"Siempre me ha gustado trabajar con distintos formatos artísticos. Mi taller a veces es de escultura, a veces taller de pintura, de carpintería, de soldadura. Hago videos, hago performances. Uso mucho material de archivo: colecciono revistas de época, de fútbol, de música. Me interesa estar renovándome. Por eso siempre estoy cambiando de técnica. Pero finalmente todos mis trabajos hablan de lo mismo: del contexto doméstico, de la cultura popular, de las comunicaciones.
Me gusta el contexto en que está inserto mi taller. Barrio Franklin es un lugar que me identifica: el imaginario cotidiano que veo aquí me inspira, me nutre. Salgo todos los días a recorrer, conozco todo el barrio y a los vecinos. Se ha gentrificado últimamente, pero sigue siendo un barrio con identidad y carácter fuerte. Me siento apreciado aquí porque la gente sabe que hay un taller de arte y lo respetan. Muchas veces quieren entrar: miran por la ventana y me preguntan qué estoy haciendo. A veces pinto en la calle.
Dentro de mi trabajo es fundamental el movimiento. Viajo harto por Chile. Si quiero hacer obras de carácter popular tiene que ser a nivel nacional, no puedo hablar desde la capital. Hace dos años transité por todo Chile con una mochila, haciendo obras de arte en todos los lugares. Tengo una relación con el tránsito, con las ciudades, con los caminos y una relación personal también con los vehículos, porque aparte de ser artista, tengo formación de mecánico automotriz. Me encantan los autos y viajar muchos kilómetros por tierra.
Mi taller lo modifico constantemente, nunca está igual ni tiene un orden específico. Cambian las mesas, los pisos, las actividades. He prestado mi taller para hacer exposiciones de arte, para mostrar obras que no tienen cabida en galerías o espacios más establecidos. Hemos hecho lanzamientos de libros también. Es un espacio que se puede utilizar para distintos propósitos. Mi idea es que las cosas se muevan, que, así como yo me muevo y me traslado, todas mis cosas lo hagan también. Creo que un artista puede no tener taller y trabajar en distintos lugares. Uno puede adecuarse, simplificarse, tener lo mínimo y con eso poder hacer. A veces no es tan necesario tener un gran espacio. El taller no define al artista. Si alguien quiere hacer algo, lo va a hacer igual.
Cuando trabajo, me gusta tener música y revistas alrededor mío. También siempre tengo la televisión prendida en el fondo. Me gusta la tele porque me conecta con el tiempo. Es una tontera, pero por ejemplo sé que cuando se acaban las transmisiones ya es tarde y se me pasó la hora trabajando. También me gusta para saber un poco de las noticias. No amo la televisión, encuentro que es una basura, absolutamente basura, pero creo que es un medio de comunicación muy eficiente, y por eso me interesa.
Todo mi mundo iconográfico proviene de ahí, y por eso mi trabajo se relaciona bien con las personas, porque hay un imaginario que es común. Me interesa que cuando la gente cuando vea una obra mía le provoque humor, por muy trágico que sea el tema. Que enganchen mediante la risa. De hecho, quiero ser humorista en un futuro cercano. Voy a partir con sketchs en YouTube. Quiero hacer parodias para que la gente se ría".
Enrique Flores es artista visual. Actualmente se encuentra en Cobquecura desarrollando un proyecto artístico con la comunidad local. Sus obras se exponen de manera permanente en la galería NAC. Instagram: @elenriqueflores