Al principio no quería firmar con mi nombre, entonces busqué un seudónimo que no tuviera género, que fuera neutro. La textura que hago en mis cuadros y murales es como el juego de snake de los celulares Nokia antiguos, donde las líneas no se tocan entre sí, por eso me puse SNKE. Además, desde chica que me gustan mucho las serpientes.
Siempre me ha interesado trabajar en distintos soportes. Como me gustan los interiores, las construcciones y todo eso, me motivé salir a pintar a la calle. Pintaba texturas, cosas chicas, como en las casetas de electricidad. Después empecé a pintar murallas abandonadas, donde pudiese estar tranquila. En ese tiempo apareció una persona que quería que le pintara una pared interior, y en octubre del año pasado participé en una exposición, donde intervine todo el espacio: techo, piso, murallas. Tenía un ventanal que daba a la calle, entonces la idea es que las personas pudieran percibir desde afuera la obra como una pintura, pero tuviera la opción de entrar a esta pintura y vivirla desde adentro.
Me gusta mucho la luz de mi taller, sobre todo la de la mañana. Como mi escritorio está justo debajo de la ventana, me llega luz todo el día. Me gusta también mirar para afuera y que haya justo un árbol en la ventana -aunque sea un plátano oriental-. Y lo mejor es que pasan muchas cosas ahí abajo: Vicuña Mackenna con Irarrázabal es una esquina súper acontecida, desde muertes hasta graffiteros en la noche, peleas, bailes, de todo.
Me da mucha ansiedad cuando estoy pintando un cuadro. Estoy siempre metida en mi taller: me levanto a las 6 am y me pongo a trabajar, almuerzo aquí, no me despego. Soy muy detallista. En general trato de dedicar un día completo a los detalles finales, pero termino demorándome mucho más. Todo me tiene que quedar perfecto. Los primeros cuadros que hice no son tan prolijos, en cambio los de ahora parecen como si fueran hecho de manera digital.
Colecciono cachureos. Les compro a los turcos que venden en Bandera. Tengo teteras, floreros, jarros, platos, cosas de cerámica. Voy todas las semanas, ya me conocen. Tengo un rollo con la decoración y los objetos, que finalmente son mi fuente de inspiración. Ahora estoy trabajando con cosas que compré en los turcos. Desarrollé una línea gráfica en base al blanco y negro, los contrastes, las texturas y la geometría, que me sirve para retratar la materialidad.
Me encanta la música. Colecciono vinilos hace mucho tiempo. Trabajé durante tres años en una tienda de vinilos entonces ahí siempre podía ser la primera en ver las cosas nuevas que llegaban. Aprendí mucho de los clientes, gente que sabían todo sobre música. Cuando trabajo necesito tener música de fondo.
Paula Godoy (29) es artista visual y se dedica principalmente a hacer murales. Recientemente pintó uno de 600 metros cuadrados a ras de piso en El Persa Víctor Manuel, siendo el mural más grande pintado por una mujer en Chile.