Hay consciencia respecto a que todos los cuerpos son aceptados y está muy instaurada la filosofía del ‘body positive’, pero también hay una necesidad profunda por querer verse bien bajo los parámetros impuestos y que el resto –principalmente los niños– las acepten”. Así, lograr que las niñas y adolescentes dejen de enfocar únicamente en lo físico su aceptación, se vuelve clave en un mundo en que los mensajes van en la dirección contraria.
Y es que, aunque cueste creerlo, algunas niñas dejan incluso de levantar la mano en clases por vergüenza a que las miren. Así lo cuenta Emilia Vergara, Ingeniera Comercial, diplomada en Teorías de Género y Cofundadora y Directora Ejecutiva de la ONG Niñas Valientes. Se refiere a un estudio realizado por Dove y Adimark, que determinó que casi el 40% de las niñas entre 10 y 16 años en Chile, ha dejado de hacer alguna actividad que le gusta o en la que es buena, por la inseguridad asociada a su apariencia física. “Esta cifra es brutal, porque finalmente da cuenta de que estamos perdiendo casi un 40% de talento femenino a futuro. Las consecuencias de los estereotipos físicos, que a veces son invisibilizadas, son realmente muy grandes”, explica.
Cuenta además que desde que crearon la ONG han sido testigos, desde la voz de las mismas niñas, de las creencias que tienen respecto de la apariencia física. “Hemos confirmado que son los atributos físicos a los que les entregan mayor valor y con los cuales se identifican. Esto es porque existe un mensaje instalado a nivel de la sociedad que las niñas ven desde que son muy pequeñas, que les dice que su mayor propuesta de valor es cómo se ven y no todo lo que son capaces de hacer por el mundo y lo que pueden entregar”.
¿Cómo cambiamos esa mirada?
Según la experta es necesario fomentarles que se involucren en actividades independiente de su cuerpo. Por ejemplo, que hagan el deporte que quieren hacer, que no se resten de natación porque creen que no tienen el cuerpo para eso, o porque les da vergüenza el traje de baño. “En el fondo tiene que ver con motivarlas a que efectivamente ocupen todos los espacios, porque ningún espacio debería ser excluyente para ninguna niña ni ninguna mujer”, dice.
En el Kit para la confianza publicado por el Programa para la Autoestima de Dove, expertos plantean que la forma en que hablamos con las jóvenes sobre su cuerpo puede tener una influencia real en la forma en que piensan y se sienten con ellas mismas. “Hablar del funcionamiento de nuestro cuerpo y de lo que nos permite hacer, más que de su aspecto, puede mejorar la autoestima y la imagen corporal. Esto les ayudará a desarrollar sentimientos positivos sobre su cuerpo y a amortiguar el impacto negativo que puedan tener los medios de comunicación o sus compañeros”. Además, al centrarnos en cómo nuestros cuerpos hacen que nuestras vidas sean tan especiales y diferentes –agregan en el kit–, nuestras hijas e hijos aprenderán a valorar las cualidades personales en ellos mismos y también en los demás.
En dicho documento, la Doctora Stephanie Damiano, experta en imagen corporal y madre de dos hijos, afirma: “Intento hablar con mis hijos de lo increíble que es nuestro cuerpo por todo lo que puede hacer. Por ejemplo, preguntándoles “¿qué cosa en particular te alegra que tu cuerpo te haya ayudado a hacer hoy?”. También proponen darles ejemplos hablando con hijas e hijos sobre lo que el cuerpo permite hacer. La doctora Zali Yager, experta en imagen corporal y madre de tres hijos, añade: “Mis hijos siempre encuentran el momento menos apropiado para levantarme la camiseta y preguntarme por qué mi pancita se mueve como gelatina. Este es un buen momento para demostrar reconocimiento por la funcionalidad de tu propio cuerpo. Pero ayuda que hayas pensado algunas respuestas con anticipación, ya que no es algo que suele surgir naturalmente para muchas personas. Decir cosas como: ‘Mi pancita bamboleante me ayuda a tener un regazo suave para que te acurruques y darte abrazos tiernos y mullidos’, o ‘mis piernas fuertes me permiten levantar todos los juguetes que has dejado en el suelo’ puede mostrar tu propia aceptación de tu cuerpo, lo que puede ayudar a tus hijos a desarrollar las mismas actitudes”.
Y concluyen: “Aunque mucha gente piensa que elogiar a sus hijos por su aspecto físico aumentará su autoestima, hacerlo a menudo puede reforzar estándares e ideales de belleza poco realistas, y puede transmitir a niñas y niños el mensaje de que su aspecto es una de sus cualidades más valiosas. Este es un mensaje del que ya estarán rodeados en los medios de comunicación, los libros y los compañeros, por lo que centrarse en sus otros atributos puede ayudar a equilibrar las cosas”.